Era de temer que en esto también íbamos a resultar al final los culpables y, cómo no, los paganos. Lo que nadie sospechaba es que los mismos que nos habían llevado a esta situación iban a ser los responsables de sacarnos de ella y que el remedio que, después de todo este tiempo de contemplación, habían descubierto se trataba de la misma medicina que nos hizo enfermar, pero en una dosis menor.
Se conoce que nos quieren inmunizar a base de envenenarnos un poco menos, pero siempre con el mismo brevaje. Lo que nos aguante el cuerpo: lo que sea sostenible. En todos los terrenos y en todos los aspectos, estamos intentando recuperar la misma situación que nos ha conducido hasta nos encontramos. Somos así: torpes, testarudos, conservadores, reaccionarios, cobardes y acomodados. Y somos capaces de dejarnos llevar estúpidamente por el rebaño hasta caer por el acantilado.
La crisis es la oportunidad
Ya lo decía Einstein, aunque quizá se equivocaba también en esto:
"No pretendamos que las cosas cambien, si siempre hacemos lo mismo. La crisis es la mejor bendición que puede sucederle a las personas y países, porque la crisis trae progresos, la creatividad nace de la angustia como el día de la noche oscura. Es de la crisis que nacen la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias. Quien supera la crisis se supera a si mismo sin quedar superado. Quien atribuye la crisis a sus fracasos y penurias, violenta su propio talento y respeta más los problemas que las soluciones, la verdadera crisis es la crisis de la incompetencia. El inconveniente de las personas y los paises es la pereza para encontrar las salidas y soluciones. Sin la crisis no hay desafíos, sin desafíos la vida es una rutina, una lenta agonía. Sin crisis no hay méritos. Es en la crisis donde aflora lo mejor de cada uno, porque sin crisis todo viento es caricia.
Hablar de crisis es promoverla, y callar en la crisis es exaltar el conformismo. En vez de esto, trabajemos nuestro talento y nuestras habilidades para encontrar soluciones, acabemos de una sola vez con la única crisis amenazadora, que es la tragedia de no querer luchar por superarla."
Hay que romper con los dogmas, cuestionar los paradigmas y escapar de las inercias, si queremos estar en condiciones de superar la crisis en la que nos han envuelto y nos hemos dejado enredar, sin acabar atrapados y arrastrados por la corriente.
Recortar no es suficiente
En estos momentos convulsos, donde parece que todo se va a resolver recortando gastos, nadie está tratando de proponer alternativas. No podemos esperar que sean los mismos responsables de las operaciones de ingeniería financiera, de especulación inmobiliaria, de precariedad laboral y de perversión propagandística los que nos saquen de este embrollo.
En lo que a las bicis respecta, no podemos confiar en los mismos irresponsables que han implementado, favorecido y permitido toda esta colección de despropósitos en forma de obras públicas más que cuestionables, de operaciones de marketing social apoyadas en multinacionales de la publicidad y de campañas institucionales mojigatas y generalistas, que han deparado en toda una suerte de vicisitudes (más bien "bicisitudes") que han dejado a los que andan en bici indefensos, inhabilitados, desprotegidos y cuestionados, cuando no circulando directamente por la acera.
Mientras tanto, ninguna propuesta de educación, de salud, de movilidad laboral, de intermodalidad, de aparcamiento de seguridad o simplemente de adquisición de habilidades y conocimientos básicos para aquellas personas que lo soliciten y con ayudas públicas, porque esto del replanteamiento de la movilidad, más que una cosa bonita, ya va empezando a ser una necesidad imperiosa de carácter social, para hacer nuestras ciudades más habitables y dar oportunidades a las futuras generaciones.
Así pues, menos de lo mismo, por favor, y un poquito de algo distinto si queremos salir de esta vorágine que no la cura el que la provocó.