lunes, 29 de diciembre de 2014

Hazte un favor: regálale una bici

Nos encontramos inmersos en plena vorágine consumista. Esa que nos empuja a comprar, con la excusa de alimentar mitos y creencias que mezclan lo místico con lo crematístico de manera absolutamente desvergonzada, y que nos ha enseñado que los regalos son la recompensa a haber sido buenos o, dicho de otra manera, a no haber traicionado los principios que sustentan esta sociedad banal e interesada.

Y ahí andamos comulgando todos, más o menos a disgusto, devanándonos el seso para acertar con la voluntad del regalado, sobre todo cuando el objeto de nuestra generosidad es un niño o niña. Un juguete, algo más práctico, con pilas, sin ellas, interactivo o no, que potencie valores o que entretenga suficientemente... las variables son infinitas y la influencia de los poderes mediáticos descomunal.


En estos días, en los que uno de cada tres anuncios son de perfumes, nos asalta, a los que tenemos niños a nuestro alrededor con los que cumplir, la gran duda. ¿Juguetes o juegos? ¿Calle o cuarto de estar? ¿Actividad o sedentarismo?

Más calle y menos cuarto de estar

Al final, la cuestión se reduce muchas veces a objetos para permanecer en casa más entretenidos y dóciles o elementos que necesiten el espacio abierto para cobrar sentido y utilidad. Y, curiosamente, cada vez los medios de comunicación y consumismo nos enfocan más a retenernos en el cuarto de estar, en sus dominios, que a salir a la calle, un medio mucho menos controlable y donde las cosas ocurren de manera azarosa.

En este orden de cosas, donde todos los intereses nos tratan de convencer de que la calle es mucho menos segura y previsible que el salón de nuestra casa, debemos recordar que es en ese terreno común donde las cosas ocurren realmente y donde dependen de nosotros mismos, de nuestras habilidades, de nuestra destreza, de nuestra experiencia.

Es ahí donde tenemos algo que hacer y donde nuestro papel es protagonista. Es ahí donde podemos decidir al menos en la parte que nos toca que es: cómo vamos a desenvolvernos, cómo vamos a relacionarnos y cómo vamos a movernos. Y ahí una bicicleta puede cobrar un sentido y una dimensión importante. Decisiva.

Así pues, regálale una bici, porque mientras sigues cumpliendo con la expectativa del universo de los juegos y los juguetes, puedes estar regalando un vehículo que haga que su jinete adquiera una consciencia, una conciencia y una destreza que sean valiosas para el resto de su vida.

Piénsatelo y actúa. Estarás participando en la construcción de un mundo un poco mejor en el que tú también saldrás beneficiado.

viernes, 26 de diciembre de 2014

El exceso de confianza mata

En estas fechas tan entrañables es donde más echamos en falta a los seres queridos. En estos días tan señalados en los que medio mundo se está desplazando para volver a encontrarse con el otro medio y felicitarse por estar allí es cuando los responsables de la seguridad vial doblan esfuerzos para tratar de prevenir la desgracia. Ahí suele estar presta nuestra querida DGT para recordarnos que somos pecadores y mortales y que, al volante, esta conjunción es fatal de necesidad.



Bien. Hace falta recordarlo, aunque estos mensajes emocionantes ya no calan en nuestras frías entendederas. Estamos inmunizados a las advertencias y a los consejos paternalistas. Nos hemos cansado de ser los eternos culpables de nuestras propias desgracias.

Pero el mensaje navideño de hoy no va dirigido a los automovilistas. De esos ya se ocupa el resto del mundo. La advertencia de hoy va para los que se mueven sin motor, esos para los cuales los despistes y las imprudencias se traducen en daños físicos en sus propias carnes. A esos, hay que recordarles que, aunque les asista el derecho y tengan permiso legal, lícito o tácito de hacerse unas cuantas jugadas o pasar por alto el orden establecido a favor del automóvil, deben extremar precauciones y reforzar su atención. Más en estas fechas donde todo el mundo va un poco alocado y más de uno además algo perjudicado.


