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domingo, 18 de diciembre de 2016

Construyendo y concretando proyectos para promocionar la bici en ciudades más humanas

El miércoles 14 de Diciembre tuvo lugar la segunda edición de una de las iniciativas más interesantes que se han lanzado en los últimos años en lo relativo al emprendimiento empresarial relacionado con la promoción de la bicicleta como medio de transporte: el Bicity. Este año en una versión reducida y acelerada de una sola jornada, que se celebró en Valladolid gracias al patrocinio de la Agencia Municipal de Innovación y Desarrollo Económico de esa ciudad.

Bicity, una propuesta realmente brillante, es poco menos que una microaceleradora de proyectos empresariales dirigida a emprendedores del sector de la bicicleta, pilotada con maestría por la gente de Enviroo, empresa especializada en hacer este tipo de iniciativas. Pero es, además de eso, un espacio de encuentro realmente incomparable donde compartir inquietudes, visiones e ilusiones de una manera cercana e intensa, entre gente preocupada en hacer del uso de la bici una práctica digna, deseable y excelente.



Es difícil expresar lo que pasa en esas sesiones donde los participantes concursan y colaboran en dar forma a ideas, que muchas veces son puras entelequias, y donde los promotores no seleccionados ayudan a mejorar los proyectos de los elegidos, con un compromiso y un ánimo tan ejemplares y desinteresados como inusuales en una sociedad que todavía no sabe trabajar de manera colaborativa. Este es el gran mérito de esta iniciativa. Este y proporcionar difusión a los proyectos premiados, que este año han sido especialmente representativos del estado de la cosa ciclista en este país de países.



Este año ha ganado un proyecto que no tiene un interés económico y que lo que busca es un beneficio social. En un mundo donde la crisis económica ha capitalizado el interés y la atención colectiva, el valor social y las actividades sin ánimo de lucro han quedado relegados a un segundo plano. Así, parece casi descabellado y hasta desconsiderado proponer en un espacio de carácter empresarial, como es el que ofrece Bicity, una iniciativa de estas características. Pero la potencia del proyecto y la maestría de Dani Ruiz de la empresa Txita para exponerlo y defenderlo han demostrado que el beneficio social no sólo no carece de sentido en el mundo del emprendimiento sino que puede convertirse en un sector esencial en el desarrollo de empresas que ayuden a construir ciudades conscientes, inclusivas y amables con sus personas.


“Cycling Without Age” (En Bici Sin Edad) es un proyecto cuya misión es pasear a personas mayores en ciclotaxis por recorridos urbanos conducidos por voluntarios. Así de sencillo. Así de bonito. Así de potente. Esto, que en sí mismo no es más que una reunión de voluntades que persiguen prestar un servicio social realmente extraordinario, por entrañable y pintoresco, puede aportar a las ciudades que lo adopten una imagen incomparable de amabilidad, respeto e inclusión, tanto hacia nuestras personas mayores, muchas veces confinadas en residencias o en sus propios domicilios, como hacia la bicicleta como medio de transporte. Este doble valor hace que la iniciativa, que viene, como no es de extrañar, de Copenhague, pueda conseguir mucho más por la significación del trato hacia las personas mayores y hacia las bicicletas que muchas campañas e inversiones millonarias. Esto, de hecho, es lo que encandiló al público y al jurado de Bicity.



Los otros dos proyectos premiados, de entre los 14 presentados, atendían dos aspectos cruciales para el desarrollo de la bicicleta en nuestro país. “E-park” proponía un aparcamiento seguro, modular y con posibilidad de alojar y recargar bicis eléctricas y otros gadgets, alimentado por energía solar y sin obra civil y “Vino, vidi, bici” es una iniciativa de maridar el conocimiento de una ciudad y un entorno con valores patrimoniales tan excepcionales como Valladolid (monumentos, Canal de Castilla, enología y gastronomía) con la práctica de la bicicleta.

