martes, 23 de febrero de 2010
Barcelona sigue marcando tendencias
lunes, 22 de febrero de 2010
Volvamos la vista atrás 50 años
"Es un sitio estratégico, pues aparte de que allí está la parada del tranvía, es punto de partida para muchos barrios y pueblos limítrofes de importancia agrícola. En un local cubierto y bien acondicionado vemos cientos de bicicletas. Todas llevan un papelito blanco sujeto a los radios de una de las ruedas. Es la contraseña, el control. Los que las han dejado allí, unos están en sus talleres respectivos y otros en la ciudad. La mayoría han llegado de los pueblos vecinos por la mañana y habrán de regresar por la noche. Al cuidado de las máquinas, toda una familia, la señora de la casa -la propietaria-, su sobrina, el marido, otro sobrino… Entre todos atienden la guardería y también las reparaciones."
Si queremos promocionar la bicicleta en la ciudad, tendremos que ofrecer servicios para sus usuarios. A modo de ejemplo el garaje para bicicletas que han montado en Brisbane (Australia) bajo el nombre de Cycle2City.
Bicicletas públicas: ya son más de 100 ciudades y más de 16.000 bicis
Es complicado hablar de este tema sin polemizar, pero cuando menos resulta inquietante la proliferación de unos sistemas tan artificiales de acceso a la bicicleta como son las bicicletas públicas. Caras y de dudosa efectividad, las bicicletas públicas ya forman parte del mobiliario urbano de muchas ciudades. En cabeza, las emblemáticas Barcelona y Sevilla como escaparates para el resto. Hay que empezar a auditar las cuentas de la bicicleta pública para establecer sus costes reales y así poder evaluar unas estadísticas en términos económicos y ambientales.
Un dato para hacer una primera aproximación: una bicicleta pública en servicio viene a costar al año una media de 3.000 euros. Si estamos hablando de 16.000 bicicletas, el presupuesto anual es de 48 millones de euros, tan sólo para que la gente tenga acceso a una bicicleta.
domingo, 21 de febrero de 2010
Accidentes ¿cosa de coches?
Leo interesado estos días los resultados de la siniestralidad que genera el tráfico en Pamplona y me surgen unas cuantas cuestiones. Nos dan dos datos: la ausencia de víctimas mortales en todo 2009 que resulta gratamente sorprendente y la cantidad de accidentes que ocurren en nuestra ciudad: 2.585. Y eso sólo en el término municipal.
¿Qué está pasando?
Pues parece evidente que las medidas dispuestas por el Ayuntamiento para calmar el tráfico están empezando a dar sus frutos. La limitación de las velocidades de circulación, la utilización de elementos reductores de dicha velocidad, la persecución y penalización de las transgresiones son medidas que se han revelado efectivas. Pero yo quiero creer que además empieza a haber unos indicios de concienciación entre nosotros que nos está haciendo más civilizados, menos agresivos. Siempre hay y habrá excepciones, pero parece que esto empieza a funcionar.
Sin embargo, sigue habiendo accidentes. Y muchos. Y aquí es donde merece la pena pararse a pensar un poco. Veamos lo que les ha pasado a los ciclistas y a los peatones. Los ciclistas se han visto involucrados en 83 accidentes, con 70 heridos, de los cuales sólo 3 fueron graves. Pocos accidentes, sin duda. Pero es que también hay pocos ciclistas. Lo que se constata es la fragilidad de los mismos en caso de accidente. Y lo preocupante es cómo han sucedido. 26 por cruzar por pasos de peatones “indebidamente”, 18 porque el coche no respeta la prioridad del ciclista, tan sólo 7 porque el ciclista no respeta la prioridad del coche y sólo 3 con peatones involucrados. Los peatones por su parte han sufrido (los peatones siempre sufren) 171 atropellos de los cuales 112 se han producido ¡en pasos peatonales! con 34 heridos graves.
¿Por qué?
Porque a los ciclistas se les ha animado a creen que la forma más segura de circular por la ciudad son las aceras y por eso ven con buenos ojos que todas las actuaciones en favor de la bicicleta se hagan “robando” espacio a los peatones y no a los coches. Y sin embargo no se dan cuenta de que, circulando en estas condiciones, la bicicleta pierde rapidez, prioridad, derechos de circulación y sobre todo visibilidad para los coches (que en definitiva son los realmente peligrosos). Por eso se producen tantos accidentes en pasos de peatones (nadie espera una bici porque no hay perspectiva suficiente) y por falta de respeto a la prioridad del ciclista (hay conductores que no tienen del todo claro que las bicis puedan circular por muchas calzadas). Claro que hay ciclistas imprudentes, pero ellos no amenazan la integridad de los demás.
Ya es hora de empezar a demandar los derechos, el respeto y el espacio de los ciclistas en la calzada y dejar a los peatones a su aire en las aceras, que tanto les ha costado recuperar y de las que ahora les volvemos a desposeer.
Y también es hora de reclamar mejores condiciones para los pasos de peatones. No basta con iluminarlos y “temporizarlos”. Hay que acortarlos “invadiendo” la calzada hasta la línea de coches aparcados y hacerlos más visibles quitando la plaza de aparcamiento anterior en el sentido de la circulación. Y, de la misma manera que se hacen campañas institucionales para enseñar a los peatones los peligros de no utilizar los pasos de cebra, se podrían hacer otras igual de contundentes (o más) para que los automóviles los respeten y perseguir a los que no lo hagan.
Pero ¿por qué no empezar a olvidar estos enfrentamientos y apelar a la convivencia como único medio para recuperar las calles como espacios de disfrute y de encuentro? Sin duda estamos en el camino, pero que sea bueno nunca significa que no sea mejorable. Así pues, trabajemos para ello. Merece la pena.
sábado, 20 de febrero de 2010
La vía hace al ciclista
CONSECUENCIAS DE
En el ámbito urbano
Estamos hablando fundamentalmente de
¿Cuáles han sido las consecuencias?
- Se ha incrementado el número de ciclistas, aunque no se ha sabido ponderar las inercias que ya eran indicadoras de un crecimiento significativo sin este tipo de infraestructuras.
- Se ha reducido la eficiencia de la bicicleta como medio de transporte, al recomendar (cuando no obligar) a seguir itinerarios complicados, sinuosos y con poca prioridad, que alargan los viajes de una manera significativa.
- Se ha aumentado el número de accidentes de ciclistas en intersecciones, incorporaciones y pasos peatonales, con lo cual se ha incrementado también la peligrosidad de los itinerarios en dichos puntos.
- No se ha condicionado el tránsito motorizado, con lo cual no se ha disuadido suficientemente sobre el uso del coche privado en los trayectos urbanos. Lo que sí que se ha condicionado es el tránsito peatonal, sometiendo a los viandantes a un estrés y a una discriminación incluso en espacios reservados a los mismos, como son las aceras.
- Se está segregando sólo a un estilo de ciclistas -los de montaña o los de trekking- discriminando a los ciclistas “de rueda estrecha” que no pueden circular por este tipo de vías.
- Se han conseguido muchos kilómetros de adecuaciones de vías en poco tiempo por resultar su ejecución realmente barata.
- Son vías de una cierta peligrosidad, ya que el terreno suelto tiene sus inconvenientes en la tracción y, por tanto en la conducción, y tiene sus sorpresas en cuanto a la nivelación, baches, regueros, etc.
- Su coste de mantenimiento es muy superior al de una vía pavimentada.
- No se han priorizado los itinerarios atendiendo a criterios de conectividad y funcionalidad, ni siquiera a atractivo turístico sino a otras razones.