Hace unos días mencionaba algunas cosas que, por estar escritas, no dejan de ser menos falaces, menos creíbles o menos exigibles, porque los encargados de interpretar lo que se recoge en esos legajos más o menos encuadernados son políticos y técnicos que atienden intereses electoralistas u otros más soterrados que responden al mantenimiento de un sistema endogámico y pérfido.
No voy a volver sobre ese tipo de escritos y mucho menos después de haberse celebrado durante toda esta semana la Feria del Libro en un ambiente de inconformismo y de idealismo casi de fantasía. Hoy quiero hablar de libros que persiguen precisamente un fin puramente literario, que nos conquistan a través de la sugerencia, que nos enseñan una forma de ver el mundo... a través de la bicicleta.
Los libros que tengo pendiente leer, dos de ellos comprados y el otro regalado, son el fruto de tres visiones de una realidad desde el sillín y apoyados en un manillar. Son tres libros distintos, son tres libros singulares. Uno, el primero, es "La Revolución de las Mariposas" del entrañable Oscar Patsí, un enamorado de las bicis y de la vida, un bromptomizado que nos comparte algunos de sus impulsos, de sus vivencias. El segundo, "El ciclista" de Tim Krabbé, es un canto épico al ciclismo deportivo, a ese ciclismo agonístico, en un tiempo mitológico, los años 80. El tercero, "Diarios de bicicleta" es el best seller del mundillo ciclourbano moderno. Escrito por David Byrne, más conocido por su faceta como músico y cantante, recoge sus impresiones acompañado de su bicicleta en diferentes grandes urbes del planeta.
Son tres lados de un prisma, de un caleidoscopio, que ofrecen distintos reflejos de bicicletas. No sé cuándo reuniré el tiempo necesario para leerlos, me da igual, me basta con saber que están ahí, esperándome, con sus historias, con sus fantasías, con sus mundos, con sus universos personales, como tantos y tantos libros, solo que éstos, además, hablan de bicis.
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