jueves, 15 de septiembre de 2011

Ladran, luego pedaleamos

Es curioso ver la importancia relativa respecto a otros temas que tienen los asuntos de la bicicleta en las secciones de opinión de nuestros queridos y odiados periódicos. Parece mentira que, en los momentos críticos en los que vivimos, la gente preste tanta atención a las pobres bicis. Esto es, sin duda, sintomático de que algo está ocurriendo y que nos tiene a todos muy preocupados. Pero mucho, para que toda esa gente se tome la molestia de escribir unas líneas tanto en contra como a favor...

Esa sensación de inquietud que produce a mucha gente que la bicicleta vaya teniendo presencia, más o menos desordenada, pero creciente en nuestras ciudades, es la realmente provocativa. Esa inestabilidad es la que mueve a unos a atacar y a otros a defenderse. Ese cambio en el orden establecido, esa tendencia inexorable es la que tiene preocupados a unos y emocionados a otros. Ese resquebrajamiento de algo que se había venido consolidando durante tantos años. Eso es lo que preocupa. La revolución. La verdadera revolución, la que viene tranquilamente, día a día.. Esa, mucho más que ninguna otra. Y genera auténticos regueros de tinta.


Para muestra, un botón. El pasado lunes un señor dedicaba su diatriba particular a lamentarse de que "sigue la anarquía, sigue el descontrol, sigue el incumplimiento de las normas..." que él mismo había anunciado ya el año pasado. Por supuesto, dejando claro su postura con el consabido "no estoy en contra de las bicicletas por la ciudad" para acabar rematando con el ejercicio habitual de demagogia barata:
 "Yo sugiero al Ayuntamiento de Pamplona, haga un sondeo por la ciudadanía, incluyendo a taxistas y conductores de autobuses urbanos y saque consecuencias sobre lo que de nuevo planteo para evitar el malestar que existe sobre el tema..." 
Un clásico.

Al día siguiente, la respuesta no se hizo esperar. Sin alusiones. La transcribo literalmente, que para eso este es un blog que promueve el uso de la bici.
ORDENANZA DE TRAFICO Y BICICLETAS
La bici se ha convertido en el paria de la circulación urbana. Los peatones las quieren en la calzada, los automovilistas en las aceras ciclables a las que erróneamente llaman carril bici. Es frecuente ver reproches a los ciclistas a pesar de circular correctamente, supongo que por desconocimiento de la normativa, aunque también hay quien considera que la calle es suya y le estorban las bicis. Sin embargo, la normativa permite circular por aceras y por la calzada y no las circunscribe al carril bici:
1. Las bicis pueden circular por la calzada sin perjuicio de que les esté permitido circular por el resto de vías e itinerarios señalizados. (art. 23 Ordenanza de tráfico de Pamplona). Es decir que no tienen por qué ir por el carril bici. Pueden circular por la calzada y ningún automovilista puede mandar a un ciclista al carril bici. 
2. Los ciclistas que circulen por la calzada tendrán la misma consideración que el resto de vehículos. El resto de vehículos, al sobrepasar a los ciclistas o al circular en paralelo a ellos, deberán mantener una distancia mínima de seguridad de 1,5 metros (art. 28). 
3. Las vías ciclistas, segregadas del tráfico y de las zonas destinadas al tránsito peatonal (carril bici, no acera pintada), solamente podrán ser utilizadas para la circulación en bicicleta, patines, bicicletas eléctricas y sillas de personas discapacitadas. Los usuarios de tales vías deberán mantener una velocidad moderada no superior a 20 km/h (art. 25). 
4. Está prohibido invadir o detenerse en el carril bici (art. 20.6). Vamos, que en el carril bici no se puede aparcar el coche ni utilizar para carga y descarga. 
5. Las bicis pueden circular por parques, paseos y zonas peatonales (art. 27) y por las aceras, excepcionalmente (art. 26), teniendo preferencia el peatón en la totalidad de la acera. Deben circular por debajo de 10 km/h. 
6. Los ciclistas que circulen por las aceras señalizadas y por las vías ciclistas, al llegar a las calzadas en el punto donde haya paso de peatones o de bicis, deberán detenerse, echar pie a tierra y, tras comprobar que son vistos por los vehículos que circulan por la calzada, podrán reanudar su marcha. En estos pasos, los ciclistas tienen preferencia sobre los vehículos que circulan por la calzada (art. 26). Es decir, que sí se puede cruzar el paso de peatones montado en bici y el automóvil tiene que ceder el paso a quien cruza sea peatón o bici.
Sin más. Con la ley en la mano, el caos y el desorden está originado por los mismos a los que apela nuestro primer indignado y a los que exige retrotraernos al orden anterior, el de los coches todopoderosos y el de los peatones intimidados y conformistas. Una lástima.

Una vez a la semana, por lo menos, se produce uno de estos diálogos diferidos en los medios locales de las diferentes ciudades de nuestra geografía donde la bicicleta ha renacido aunque sea tímidamente. No es que aburra, es que simplemente no avanza. Pero ilusiona ver que en estos tiempos difíciles y convulsos tanta gente esté ocupada en algo tan banal en principio como puede ser la influencia de unas cuantas personas que han elegido un vehículo amable sobre el resto de la sociedad. Algo está cambiando, seguimos pedaleando.

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