El mundo ciclista se encuentra aturdido, desorientado. Después de unos años locos, la recesión ha desinflado los ánimos del fasto ciclista y ahora toca lidiar las vacas flacas con el ánimo desgastado y con los bolsillos rotos de tanto despilfarrar. Hemos roto la hucha de la cosa pública y con ella hemos malogrado la posibilidad de construir algo que se sujetara más, que tuviera más futuro, que fuera más cabal y más respetuoso, algo de dimensiones humanas. O no.
O quizá no. Quizá este bache sea el nuevo suelo y no merezca la pena parchearlo con algo insustancial que nos deje en la misma tesitura alocada e incontrolable de los años pasados. Quizá sea este el nivel que sujete la base de un nuevo orden social, político y económico más cauto, más humilde, más honesto, más honrado. Ojalá.
A los ciclistas mareados, maltratados cual rebaño borreguil, acorralados en zonas de excepción, en corredores de la muerte, enajenados del libre albedrío, amedrentados como corderos, la cosa les pinta fea. Ahora que vuelve el sentido común, la lógica aplastante les deja fuera de juego en las aceras y en los carriles bici, una vez desahuciados de la calzada, y además en ilegalidad flagrante que, por más que haya sido consentida, no es menos palmaria.
Ahora, después de unos lustros de desfreno, los ciclistas ayer consentidos se ven hoy desasistidos: "la acera es de los peatones, la calzada es demasiado peligrosa y no os vamos a hacer más carriles bici", y entonces vuelven la vista al calmado del tráfico, a la limitación de la velocidad, a los 30 kms/hora, a la Ciudad 30, como si fuera la solución. Ahora es demasiado tarde. O no.
O quizá no. Nunca es tarde si la dicha es buena dice el saber popular. Aunque jugar ahora a que vale lo anterior porque no nos conceden lo siguiente parece rastrero y posibilista, algo es algo y eso debería ser suficiente para sentar los cimientos de la nueva circulación, de la nueva movilidad. El tráfico concertado parece poco ambicioso y consolida a la baja el estatus del coche para dar una oportunidad a las bicicletas en lo que se vuelve a reconocer como su terreno de juego natural.
Pero es sospechoso que nadie valore en serio la posibilidad de cercenar las ambiciones ilimitadas del coche más allá de meros islotes, más o menos pequeños, y de limitaciones de velocidad y tasas de aparcamiento que no acaban de resultar disuasorias. Recortar la progresión y el dominio del coche pasa por replantear el desarrollo territorial y el estilo urbanístico, los hábitos de consumo y las alternativas de ocio, y la lógica productiva y laboral, y eso da miedo, mucho miedo, sobre todo en los tiempos que corren. O no.
O quizá no. Porque precisamente estos tiempos que ya no corren y que casi no andan son o deberían ser los más apropiados para plantear un giro de rumbo sin el peligro de una inercia demasiado fuerte que nos haga descarrilar. Ahora que todo se ha ralentizado y que muchos hemos iniciado la marcha atrás en busca de una nueva lógica, sólo los que sean capaces de asumir, comprender y gestionar esta nueva coyuntura optarán por el futuro en condiciones dignas, conscientes y con capacidad de elegir. A los demás les queda seguir la corriente, dejarse llevar por las inercias y confiar en la suerte o lamentarse de su desdicha.
Actúa, muévete... en bici, por supuesto.
¡Feliz Año 2013!
Urte berri on Eneko eta segi horrela
ResponderEliminarFeliz año. Que el 2013 siga con este buen blog y todos en bicicleta.
ResponderEliminarSalud.