viernes, 8 de julio de 2011

Inseguridad vial

Dos personas han perdido la vida en Pamplona en tan sólo unos días atropelladas en sendos pasos peatonales. En sendos pasos peatonales, repito. Paradójicamente los lugares mejor señalizados y presuntamente más seguros para que los viandantes crucen las carreteras.

Me cuesta pensar que ambas personas, una de 60 y otra de 87 años, accedieran de manera imprudente a estos pasos. Entonces ¿de qué depende la seguridad cuando se cruza una carretera?


Culpabilizando al peatón

Hace tres años el Ayuntamiento de Pamplona lanzó una campaña para concienciar a los peatones de la importancia de cruzar por los pasos de cebra. El año pasado se hizo toda una operación de pintado y vallado de pasos peatonales y una prueba haciendo pasos asimétricos. El problema en todas estas actuaciones es el mismo: sólo se responsabiliza a los peatones de su imprudencia al acceder a las carreteras. De hecho, implícitamente se les culpabiliza de las consecuencias de ello. A las víctimas. A los más indefensos. Justo donde les respalda todo el derecho.

Y sin embargo no se hace nada por concienciar a los automovilistas para actuar sobre la causa de todas estas situaciones. Porque la verdadera causa de todas las muertes por accidente de los peatones son los automóviles. Pero sobre eso no hay nada que hacer, por lo visto. De hecho, ese no debe ser el verdadero problema para nuestros responsables. Los peatones, sí.


¿Para cuándo la reducción de velocidad?

Varios estudios realizados aseguran que reduciendo la velocidad de circulación en ciudad a 30 kms/h disminuirían los accidentes graves en un 85%. Estos estudios, que han sido hechos públicos por la DGT han servido para argumentar la limitación de la velocidad en calles de un solo carril por sentido a 30 kms/h, aunque el cambio del código de circulación todavía no se ha producido.

¿Y para cuándo el replanteamiento de la ciudad?

Pero todavía falta por hacer un análisis más profundo sobre la manera en que nos desplazamos en la ciudad, sobre la dispersión urbanística y de las actividades que nos ha hecho en pocos años dependientes del coche, sobre la preponderancia de este medio de transporte respecto a otros más respetuosos y amables, sobre la agresividad y la prisa como actitudes consentidas y generalizadas, sobre el deterioro de los espacios públicos como lugares de encuentro y de convivencia, sobre el progresivo aislamiento, sedentarización y pasivización de la población, sobre la falta de civismo, sobre el retraso de la autonomía de nuestros menores y el adelanto de la de nuestros mayores…


En fin, es muy fácil justificar las inercias adquiridas y hablar de mala suerte, pero hasta que no replanteemos la movilidad, no estaremos intentando atajar el mal que más muertes produce en nuestra sociedad actual.

1 comentario:

  1. Las calles son y deben ser de los peatones, de las personas y debe primar su derecho de moverse a pie por donde les plazca, los vehículos, las máquinas, motorizadas o no están de prestadillo y mientras no se conciencie de que es así da igual las medidas que se tomen, la tiranía de las máquinas se perpetuará o en el mejor de los casos la hegemonía de los vehículos a motor será sustituida por la de los no motorizados, si bien en ciertas zonas de las ciudades porque ninguna ciudad se ha librado de estos molestos, ruidosos, contaminantes y a veces imprescindibles (por el propio diseño de las ciudades) moles de metal y polímeros.

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