Para hacer autovías, trenes de alta velocidad o redimensionar aeropuertos y multiplicar aparcamientos en impresionantes centros comerciales, empresariales o de ocio no se dedican Semanas ni miles de euros. Esta es la paradoja. ¿Creemos realmente en lo que hacemos o hacemos creer que es realidad lo que enseñamos? Pues probablemente ambas cosas.
Peatones, bicicletas y transporte público... ¡un mundo mejor! ¡Qué bonito! ¿Y cómo lo vamos a hacer en una semana, perdón, en Una Semana? Pues precisamente así: bonito. Como una flor.
¿Menos coches? De verdad ¿quién desea esto? No debe ser el mismo Quién que decide hacer todo lo contrario con los mejores fondos de estos pequeños quienes que se alegrarán una Semana creyendo que algo está cambiando simplemente porque es lo que les enseñan. Afortunados los inocentes...
¿Servirá realmente para cambiar las opciones de transporte de alguno de los que participen en cualquiera de los actos programados en ella? ¿Si? ¿Por qué? ¿Habrá alguna revelación determinante que abrirá los ojos de alguien? ¿Cuál? ¿Alguien descubrirá precisamente en esa Semana que lo que hace a diario no está bien y va a hacer algo diferente?