Tu integridad depende de ti y el exceso de confianza en tu caso, ciclista o caminante, lo pagas más caro que los demás.

Feliz Navidad.

miércoles, 17 de diciembre de 2014

Cortando vías

¿Alguien se imagina qué pasaría si en una ciudad se cortara una calle sin previo aviso? ¿Sobre todo si afectara al tráfico? Sería una pequeña hecatombe. Si además fuera un acceso estratégico al centro urbano, la cosa tomaría tintes catastróficos. Si a eso le añadimos que fuera una vía recién puesta en servicio, el clamor sería generalizado. Incluso de la gente que no estuviera afectada por el cambio. Prácticamente impensable.


Sin embargo, cuando eso mismo ocurre con un itinerario para "gente sin motor", se puede hacer así sin más y no pasa nada. Nadie se queja. A nadie le sorprende. Se trata de justificar. Hasta los propios perjudicados intentan entenderlo.

Es lo que está pasando estos días con el vial recientemente reinventado en uno de los accesos al centro de Pamplona, exactamente por la Avenida de Guipúzcoa. La exigua acera, su ampliación y el discutido carril bici bidireccional han quedado reducidos a la mínima expresión. Justo la misma ignominia que había antes de su reconfiguración. Pues no han pasado ni dos semanas y ya se ha dispuesto del mismo sin aviso y sin plazo determinado para... arreglar el yerbín de la muralla.

Una vergüenza que demuestra la falta de tacto y de miramientos de un Ayuntamiento que nunca se ha tomado a los ciclistas ni a los peatones en serio. Al menos no tan en serio como a sus jardines.

Es lamentable. Sigue siendo lamentable.



Ahí queda eso.

lunes, 15 de diciembre de 2014

¿Por qué volvemos a hablar de bicicletas?

Se aprecia un interés renovado por las bicicletas en las últimas semanas. Parece que queremos retomar el tema, siempre caliente y siempre discutido, de devolver las bicis a su espacio natural, la calzada. Parece que nos preocupa su seguridad. Parece que queremos dotar a nuestras ciudades de aparcamientos suficientes y suficientemente dotados, para bicicletas claro. Parece que nos preocupa el incremento en la incidencia de los robos de estos vehículos y montamos dispositivos y grupos de investigación al respecto. Parece que los medios de comunicación se quieren hacer eco de todo esto de una manera aparentemente ecuánime. Algo pasa.


Perdón por la desconfianza pero, cuando llevamos tantos años dándonos con la puerta en las narices al reivindicar los derechos de los ciclistas y la conveniencia de promocionar este medio de transporte, no es de extrañar que mostremos un cierto recelo ante semejante interés. Nos cuesta creer que las bicicletas sean bienvenidas así porque sí. Nos cuesta creer que los mismos que las han ninguneado durante tantos años ahora se interesen por ellas. Nos cuesta. Y mucho.

Por eso cuando participamos en los foros a los que nos convocan seguimos estando un poco tensos. Nos tenéis que perdonar pero no lo podemos evitar. No podemos evitar que algo nos huela raro después de todo este tiempo.

¿A qué se debe ese interés inusitado, esas prisas por demostrar una preocupación por los ciclistas? ¿Por qué ahora? ¿Qué ha cambiado? ¿Qué objetivos se persiguen con ello? ¿Obedece a alguna estrategia que desconozcamos?

Esperemos que no responda sólo al ánimo de escenificar un impulso que cumpla el expediente ante los medios y sus audiencias, pero nos va a costar ver otra cosa precisamente porque nos encontramos en todo ese proceso preelectoral que ya nos ha acostumbrado a presenciar este tipo de farsas tan obscenas como fingidas.

Veremos en qué quedan todos estos movimientos. Mientras tanto, no hay que desaprovechar ninguna oportunidad y puede ser el momento de capitalizar esta atención para proponer nuevos retos que midan el interés y seguir demostrando, sobre nuestras bicis, que nuestra opción va más allá de oportunismos y requiere más atención que unos cuantos artículos en prensa, algunas declaraciones voluntaristas o unas cuantas convocatorias autocomplacientes.