Está claro que los tres proyectos seleccionados en esta edición de Bicity son muy representativos de lo que le falta ahora mismo al escenario de la bicicleta como medio de transporte y locomoción que son: reconocimiento social, soluciones de aparcamiento seguro y promoción de actividades culturales y turísticas. Claro que hay más aspectos importantes en el desarrollo, promoción y normalización de la bicicleta, pero estos, sin duda, son tres de los más importantes y de los más desatendidos por la administración y también por la iniciativa privada, mucho más centrada en la implementación de infraestructuras o en la comercialización de bicicletas y mobiliario y accesorios para las mismas.

Enhorabuena a los ganadores, enhorabuena a Enviroo por organizarlo y al Ayuntamiento de Valladolid por patrocinarlo y enhorabuena a las personas que participaron por su implicación y compromiso. Ya estamos esperando la próxima edición con ansiedad.

domingo, 3 de mayo de 2015

¿El siguiente por favor?

El tema de la movilidad se ha convertido en un lugar común, tanto que cualquiera puede opinar sobre ello y emitir juicios de valor y recomendaciones universales sin el más mínimo pudor. Esto que de por sí puede observarse como algo positivo (que hablen), resulta un tanto sospechoso cuando los que se aúpan al estrado son entidades de un corte tan marcadamente lejano al asunto de cómo nos movemos como el Consejo de Estado o, como ha pasado esta semana, la CEOE.

¿Qué le importa a la Confederación de Empresarios el tema de si la movilidad es más o menos sostenible si no es porque redunde en su resultado empresarial? ¿Qué le hace pronunciarse públicamente en este tema? Y lo que es mejor ¿qué tiene que decir?

Pues la CEOE ha decidido subirse al tren del eufemismo más recurrente en estos tiempos que es el de la sostenibilidad y lo ha hecho esta vez desde el vagón de la movilidad. Y así ha proclamado que es incuestionable la necesidad de reducir el uso de los coches en las ciudades y que hay que apostar por otras fórmulas como la potenciación del transporte privado, sobre todo del tren, del tranvía y del bus y del metro, pero, eso sí, en una gestión privatizada o en el peor de los casos semi-privatizada.


No está mal. Todo suma si de lo que se trata es de restar argumentos a favor de la utilización masiva del coche, sobre todo para trayectos urbanos. Aunque no sabemos bien qué pensarán algunos de sus asociados del tema: industrias del automóvil, del recambio, talleres de reparación, concesionarios, aseguradoras, financieras, funerarias, empresas energéticas, gestores de zonas de aparcamiento restringido, etcétera, etcétera, etcétera. Esta gente no tiene que estar nada contenta con este tipo de declaraciones públicas de sus presuntos representantes.

Lo que ya no resulta tan sospechoso es que la CEOE se haya olvidado de que la gente puede utilizar la bicicleta o caminar para sustituir muchos de esos viajes que actualmente hace en coche, pero esto, dada la circunstancia, casi es mejor para nosotros. Nos hace pasar desapercibidos y nos evita una situación comprometida.

Las bicicletas no representan nada para la CEOE y como mucho son un invitado molesto para la DGT o para el Consejo de Estado y sólo interesa en su versión electrificada, para repartir las migas del suculento pastel del Plan Pima Aire que ha sostenido (esto sí que es sostenibilidad) el sector de la comercialización de coches en este país desde el Ministerio de Medio Ambiente (¡sí señor). Las bicicletas siguen sin ser tenidas en cuenta aunque muchos ciudadanos, cada vez más, hayan decidido elegirla como medio de locomoción urbana, incluso a pesar de que haya sido uno de los pocos sectores emergentes en nuestra economía depauperada gracias a la proliferación de comercios, talleres, distribuidores e iniciativas que tienen a la bicicleta como objeto (empresas de bicicletas públicas, fabricantes de aparcabicis, aseguradoras, etc.).

Somos un grano en el culo. Un culo que sigue echando mucha mierda, un culo que cada vez huele peor porque cada vez trata de digerir más cantidad de basura y cada vez está más empachado. Lo peor es que nos estamos enquistando y no vamos a ser tan fáciles de quitar, si no es con una operación, porque nada indica que este organismo en el que nos encontramos quiera ponerse a dieta y rebajar el consumo de coches y sucedáneos motorizados.

