Es curioso ver cómo muchas ciudades están tomando medidas e implementando actuaciones que pretendidamente persiguen hacer la movilidad en su entorno más sostenible. Se hacen carriles bici y carriles bus, se instalan bicicletas públicas, se regula el aparcamiento, se potencia el transporte urbano, todo muy loable y bienintencionado. Y, sin embargo, ¿cuántas de estas medidas responden a un plan de movilidad previamente estructurado que persiga disminuir el uso del coche en la ciudad?
Uno de los casos más graves que conozco de primera mano es el de la ciudad de Pamplona y su comarca. Una ciudad con unas condiciones excepcionales para promover medios de transporte alternativos al coche por su tamaño, por su estructura urbanística, por su red viaria y por el servicio de transporte público con el que cuenta. Pamplona ha sido siempre una ciudad agradable para vivir, con zonas verdes y paseos, con barrios vivos y un buen comercio, pero eso no es suficiente para justificar cualquier actuación que se haga en el marco de la movilidad.
Por ejemplo, ¿de acuerdo con qué criterio se implementó y se mantiene el sistema de bicicletas públicas con que cuenta la ciudad? ¿y los carriles bici? ¿y los aparcamientos supuestamente disuasorios dispersos por la ciudad o la zona azul? ¿y los ascensores?
Pamplona, que fue una de las primeras ciudades que firmó un Pacto de Movilidad allá por 2005 y que se dotó de un Plan de Ciclabilidad al año siguiente, estuvo inmersa en un proyecto de Plan de Movilidad comarcal que quedó abortado precisamente por la falta de voluntad de su ayuntamiento a la hora de llegar a acuerdos básicos respecto a las medidas que apuntaba dicho estudio. Dichas medidas trataban de ofrecer oportunidades a modos de movilidad limpios y sanos, tales como caminar, andar en bici o viajar en transporte público, a costa de restar oportunidades a la utilización másiva e indiscriminada del coche.
El Plan quedó abortado a principios de 2008 y, pese a que ha habido intentos de revitalizarlo mediante mociones mayoritarias, el Ayuntamiento de Pamplona ha hecho caso omiso y ha seguido improvisando su quehacer en estos temas. Tal ha sido la falta de voluntad por aparejar algo mínimamente estructurado que, con el cambio de gobierno municipal, han decidido desmantelar el Area de Movilidad, que supuestamente se dedicaba a estas labores, aunque nos consta que sin presupuesto y sin planificación suficientes. Eso dejó a la ciudad sin estrategia y a las poblaciones contiguas que forman la Comarca huérfanas y obligadas a hacer sus propios planes interiores pero sin una herramienta para coordinar sus esfuerzos a nivel comarcal. Pero, más que eso, sirvió para sentar un estilo, el de la improvisación, el posibilismo y el oportunismo para hacer chapuzas tan sangrantes como muchos tramos de carril bici, que han sido imitados en otras partes de la Comarca y del resto de Navarra.
Hoy es el día en que nuestros vecinos de Vitoria celebran la capitalidad europea en el asunto verde y que su última encuesta de movilidad arroja unos datos realmente impresionantes en crecimiento del uso de la bici y en optimización del transporte público. Ellos cuentan con un Plan de Movilidad Sostenible y nosotros no. Y, además, lo están poniendo en marcha con determinación y con participación. Y así les va: mejor. Y así nos va a nosotros: igual de mal.
La sospecha razonable es que nuestro ayuntamiento no quiere que en nuestra ciudad se condicione para nada el tráfico automovilista y es capaz de hacer cualquier cosa para que esto siga así: promover la circulación de bicicletas por aceras, denigrar a los peatones, despotenciar el transporte público o maniatar el transporte de mercancías. No sé cuánto calculan que se puede mantener esta situación, pero, gracias a su empeño, Pamplona puede presumir de estar perdiendo oportunidades de mejorar su movilidad y su accesibilidad de manera consensuada y con financiación externa, para perjuicio de sus habitantes, de sus comerciantes y de sus visitantes.
Lo peor del asunto es que si hoy, después de 3 años, se quiere reactivar dicho Plan descubriremos que se ha quedado obsoleto y habría que revisar el diagnóstico, que ya tiene 4 años, para volver a diseñar las líneas de actuación, así que eso que nos ahorramos.
Por cierto, la semana pasada se publicaron las ayudas del Gobierno de Navarra en su convenio con el IDAE para proyectos relacionados con la movilidad. ¿La condición? Que estén recogidos en un Plan de Movilidad Urbana Sostenible. Luego diremos que es culpa de la crisis.
Como para hablar de educación, de sensibilización, de respeto, de empatía y de memeces de esas...
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