Porque seguimos echando en falta un tratamiento serio de la bicicleta como vehículo de pleno derecho y, por qué no, con algunos privilegios dado lo que aporta a la construcción de una ciudad amable y vivible, volveremos a hablar de bicicletas las veces que sea necesario.

Un saludo y nuestros mejores deseos para el año entrante.

martes, 9 de diciembre de 2014

Mea culpa

Hoy ha tocado caerse. Un perro se ha cruzado de noche en mi camino en un parque por una vía asfaltada y nos hemos dado un buen sopapo los dos. Los dos con pronóstico leve. Los dos con un buen susto en el cuerpo. Bueno, los tres, que el dueño del can también se ha llevado su soponcio. Hemos pasado revista y hemos dado por buenas mis brechas y el revolcón. Adiós gracias.


Hasta aquí todo correcto, desafortunado pero correcto. Lo malo es lo que viene después del calentón y no precisamente los dolores de las contusiones, las inflamaciones o el escozor. No. Lo malo es cuando le empiezas a dar vueltas al asunto: a tu imprudencia, al riesgo asumido inconscientemente en la elección del itinerario, a las consecuencias que podía haber tenido el golpe en la cabeza o una caída más violenta. En fin, la capacidad de dramatización, lo tremendistas que nos ponemos, sobre todo cuando presentamos nuestro incidente a nuestros hijos, a nuestras parejas, a nuestros compañeros. Bueno a esos menos, que están curados de espanto.

La vida es riesgo y el riesgo es vida. Todavía me late el corazón a toda velocidad cuando lo pienso y ya han pasado algunas horas. Hay que ponerse las pilas y, muchas veces, un buen susto te las pone mucho más que muchos consejos y mucha prevención.

lunes, 8 de diciembre de 2014

Futbolistas y cochazos, un matrimonio de conveniencia

Ya no nos sorprende comprobar cómo los intereses creados se regodean, delante de nuestras narices, de lo bien atado que lo tienen todo. Saben cómo cazar en esta jungla que ellos mismos han sabido montar y en cuyas cacerías sólo caben unos cuantos elegidos.

Que los futbolistas son los ídolos que captan más atención mediática en el triste mundo en el que nos movemos, es algo que no escapa a nadie. Ellos, con su estúpido endiosamiento, están ahí, representando lo que para muchos son los deseos más inalcanzables, que, precisamente por eso, son los más anhelados por la plebe.


Ellos han llegado allí por sus cualidades deportivas, pero, una vez en el olimpo, han visto cómo el mundo se rendía a sus pies, esos con los que golpean la pelota de manera magistral. Les han adulado, les han vestido, les han agasajado, les han dorado la píldora, les han invitado a los clubes más exclusivos (y no hablamos ahora de los deportivos), se les han presentado las mejores mujeres (o eso han creído ellos... y ellas), les han llevado de fotocall a fotocall para que repitan esas estupideces que sólo están reservadas a los deportistas de élite y que el público agradece con aborregamiento ejemplar.

Pues es a ellos y no a los cantantes de turno o a los actores estrella a los que se los rifan las casas de coches de lujo y de semilujo para que les sirvan de escaparate inigualable. Esta semana ha sido esa de los cuatro aros la que, a cambio de hacer un poco el ridículo delante de los medios y de hacer una demostración de conducción más o menos macarrística, les ha regalado a cada cochazo, así por todo el morro.


Primero a los del Madrid y luego a los del Barça, que estos no hacen distingos, ni tienen remilgos con rollos partidistas, nacionalistas o chorradas de ese tipo.

Así podrán llegar a sus respectivas ciudades deportivas convenientemente alejadas de la posibilidad de acudir en algo que no sea un cochazo, fardando. Y salir acelerando delante de sus fans, que graznarán agradecidos. Parece que no pueda ser de otra manera y que, para ser un futbolista de élite creíble, tengas que pagar este peaje. Pero es que esto está montado así y hay mucha gente pasando el cepillo en esta misa.