Lo malo es que quizás estemos perdiendo la capacidad de sorprendernos ante los disparates y las estupideces, vengan del frente que vengan, porque cada vez son más frecuentes y más desafortunados. No sabemos quién se pronunciará mañana y cuál será su consejo pero, ¡qué más da! Lo importante es que se hable del tema para que forme parte del universo cultural en el que navegamos, que ya habrá ocasiones para dar un golpe de timón.

¿El siguiente por favor?

lunes, 2 de marzo de 2015

Bicity: un hervidero de ideas para la bicicleta

Regresamos absolutamente exhaustos de uno de los fines de semana más intensos y más emocionantes de los últimos años de prospección en temas relacionados con la bicicleta. Han sido muchos congresos, muchas jornadas y muchos encuentros, muchas ponencias, muchas reverencias protocolarias, muchas palabras grandilocuentes, muchos comunicadores impresionantes con mensajes inalcanzables, muchos cócteles y muchos canapés con sonrisas y conversaciones fatuas.

Bicity ha sido distinto y lo ha sido desde el principio. Porque Bicity, una iniciativa de la Red de Ciudades por la Bicicleta, no proponía una mera colección de charlas y un espacio de encuentro. Bicity era, sobre todo, un juego. Un juego pero con fuego real. Para empezar porque los participantes acudían con proyectos e ideas reales, paridos por ellos mismos y muchos de ellos ya en marcha que querían someter a escrutinio en un concurso de propuestas entre un público especializado:  otros promotores igual que ellos. Un buen banco de pruebas para testar si los proyectos eran refrendados o no.

Pero era más que eso. Era un laboratorio de ideas, ya que, en tan sólo 48 horas, los proyectos que eran elegidos dentro de una primera preselección después de una presentación de apenas 2 minutos, tenían la oportunidad de ser trabajados, redimensionados o repensados por grupos de trabajo integrados por los líderes del proyecto con otros participantes que se interesaran por el mismo dentro de ese público en el que la mayoría eran también promotores. Esto le daba a la cosa un cariz mucho más intenso y mucho más exigente, pero también mucho más enriquecedor si se sabían capitalizar los valores, las inquietudes, las ganas y las potencialidades de los integrantes de los grupos.


Aquí es donde la cosa cobró un interés redoblado. Muchos de los que no habían pasado el primer corte, ahora tenían que trabajar por mejorar el proyecto de los que habían sido sus competidores. Esto que, en otro escenario, podría haber levantado suspicacias, en este contexto se tradujo en un cóctel explosivo por la ebullición de ideas y por la potencia que añadían las aportaciones laterales a los proyectos originales. Simplemente sobrecogedor. La tensión y los nervios de la responsabilidad asumida por los líderes en estas condiciones de implicación se podían masticar.


Al final, tan sólo cuatro iniciativas fueron premiadas, pero el reconocimiento de los que estuvimos allí son para todos y cada uno de los participantes, mentores, jurados y, por supuesto, para los organizadores del evento, Enviroo, que supieron conducir la nave de una manera magistral, cercana, motivadora y amena.

De los proyectos y embriones que allí se expusieron, un total de 43, la mayoría trataba de buscar soluciones a la seguridad de los ciclistas: muchos a través de aparcamientos seguros como el ganador Don Cicleto, Bikehive o Bikius, otros a través de elementos de iluminación y señalización para la bicicleta como Urs My Bike, LED My Bike, o mediante sistemas de identificación y localización de bicis, IdeaBike. Otros, más singulares, proponían sistemas de bicis públicas sostenibles como Sunbik, fabricación de bicis con materiales especiales como fibra de basalto (Racormance) o bambú, soportes para fijar el casco a la bicicleta, centros integrales de la bicicleta en Sevilla o en Madrid, electrificación de bicicletas (Velomoción), confección del alforjas y ropa para ciclistas de ciudad, bicis de carga, bicis de impulso múltiple, patinetes eléctricos, plataformas tecnológicas de lo más variadas, de las cuales la más destacable era sin duda la que ganó el segundo premio, Ciclogreen, que ofrece un entorno donde los participantes iban acumulando kilómetros recorridos para ir al trabajo a cambio de recompensas por parte de la empresa  y muchas cosas más.


