Esa es la cuestión. Estamos tratando de visibilizar a las personas que utilizan la bicicleta en nuestras ciudades y no acertamos. Desde los que pretenden que esto de la bicicleta es algo que comporta una actitud digna de mención y de reconocimiento (los ciclistas valientes) pasando por los que, apelando al miedo, han optado por justificar el uso de la bicicleta en defensa propia y para los que los daños colaterales son despreciables (los cicleatones temerosos), hasta los que defendemos que debe proponerse como una opción sin más, que está al alcance de cualquiera, el caso es que seguimos sin acertar.
¿Cómo vendemos la bicicleta?
Nos preguntamos una y otra vez, ¿cómo hacemos para convencer a la gente para que la comprenda como una opción natural, fácil y conveniente? Parece que lo que es válido para unos es condenable para otros y, mientras tanto, sigue pasando el tiempo y siguen agravándose las situaciones, afilándose los cuchillos en una u otra dirección y exagerándose los personajes sin conseguir lo que desde un principio se debería haber perseguido y quizá muchos perseguían que es que la gente contemplara la bicicleta como algo deseable.
Los que sospechamos que hay una conspiración para mantener a la bicicleta como algo marginal en favor del coche, creemos que esta situación es la que más les conviene para demostrar no sólo que somos pocos, sino que no estamos bien avenidos ni siquiera entre nosotros mismos. Y es que, efectivamente, es difícil estar de acuerdo cuando hay gente dispuesta a consentir muchas cosas y a pelear sólo por tener favores y no obligaciones. Y así buscamos formulaciones como el pintado de aceras o, en su defecto, el permiso tácito para circular por ellas, o la relajación en el seguimiento de las normas aduciendo que estas están pensadas por y para los automóviles y acabamos siendo héroes para los nuestros y villanos para los demás.
¿Hasta cuándo vamos a mantener esta situación?
Ese es el verdadero problema. Dilatar la situación no tiene más que consecuencias negativas para los usuarios de la bicicleta que seguimos sufriendo los desaires de unos y otros y nos seguimos sintiendo invitados incómodos e incomodados en todos los escenarios, carriles bici incluídos por supuesto.
Si no somos capaces de enfocar todo el asunto de la bicicleta desde una perspectiva más amplia y en el marco de una nueva concepción de la movilidad y de las relaciones vehiculares en el que el coche pierda preponderancia y prepotencia en favor de otras formas de moverse, esto se va a enquistar demasiado y nos vamos a acabar acostumbrando a seguir presionados, perseguidos o aclamados y vitoreados, pero nunca a pasar desapercibidos porque a nadie le sorprenda nuestra presencia.
Comenzar considerando que todos, y más los ciclistas con nuestras valentías o nuestras cobardías, somos responsables de las visiones negativas del ciclismo urbano, para seguir preguntándonos a nosotros mismos "cómo debemos convencer", y terminar llegando a la conclusión de "qué hacemos para ampliar nuestra perspectiva y ser capaces de enfocar el uso de la bici en el marco de una movilidad global, y tal, y tal ....", no es más que una contradicción. Responsabilizar al ciclista-urbano por sus diferentes formas de actuar (muy lógico, pues no somos uno, o varias personas que pensamos y actuamos calcadamente unos de otros) para llegar a la conclusión de que el problema es la visión Global ... ¿Es que a caso no hay pruebas más que suficientes de que el ciclista-urbano, no todos pero sí en general, es más consciente de que el modelos de movilidad debe cambiar radicalmente en favor de la bicicleta y del peatón, y en perjuicio del automóvil? Lo cierto, la única verdad, es que una buena parte de la sociedad, entre los que se incluyen buena parte de los "sufridos" peatones, no piensan que sea necesario cambiar el modelo o, si lo piensan, lo piensan en términos de "debería, sería ideal, pero no es posible". Y de verdad, que el problema no es sentirnos aclamados, vitoreados, repudiados, presionados o perseguidos. El problema es que las medidas y "avances" "a favor" de la bicicleta que se toman a nivel político se realizan de cara a la galería, y por tanto erróneamente, si no chapuceramente. Porque la realidad, la auténtica realidad^, es que, quitando las consideraciones para ganar votos dibujando sobre folletos ciudadanos felices entre bicicletas, políticos y quienes les votan, NOS IGNORAN COMPLETAMENTE. Y de este ignorarnos vienen nuestros alaridos y nuestros vítores, de rabia y de impotencia, es nuestra forma de llamar la atención. Hay que tener muy claro que la Injusticia se mide en términos de Derechos o "facilidades" de las que actualmente disfrutan los vehículos a motor en las ciudades: calzadas amplias, zonas de aparcamiento, disposición de la plataforma central de la calle, elementos de seguridad de vehículos que perjudican a los peatones como rotondas o vallas, dobles y triples carriles para el adelantamiento, que a su vez posibilitan, aunque después lo prohíban mediante señales, velocidades elevadas ("no son lo que son", Limitadas a 30 o a 50 Km/h ", si no lo que parecen", auténticas autovías, en las que se "puede" circular a 60 y 70 Km/h). Éste el máximo Nivel de Derechos o facilidades que se conceden en las Ciudades, todos los demás Derechos o facilidades, para peatones y para ciclistas están en su mayor supeditados a los de lo vehículos a motor, por tanto, niveles muy inferiores, aunque especialmente sangrante es el de las bicicletas, supeditadas a las más increíbles chapuzas de pretensiones electoralistas, que a su vez terminan perjudicando al peatón y creando conflictos, aunque la mayor parte de las veces exagerados.
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