Seguiremos embobados mirando a la pantalla.

martes, 2 de diciembre de 2014

Pamplona ¿ciudad sostenible?

Ya está, Pamplona ha sido premiada con el distintivo de ciudad más sostenible según los premios que otorga la Fundación Forum Ambiental con el apoyo del Ministerio de Medio Ambiente y de Ecoembes. Un honor. Sobre todo después de haber perdido la Capitalidad Verde Europea a manos de nuestros vecinos vitoriano-gasteiztarras.

Una de las ciudades con más metros cuadrados de césped en parques intraurbanos por cabeza de Europa y con más kilómetros de vías ciclabilizadas contabilizadas por habitante de este país tenía que hacerse con un galardón que se lo reconociera y al final ha encontrado su recompensa. Bien. Objetivo cumplido.

No sé cómo lo habrán hecho en gestión del agua, de los resíduos y en ahorro energético, pero lo que es en movilidad, si lo que han hecho es sostenible y galardonable, estamos apañados.

Pamplona, por más que se adorne de todos los aditamentos de lo que se entiende por movilidad sostenible (peatonalizaciones, carriles bici, bicis públicas, zonas de aparcamiento restringido, semanas de la movilidad, campañas y tal) no ha conseguido ni por asomo el objetivo central de dicha misión: reducir el uso del automóvil privado en los tránsitos urbanos.

Pamplona sigue siendo una ciudad donde el coche no sólo campa a sus anchas, sino que en los últimos años su uso se ha visto potenciado. Las avenidas principales siguen estando a su merced, las calles secundarias también, incluso las zonas peatonalizadas siguen siendo invadidas sistemáticamente por coches, ante la negligencia policial. La gestión de los aparcamientos, tanto en superficie como subterráneos, siempre ha ido más dirigida a atraer viajes que a disuadirlos. La oferta de aparcamientos de rotación en zona peatonalizada es monumental y todo el calmado de tráfico se ha limitado a desarticular una zona 30 y reconvertirla en un montón de calles con la velocidad limitada a esa velocidad, pero donde el coche sigue gozando de una prioridad tácita.


El Ayuntamiento de Pamplona no ha sabido impulsar la bicicleta como medio de transporte y se ha limitado a habilitar un montón de aceras a base de pintar unas líneas en ellas para permitir la circulación ciclista como medida más notable. Es cierto que ha habilitado carriles bici en las urbanizaciones nuevas y algunos de ellos son pasables (siempre con las salvedades de los encuentros con la calzada), pero en la ciudad consolidada ha hecho auténticos pasillos estrechos y peligrosos, que confinan a los ciclistas y los denigran obligándoles a circular en unas condiciones penosas y a describir unos itinerarios imposibles.


Pero es que el Ayuntamiento de Pamplona tampoco ha sabido gestionar  la movilidad peatonal de una manera eficiente y de calidad. Su acción se reduce a hacer peatonalizaciones deficientes, ya que, en la mayoría de ellas los vehículos a motor siguen teniendo demasiada presencia, a habilitar unos cuantos ascensores para salvar desniveles, de los cuales el único que verdaderamente se utiliza cuenta con un fabuloso parking sin regular a su pie y construir carísimos parques a modo de refugios, pero las personas que caminan siguen estando marginados en aceras estrechas que describen itinerarios muchas veces excesivamente dilatorios.

Eso por no hablar de la gestión del Parque Fluvial, del que tanto presumen y que en la capital navarra no pasa de ser una banda estética de verdín más o menos urbanizada esquilmando los márgenes del Río Arga, donde los peatones sufren el acoso ciclista, por no haberse sabido prevenir su utilización masiva como pulmón no motorizado y transversal de la ciudad. Igual ha pasado en el resto de parques y corredores verdes, exceptuando quizá la Vuelta del Castillo y los nuevos de Trinitarios y Kosterapea, donde las vias ciclistas son más que cuestionables. Lamentable.