Había 2 proyectos que se salían del tiesto por su vocación más solidaria y ambos alcanzaron un reconocimiento especial. Por un lado, Bizzi, un proyecto dedicado a la elaboración de matrículas decorativas en el que el 75% de los beneficios son destinados a la adquisición de bicicletas para niños de entornos rurales con dificultades económicas, que logró una mención especial, y, por otro, una plataforma de empresas de reparto y logística a pedales que bajo el nombre de Cyclelogistics trata de aunar esfuerzos y crear sinergias en un sector que vuelve a emerger con fuerza en los últimos años: las bicimensajerías y las empresas de reparto de última milla en bicicletas y triciclos de carga, en la que estuvimos trabajando hasta la extenuación en un grupo de trabajo realmente efervescente que nos hizo acceder al tercer premio para nuestro orgullo.

Seguro que este fin de semana va a servir para muchísimo más que para recompensar a los más brillantes. Seguro que muchos, todos los que estuvimos participando nos hemos enriquecido de los intercambios y encuentros que allí se produjeron. Pero lo que es seguro es que un ambiente tan emocionante, tan implicador, tan efusivo y tan motivado no lo vamos a poder olvidar aunque queramos y nos va a dar ánimos renovados para afrontar nuestros próximos retos y buscar otros cuando los superemos.

Gracias a todos y que se vuelva a repetir.


jueves, 4 de julio de 2013

Sobre logística urbana a pedales

Llevamos muchos años tratando de encontrarle sentido a nuestras ciudades, para hacerlas más habitables, más sanas y más sostenibles y muchas veces no acabamos de hacernos con todo lo que ello implica. Nos llenamos la boca hablando de espacios públicos de calidad, de sostenibilidad, de respeto ambiental, de fomento de los aspectos sociales de la vida urbana y muchas veces nos olvidamos de las cuestiones relativas al transporte de mercancías, porque, simplemente, no somos capaces de visualizar otro formato, otro sistema que el que hemos ido heredando durante estas décadas de dominio motorizado privado y de concesiones a sus imperativos.

En otras ocasiones hemos tratado el asunto desde la perspectiva del reconocimiento de la valentía de unas cuantas iniciativas que han ido surgiendo y cuajando en nuestro entorno más o menos inmediato. Su valentía, el valor de sus propuestas, su carácter innovador, atrevido y hasta descarado. Hoy toca hablar en serio del asunto.


Resulta complicado pensar en el futuro de un sector que hace aguas por todos los lados, cuyo fundamento reside en apretar los eslabones de una cadena que ya soporta tensiones increíbles a un precio cada vez más ridículo y en minimizar la repercusión de la escalada de los combustibles y de las restricciones de circulación, y que, sin embargo, viene sufriendo unas fluctuaciones terribles en las últimas décadas provocadas por la deslocalización de la producción primero y la del consumo después.

En este escenario parece lógico y hasta exigible pensar que las bicicletas o los vehículos a pedales con tracción asistida deben tener un papel protagonista en el replanteamiento del transporte en la parte tocante a la ciudad consolidada, esa que se quiere preservar y mejorar, aunque sea en las zonas de acceso restringido a los automóviles de explosión. Y, sin embargo, cuesta pensar en ello como en una solución real.

¿Por qué es tan difícil el transporte a pedales?

