Lo sabíamos hace tiempo, de cuando tan sólo había unas pocas repartidas por ahí. Las bicicletas han sido un incordio siempre, o al menos desde que el coche, los coches vinieron para imperar en nuestras ciudades y los munícipes decidieron darles paso libre o cortárselo completamente en ese invento moderno llamado peatonalización.
Pero las bicis estorban mucho más ahora que hay muchas. Porque están por todas partes y aprovechan todos los rincones y todos los vericuetos para colarse. Y eso es algo que enerva a mucha gente y ,a mucha, más de la cuenta.
Si circulan, porque lo hacen de una manera anárquica (por supuesto visto desde una perspectiva automovilística o peatonal), si están quietas porque afean la ciudad impoluta. Nadie tiene en cuenta que la esencia de la bicicleta es de algún modo anárquica y anarquizante. La bicicleta relativiza la rigidez del ordenamiento en que hemos sumido a nuestras ciudades y aportan vida y movimiento en este mundo de asfalto, cemento y césped en el que se están convirtiendo nuestras ciudades.
Hoy el reportero de calle de nuestra vieja ciudad ha retratado este malestar que provocan esas bicicletas que han aprovechado un lugar idóneo para pasar la noche, todas las noches, y los días también.
El aparcabicis indeseable
Este aparcabicis, colocado por el Ayuntamiento de Pamplona, se aloja en un porche de la Plaza Consistorial justo en el edificio donde se ubica el Area de Sanidad y Medio Ambiente municipal. Nada mejor traído. Es una zona de tránsito intenso, encuentro de muchas calles, centro neurálgico del Casco Viejo. Ahí debajo las bicicletas de muchos vecinos y de algún forastero habían encontrado un refugio cómodo, práctico y seguro.
Pues, por lo visto, a alguien le deben incomodar y ha decidido movilizarlo como se hacen estas cosas. A la brava y con intermediarios. En este caso, el encargado de comunicarlo, en vez del Ayuntamiento, ha sido la constructora de turno.
¿Y a dónde se lo llevan? Pues a escasos 50 metros: a la Plaza de los Burgos. Otro lugar simbólico que se ha quedado en medio de todo sin uso y sin sentido: un limbo urbano. Cualquiera que no conozca el lugar diría que no ha lugar ninguna queja porque no cambian las cosas. Pero sí que cambian. Y mucho. Porque el sitio a donde apartan estos aparcabicis es un lugar limpio pero abandonado, donde las bicis van a estar a merced de vándalos y chorizos, porque, simplemente, no se ven.
Mientras, seguimos esperando que se cumplan los mandatos que se aprobaron por mayoría en el pleno de ese mismo edificio espectador de piedra de estos pequeños movimientos que van configurando una ciudad en la que las bicis merecen mejor trato del que se la dispensado en los últimos años entre los responsables de esa casa.
Gracias a Javier Muru por su encomiable labor fotográfica diaria en Adoquines y losetas.
Ya he oído alguna vez el argumento de que las bicis aparcadas afean mucho (directamente alguno me ha dicho que los aparcabicis"parecen un vertedero"), es curioso, porque ¿acaso filas y filas de coches uno detrás de otro a ambos lados de la calle no afean? si en cada calle lo más feo que se puede ver son los vehículos aparcados, la principal diferencia es que 20 coches afean la calle, mientras que 20 bicis "afean" una superfície equivalente a uno sólo de esos coches.
ResponderEliminarTal vez si en ese lugar al que las han llevado ahora le colocaran esas odiosas pero intimidatorias cámaras de seguridad que todo lo ven y colocaran un toldo o porche para que las bicis estuvieran protegidas del sol y la lluvia sería un lugar no tan malo. Aunque no está de más recordar lo que hacen en países como Japón para aparcar bicis http://www.youtube.com/watch?v=myRRspVO_Ro
ResponderEliminarGracias, álvaro el biciclown en vuelta al mundo desde 2004
Una buena opción muy elegante es el aparcabicis de dos niveles de la marca holandesa VelopA: http://www.velopa.com/productcatalog/bicycle-parking/easylift-premium/
ResponderEliminar