Regresamos
satisfechos de un par de jornadas intensas en la Universidad
Internacional Menéndez Pelayo de Santander, donde ha tenido
lugar un curso monográfico sobre la bicicleta que bajo el título Vías para
ciclistas ¿realidad o ficción? Ha servido para poner sobre la palestra, una vez
más, la situación de la bicicleta desde diferentes perspectivas y para debatir
y cuestionar algunos aspectos que rodean a un desarrollo que tiene distintos
niveles, distintas velocidades y distintas particularidades dependiendo del
escenario en el que está teniendo lugar.
Lo que
ha quedado claro, después de dos jornadas donde el debate y el diálogo han sido
tan ricos o más que muchas ponencias, es que la bicicleta está madurando en
nuestro entorno y se está consolidando como una opción de movilidad y que está
empezando a superar esa adolescencia alocada y calenturienta y empieza a tener
un poso interesante. Empieza.
Hemos
pasado ya los tiempos de las actuaciones puntuales, de las oportunidades de oro,
de las bicis públicas del IDAE, de la emoción después de años de
reivindicaciones sin eco, de la tontuna. Ahora que hay algunas cosas hechas, más mal que bien, pero que se pueden ver
y se pueden explicar, toca hacer evaluación y sentar las bases para que el
desarrollo de la opción ciclista se consolide en nuestras ciudades y en las
conexiones entre ellas. En esas
ciudades en las que algunos de sus responsables creen que han hecho la tarea
porque han sembrado unos cuantos carriles bici, unos cuantos aparcabicis o unas
cuantas bicis públicas.
Ha
llegado el momento de hacer una Estrategia de la Bicicleta , con
mayúsculas. Un plan común que marque objetivos a medio y largo plazo y que
aborde los distintos campos en los que la bicicleta tiene que representar una
herramienta que contribuya a hacer que nuestro entorno sea más amable, más
agradable, más sensato y más divertido.
Una Estrategia que dibuje un mapa y que
incardine a la bicicleta en las distintas áreas de actuación en las que debe
ser tenida en cuenta y debe sumar. Una Estrategia inteligente e interesante,
deseable pero alcanzable, ambiciosa pero lógica. Una Estrategia incluyente y
participada.
Debemos ser capaces, todos los que trabajamos
por que la bicicleta tenga oportunidades, de sumar fuerzas y apoyar la
elaboración de un marco común de actuación, que persiga unas líneas y trate de
alcanzar unos objetivos y que, sobre todo, coordine y aproveche los esfuerzos
puntuales para que no queden aislados y generen sinergias y para que los
asuntos relacionados con el desarrollo de la bicicleta como medio de transporte
superen estúpidos apropiamientos, oportunismos, atribuciones y protagonismos tontos.
Hemos de ser conscientes de que no hay un único modelo de movilidad ciclista y que lo que hace falta, ahora que la crisis a
azotado la lógica imperante en las últimas décadas, es tratar de tener un
consenso que mire más allá de localismos, púlpitos y celos y que defina qué es
lo que tiene que pasar en los próximos años para que la bicicleta consolide una
tendencia que ya es una realidad y que trabaje desde los distintos ámbitos
afectados para conseguirlo.
Terrenos de juego múltiples y simultáneos
Terrenos de juego múltiples y simultáneos
Necesitamos para ello superar diferencias y
protagonismos tontos y contar con todos los que se quieran sumar y que puedan
aportar: desde usuarios a fabricantes, desde funcionarios a profesionales,
desde políticos a técnicos, desde comerciantes a periodistas, desde
planificadores a trabajadores, desde jóvenes a mayores. Esto va más allá de un simple organismo (sin despreciar la importancia de los organismos), debería ser
casi un movimiento. Y no debería ser compulsivo, ni convulsivo. O más bien sí, pero siempre teniendo en cuenta unos principios y sin perder el norte.
Debería ser más bien un juego donde deberían jugar muchos participantes y que tuviera lugar de manera natural en los distintos terrenos en los que la bicicleta pinta y debe pintar mucho más: en la escuela, en la consulta médica, en la mesa de la cocina, en el comedor, en la cafetería, en la calle, en el despacho, en el Parlamento, en el pleno del ayuntamiento, en la judicatura, en la prensa, en una conversación... en cualquier parte y promovida por cualquiera, sin permiso.
Debería ser más bien un juego donde deberían jugar muchos participantes y que tuviera lugar de manera natural en los distintos terrenos en los que la bicicleta pinta y debe pintar mucho más: en la escuela, en la consulta médica, en la mesa de la cocina, en el comedor, en la cafetería, en la calle, en el despacho, en el Parlamento, en el pleno del ayuntamiento, en la judicatura, en la prensa, en una conversación... en cualquier parte y promovida por cualquiera, sin permiso.
Acabo de descubrir tu blog, he leido un par de entradas y lo encuentro útil. Desde aqui del sur estamos intentando promover el ciclismo urbano y tenemos mucho que aprender y aportar seguramente. Un saludo
ResponderEliminarF. Narváez