Y que conste que hablamos de algo más que simple mensajería. Pues el tema de la distribución urbana de mercancías es tan complicada y, hasta la fecha, tan inviable por varios motivos:
  1. Falta de fiabilidad de los vehículos.- Si pensamos en sustituir furgos o camiones por bicicletas de carga y que estas asuman las tareas de aquellos, dependemos de que sean tan robustas, tan fiables y tan fáciles de reparar en cualquier sitio como los vehículos a los que tratan de reeemplazar, si no más. Y no lo son. La mayoría de los triciclos de carga que circulan por nuestras ciudades son caros, endebles y poco duraderos, además de ser complicados de reparar y de tener tecnologías todavía en desarrollo difíciles de reparar y de reponer. Esto obviando el vacío legal en el que se encuentran y las terribles dificultades que ello origina en la homologación de estos vehículos.
  2. Falta de confianza de los operadores de transporte.- Más en los tiempos que corren de caída del negocio y de revisión de sistemas, recortes y restricciones en todos los aspectos. Los grandes grupos que dominan el sector del transporte urbano ven la introducción de este tipo de vehículos como algo simpático pero poco fiable y poco eficiente, y los observan con una mezcla de interés, estupor y desconfianza, pero, salvo contados casos casi testimoniales, no mueven ficha a favor de esta opción aunque sea como solución parcial de "última milla".
  3. Falta de decisión de las autoridades municipales.- Sobre todo a la hora de condicionar el tránsito en las zonas de acceso restringido, vigilar su cumplimiento estrictamente donde se hace y, más que eso, tratar de construir nuevas formulaciones realistas y sensatas. Nadie se atreve a acotar zonas suficientes donde proponer unas nuevas reglas de juego consensuadas y mínimamente factibles.
  4. Falta de experiencia de los promotores de iniciativas independientes.- La mayoría de las personas que se embarcan en la empresa de repartir a pedales provienen del mundo de la bicicleta y no cuentan con experiencia suficiente en el sector del transporte, lo cual les hace presentarse como opciones demasiado riesgosas para las empresas que deciden confiarles sus cargas.
  5. Falta de experiencias exitosas de referencia.- En ninguna plaza de una mínima entidad ha habido una experiencia basada en un estudio serio y riguroso de demanda, bien cuantificado y bien implementado que cuente con estos vehículos como medio de transporte y que haya durado algo más de unos meses. A lo sumo hay compañías que los utilizan como taxis a modo de rickshaws o pequeñas iniciativas privadas casi testimoniales.
  6. Problemas operativos.- Si a todo esto le añadimos los problemas relacionados con la operativa de las actividades de carga, consolidación de la distribución, volcado de información, trazabilidad, tratamiento de incidencias, recogidas y devoluciones, además del celo de los operadores en ceder sus mercancías y el trato con el cliente a terceros, entenderemos que esto es prácticamente inasumible por alguien mínimamente cabal.
Ahora bien, siempre habrá un lugar honorable y una aportación incuestionable de todas y cada una de estas iniciativas atrevidas y la sospecha razonable de que algo de todo esto se puede hacer a golpe de pedal. Pero ¿alguien ha calculado cuántas bicicletas y triciclos de carga harían falta para dar servicio a todas las actividades económicas y a todos los particulares que pueblan esas zonas que se quieren preservar del tráfico motorizado?

Seguiremos trabajando en ello a pesar de que el mundo nos siga enseñando que esto no va a ser sencillo.

viernes, 4 de mayo de 2012

Mensajeros en bici ¿trabajo de riesgo?

El Mundo dedica un reportaje a una mensajería en bicicleta que ha surgido en Valencia, llamada Bicitrans, y en él, aparte de elogiar la valentía de estos jóvenes por su iniciativa, no se hace sino alimentar el mito urbano de que esto de repartir en bicicleta en la ciudad es un trabajo de riesgo, como catalogan en su epígrafe. El texto es absolutamente imperdonable. Toda esa terminología del culto y del miedo decora todo el artículo: la jungla del asfalto, mensajeros que se juegan el tipo, maniobras no exentas de riesgo, no duda en subirse a la acera, requiere de cierta dosis de inconsciencia...


Los que llevamos más de 15 años haciendo de este trabajo algo más que una afición más o menos bohemia demostramos con nuestra experiencia que, lejos de ser un trabajo de riesgo, es una práctica segura. Ahora, eso sí, siempre que se haga en buenas condiciones.

Viendo el video que acompaña el reportaje, se explica por qué los protagonistas han convencido a los reporteros de que su visión de este trabajo es riesgosa, intrépida. Lo es porque con sus infracciones la hacen pretenciosamente transgresora y eso, en muchas de estas tendencias de la calle, es sinónimo de atrevimiento, prestigio, esnobismo, subcultura o algo así.


Es realmente penoso que este tipo de actitudes tengan todavía eco y que se siga alimentando este tipo de imaginería, sobre todo si lo que se quiere vender a ese mismo mundo es fiabilidad y confianza, que, según hemos podido comprobar en nuestro día a día, es lo único que de verdad tus clientes están dispuestos a comprar. En la mensajería local, la confianza percibida vende mucho más que la rapidez, la ecología, la simpatía, la autenticidad o el "frikismo".

