domingo, 17 de julio de 2011

La delgada linea blanca

Imagínate que eres un erizo. Ese simpático y torpe animal. Que tienes tu familia, igual de simpática y torpe, y que, al lado de tu casa, de la casa de siempre, donde ha vivido tu familia durante generaciones, a alguien le da por construir una fabulosa carretera justo en el trayecto entre tu casa y el río, el lugar donde está el agua, la comida y el refresco.

Jamás hubieras podido imaginar que aquella línea blanca iba a marcar de una manera tan determinante el futuro de tu familia, que iba a diezmarla de manera que ni los zorros, ni las rapaces, ni las comadrejas habían podido hacerlo durante siglos.

Siempre, desde que se inventó la rueda, los erizos habían sido víctimas en el camino de otros, pero esto marcaba una diferencia. Ahora la velocidad de los carros era incontrolable y la anchura del camino se había quintuplicado. Y eso se hizo infranqueable para los miembros de tu familia, a la que la necesidad les hacía seguirlo intentando aunque fuera por la noche.


Hasta que un día vieron caer a un zorro, y después a un jabalí, a una liebre, a una comadreja y hasta a un ciclista. Sí, un ciclista, ese animal de dos ruedas que corre menos que los de cuatros, pero que también va montado por "uno de ellos". Ese día supieron que, si querían sobrevivir, tendrían que cambiar su vida, su residencia y su forma de moverse, que habían perdido la libertad, que ya no podían elegir sus itinerarios porque aquella frontera era mortal.

Hoy en día todos nos hemos convertido en erizos, si no viajamos en un automóvil. A todos, esas fabulosas carreteras, autovías, rondas y circunvalaciones nos han condicionado la forma de desplazarnos en nuestro entorno, desde nuestra casa hacia donde solíamos ir. Y buscamos ratoneras en forma de pasarelas y pasadizos, carriles bici y semejantes. Vivimos angustiados por la certeza de que, tarde o temprano, sabremos que esta delgada línea blanca ha vuelto a cobrarse otra víctima, entre los nuestros, entre los débiles, entre los lentos.



Lo que tampoco imaginaban aquellos erizos era que precisamente aquella línea blanca les iba a hacer estrellas de la televisión. Desgraciadamente. Paradojas de la vida.

5 comentarios:

  1. De pequeño, por las calles de la urbanización en la sierra a la que iba era frecuente ver erizos muertos arrollados.
    Pero hace muchos años que no he vuelto a ver uno. El porqué es obvio.

    Aunque parezca paradójico y macabro, ver muchos animales muertos en la carretera podría interpretarse como un signo de que el ecosistema circundante está sano... todavia.

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  2. Puede ser el erizo de esa compañía de seguros... de autos, es curioso.
    Saludos desde Sevilla

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  3. Hoy me siento erizo: yo vivo a las afueras de Madrid y cada vez que veo una autopista desde hace unos cuantos años que no veo algo que une, sino que separa. Y hay muuchas. Y cada vez más.

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  4. Hola Eneko!

    Has visto esto?
    http://blogs.elpais.com/love-bicis/2011/07/bici-vs-avi%C3%B3n.html

    Aioop!

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  5. Aporto esta imagen de un erizo que salvé in extremis hace unos días: http://seren-dipitismo.blogspot.com/2011/06/los-pelos-de-punta.html
    Candido, ¿no?

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