Sólo desde hace un año, sospechosamente, dentro de la estrategia de Agenda 21 de revisión de los indicadores de sostenibilidad (¡que en movilidad cuenta con una comparativa 1992-2004!), han consentido en proponer un Observatorio de la Bicicleta (que no de la movilidad, que de esa no quieren oir hablar fuera de la Semana) donde, con una presencia dominante de personal municipal y con carácter puramente consultivo, se hace voluntarismo pro-bici, siempre empujados por una oposición política mayoritaria que les conmina, vía plenaria, a realizar algunas actuaciones puntuales tales como el estudio de ampliación de la oferta de aparcamientos cerrados para bicicletas o la reciente reconfiguración de uno de sus accesos al centro.

Esta labor, al menos en lo que a movilidad respecta, no puede ser nunca merecedora de nada más que de una crítica contundente. Quede constancia.

lunes, 1 de diciembre de 2014

Era todo broma, amigos y amigas ciclistas

A veces se te queda cara de tonto cuando tratas de analizar por qué se han hecho (y se hacen) tantas chapuzas en las actuaciones que pretendidamente iban encaminadas a beneficiar el uso de la bicicleta. Tratas de creer que es fruto de la inexperiencia propia de países donde las bicicletas dejaron de formar parte del imaginario colectivo, dando paso a todo el universo de la "autodominación", esa que ha marginado al resto de modos de transporte en favor única y exclusivamente de aquellas personas que elijan el coche como medio de locomoción.

Los bienintencionados, los confiados o simplemente los inocentes hemos creído ver una incapacidad entre los gestores de la cosa pública y entre muchos de sus asesores allegados, pero va a ser algo más porque ni así se entiende tanta torpeza. Parece mentira que en un mundo donde el conocimiento y la experiencia se propaga de una manera tan viral los responsables de hacer facilidades para bicicletas hayan sido tan tercos como para desoir todo y hayan insistido una y otra vez en cometer errores.

Es por esto que, cuando pasa el tiempo y se suceden los despropósitos de manera tan obstinadamente reincidente, la conclusión que se extrae es inevitable: se hacen adrede.

No puede ser otra. Todas las barbaridades que se han hecho para las bicis, empezando por la mayoría de los carriles bici, siguiendo por la implantación de bicicletas públicas en ciudades no aptas para novatos y acabando por las campañas de promoción, se han concebido para demostrar que esto de la bici es ridículo, sobre todo comparado con el coche.



Porque cuando se hace algo con un poco más de criterio, sea de manera consciente o involuntaria, se puede observar cómo la cosa funciona y consigue el objetivo de incrementar el número de bicicletas y, lo que es más importante, disuadir del uso del coche al hacerlo más incómodo. Bien sea a través del calmado de tráfico, como de la desmotorización de areas urbanas, de la reducción de zonas de aparcamiento, de los peajes urbanos o de carriles bici y aparcamientos bien estructurados en zonas especialmente conflictivas.

¿Por qué entonces, a la vista de los resultados, no se siguen utilizando estas herramientas y se retorna a la denigración y la desnaturalización de la bicicleta? Pues va a ser porque es intencionado.

De hecho muchos de los responsables que continúan en sus cargos y otros tantos ya retirados lo confiesan abiertamente. Nadie creía que lo de la bici iba en serio, creían que era una broma pesada, una tendencia pasajera, una demanda marginal, una locura tonta. Y seguían actuando, como si no pasara nada, para favorecer a toda costa al coche.

Es hora de cambiar estas tornas. Aunque, a la vista de la inacción por parte de los políticos y de muchos técnicos y de su falta de olfato, va a haber que esperar a un cambio cualitativo entre los encargados de gestionar la cosa pública, para que sean capaces de mirar a otra parte que no sean los intereses creados y para que sean capaces de mantener el pulso firme para construir una realidad más humana, más democrática y más saludable en todos los sentidos. Seguiremos empujando en ese sentido.