martes, 30 de noviembre de 2010

Esto nos va a salir caro... muy caro

A todos. A los ciudadanos contribuyentes, que al final son los usuarios y los paganos. Y no hablo de las multas e indemnizaciones que han empezado a resultar de sentencias de juicios a ciclistas que han atropellado a peatones en las aceras. Tampoco en las sanciones astronómicas que algunas ciudades están proponiendo para atajar actitudes incívicas o inadecuadas de los ciclistas. No. Con la alegría con la que se están haciendo las cosas, esto va a tener unas consecuencias importantes, bastante más importantes que estos casos aislados. Y las vamos a pagar, por supuesto.

Nos va a salir cara la pretensión de muchos ayuntamientos de contar con una red de vías ciclistas. Ambición cuestionable por tratar de desdoblar el viario para cada tipo de vehículo que se quiere incluir en la circulación como si no hubiera otra forma de que circulen seguros. Vías para coches, para autobuses, para tranvías, para bicicletas y para peatones, paralelas pero con inevitables, inverosímiles e incomprensibles estrechamientos, confluencias, cruces y finales.

Nos va a salir caro el intento de justificar un sistema de transporte público individual que no se reequilibra, que no compensa viajes en coche y cuyas concesiones, costes, emisiones y financiaciones son poco menos que opacos o inconfesables. Las bicicletas públicas.

Nos va a costar mucho recompensar a los peatones de los agravios a los que les estamos sometiendo de manera sistemática integrando la circulación de bicicletas en plataformas peatonales con la sospechosa excusa de querer defenderlas de su espacio natural, la calzada.

Nos va a resultar realmente penoso tratar de entender esta multiplicidad de criterios, normativas, casuísticas y excepciones que hemos sido capaces de generar a la luz y como consecuencia de muchas chapuzas realizadas alocadamente y con objetivos de notoriedad política y social.

Pero lo peor del caso es que, para cuando nos queramos dar cuenta, la situación habrá tomado un cariz tan insostenible y unas inercias tan espeluznantes, que hará que volver las tornas se convierta en un trabajo más arduo y más costoso que seguir con la sangría y dejarlo correr.


Y no se van a conseguir los objetivos

Esto es:

  • mejorar la funcionalidad de la bicicleta como medio de locomoción,
  • reducir la accidentabilidad por kilómetro recorrido,
  • reducir los robos y el vandalismo contra las bicicletas,
  • disminuir el número de viajes en coche (aunque sea eléctrico) en los centros de valor urbano,
  • hacer ciudadanos y ciudadanas más conscientes, que, con sus opiniones y decisiones, participen en la configuración de su entorno
  • en definitiva, hacer ciudades más habitables, más sociales, más seguras y más divertidas.

Por lo visto esto no era lo importante. O no era lo más interesante. Estamos en temporada de elecciones.

1 comentario:

  1. Eneko, es muy reconfortante leer que no estamos solos contra esta invasión ciclista de las aceras.

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