No me malinterpretéis, me parece encomiable el esfuerzo y el intento de esta gente por echar a andar un negocio y más en estos tiempos de depresión. Tampoco estoy diciendo que los demás no hagamos alguna "trampilla" en una ordenación circulatoria apañada para los motorizados. Pero de ahí a hacer exhibicionismo y ostentación va un paso cualitativo esencial. Y eso no es un punto de inconsciencia, es pura irresponsabilidad, si no temeridad empresarial.

Hay otra cosa importante, más cuanto más pequeña sea la ciudad: no sabes quién es al que le has hecho la pirula, al que le has montado la bulla, al que has pasado rozando o al que le has demostrado que tú eres más listo que él y créeme, muchas veces, muchas más de las que te imaginas, el mundo está mucho más interrelacionado de lo que parece. Así que cuidado con las maneras y cuidado con fardar de ello, sobre todo si quieres currar en la jungla urbana mucho tiempo.

martes, 3 de abril de 2012

Bicicletas trabajando con dignidad

¿Un batido? ¿Un café? ¿Un helado? ¿Un crepe? ¿Una carrera en taxi? ¿La limpieza de las calles? ¿O el típico reparto y distribución de mercancías ligeras? Todo puede hacerse en una bicicleta de carga. Y hay ciudades donde, con un poco de suerte, puedes llegar a ver todas estas actividades el mismo día.



No es casualidad que sea una gran capital turística de la bici donde todas estas prácticas se hagan de esta manera: Copenhague. De hecho no deja de ser venta ambulante pero que, utilizando la bicicleta como soporte y transporte, cobra una movilidad, una cercanía y una simpatía especiales. Aunque hay otras partes del mundo donde podemos ver tantas o más propuestas como estas también en bicicleta y con la misma gracia y dignidad.

Como dijo el responsable del asunto en mi pueblo cuando solicitamos el permiso para utilizar uno de estos trastos para transportar mercancías en las zonas peatonalizadas de nuestra ciudad:

- ¡Eso, acabaremos como en Yakarta, repartiendo en bicicletas y transportando a la gente en rickshaws!

Es lo que tiene viajar, que da perspectiva. Seguiremos trabajando en ello...



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domingo, 23 de octubre de 2011

Bici en familia con compañeros de trabajo

Ayer tuvimos la oportunidad de participar en la organización de un paseo familiar en bicicleta para los empleados de una gran empresa local. La idea, bien sencilla, consistía en convocar a las personas que trabajan en dicha empresa acompañadas de sus familiares, para hacer un recorrido lúdico en grupo con la sana intención de tener un espacio de encuentro diferente a la pura relación laboral, visitar una zona tranquilamente y tomar un tentempié de manera distendida. La experiencia ha sido un éxito.

La reflexión es que, más allá de la pura convivencia de trabajo, hay empresas que empiezan a pensar que merece la pena dar oportunidades y crear espacios para hacer encuentros informales donde los escalafones se relativizan, donde lo que valen son las personas y en los que la ocasión de conocerse y departir distendidamente de otros asuntos o simplemente tener una experiencia compartida justifica la iniciativa.


La bicicleta, para eso, se descubre como una herramienta inmejorable. Su universalidad hace que todos puedan participar, desde los más pequeños que pueden ir incluso en una silleta o en un remolque, pasando por los niños para los que este tipo de actividades son realmente motivadoras, hasta los mayores que, a bordo de una bicicleta, pierden rango y ganan accesibilidad y vulnerabilidad. Además el hecho de llevar menores obliga a que el paseo sea realmente tranquilo, lo cual ofrece una oportunidad para la conversación.

Creo que este tipo de experiencias deberían hacerse más a menudo en el entorno laboral, como fomento de esos espacios de comunicación informal y de convivencia puramente antropofílica que hoy en día, y mucho más en tiempos de crisis, resultan esenciales para fortalecer las ilusiones, revitalizar las relaciones personales y demostrar que lo importante son las personas. Por eso, y porque estaremos dando ejemplo a nuestros menores.

Voy a proponer un paseo en mi empresa, aunque, igual, más que en bici, lo hacemos en patinete o algo así porque si no igual resulta demasiado redundante.

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