lunes, 24 de enero de 2011

Bicis y buses: una relación turbulenta

Compiten por el mismo espacio, por los mismos usuarios. Con distintos argumentos, pero con un eje común: los dos aportan sostenibilidad a la movilidad. Bicicletas y autobuses son los hermanos pobres de una lógica de automoción motorizada que ha encumbrado durante décadas al coche sobre el resto de los vehículos involucrados en el tráfico. Siempre obsequiados con los mejores argumentos  (la economía de espacio, la reducción de emisiones, el interés común), pero siempre relegados a un segundo plano ante el dominio del coche. Ambos reclaman un espacio y un reconocimiento como agentes de un tráfico más amable para crear ciudades más habitables. Y sin embargo, sus intentos de entendimiento, persiguiendo el objetivo común de ofrecer alternativas al coche en la ciudad, no han acabado de cuajar.

Circulando, se molestan. Ambos, como vehículos con aceleraciones y velocidades más bajas que los coches suelen circular por la derecha cuando lo hacen compartiendo la calzada con los coches. Y se molestan. Los ciclistas ralentizando la "velocidad comercial" de los autobuses y los autobuses, los larguísimos autobuses, realizando sus paradas y sus reincorporaciones al tráfico de manera agresiva, a veces temeraria.

Cartel avisando de la presencia de ciclistas en parada bus (Dublin)

Cuando a los ciclistas se les aparta de la circulación y se les segrega en carriles protegidos o invadiendo aceras, los problemas se siguen produciendo en las paradas y aquí involucran también a los pasajeros de los autobuses que se ven intimidados por ciclistas colándose por un inverosímil espacio intersticial que se vuelve especialmente peligroso cuando es bidireccional. Vamos una locura.

Induráin a bordo de un bus público con una bici plegable
Algunos intentos de multimodalidad (la bici en el bus) tampoco acaban de resultar satisfactorios para las partes. Las bicicletas no caben en los autobuses. Ni aunque se habiliten parrillas. Ni aunque las bicicletas sean plegables. Cuando se ha tratado de hacer intermodalidad (primero bus y después bici, o al revés) la cosa ha ido mejor. Un ejemplo exitoso el Bus+Bici de Sevilla, donde la compañía de autobuses públicos te presta una bici para todo el día si presentas el billete correspondiente y también te ofrece un espacio para guardar la tuya si vas a utilizar su servicio.



El mayor problema, en las circunstancias actuales, es la convivencia entre estos dos modos de transporte. Entre sus conductores. La semana pasada tuve la noticia de la intimidación por parte de un conductor de un autobús público a un ciclista que circulaba perfectamente por el carril derecho en una de las cuestas de mi ciudad. Primero con un bocinazo, luego con aspavientos, el chófer se mostraba indignado porque el ciclista no circulaba por una miserable línea discontinua que el ayuntamiento había pintado en una acera en su afán de contar con una red de vías ciclistas (o lo que sea) antes del fin de la legislatura. No contento con este espectáculo y ante la negativa legítima del ciclista de abandonar la calzada este conductor optó por infringir un adelantamiento temerario con un autobús articulado que obligó al ciclista a echar pie a tierra para conservar su integridad, en su estupor. No es la primera, no va a ser seguro la última.

El Plan de Ciclabilidad de nuestra ciudad, como el de algunas otras, propone la habilitación de carriles compartidos para autobuses, taxis y ciclistas en las principales arterias de la ciudad. En estas condiciones, parece una locura. Haría falta una anchura suficiente para que los adelantamientos fueran seguros, habría que resolver la operativa en las paradas, evitar los atrapamientos en curvas y rotondas... y, lo más difícil, visto lo visto, garantizar el respeto entre unos y otros. Yo he visto algunos de estos carriles compartidos en ciudades europeas y me han impresionado. Para bien y para mal.

Parece que aún queda mucha cortesía por conquistar antes de proponer este tipo de soluciones de manera generalizada.

3 comentarios:

  1. En Granada por lo menos, da pánico ir en bici.. por el carril bici+bus, y que te aceche un bus, es como si a un colibrí le pones un cóndor de los andes a perseguirle. Sólo eso, impresiona a más de uno, al que lleva poco en bici o al que lleva mucho pero sobre las aceras... yo, me intento marcar mis 25/30 km/h y todos tan contentos... pero eso no lo puede hacer todo el mundo.

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  2. Creo que no has incluido el aspecto más importante donde la bici y el bus entran en competencia...el económico.

    Las empresas de autobuses urbanos saben perfectamente que cualquier política que impulse el uso de la bici va a ir en contra suya, porque el trasvase automático de usuarios va a ser del transporte público a la bici...
    Es muy difícil conseguir al corto plazo que el trasvase se consiga hacer del transporte privado motorizado hacia la bici.

    Te escribo desde Gijón, donde la concejala de movilidad, (Begoña Huergo) sabe perfectamente que sus sacrosantos 19mill. de usuarios anuales de Tr.Público corre peligro y no quiere nunca oir hablar de promoción de la bicicleta... en cualquier caso, siempre habla de "defender los intereses de todos los vehículos"...

    así mal vamos

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  3. Lluis, ¿por qué quieres promocionar el uso de la bici si sabemos que los nuevos usuarios serán antiguos viajeros de bus?

    Yo no tengo ningún interés en ver más ciclistas en mi ciudad, donde el 50 por ciento de los desplazamientos se hacen a pie y cerca del 30 en bus.

    Los carriles-bus-bici que he visto en Granada son de dos tipos. Uno es con separación física del resto de carriles y que tiene un espacio segregado a la derecha para el ciclista de 1.5m de anchura delimitado por una línea e interfiriendo en la parada de bus y en la trayectoria de los buses y otros vehículos que giran a la derecha. Este carril-bus-bici es una auténtica ratonera. (Poeta Manuel de Góngora)

    El segundo tipo es un carril-bus-bici separado del resto de los carriles normales por una línea que permite al bus realizar el adelantamiento al ciclista saliendo del carril hacia la izquierda. Así mismo, el carril no tiene delimitado el espacio del ciclista, por lo que éste puede ocuparlo por completo circulando por el centro de éste, como si un carril normal de tráfico se tratara. El único problema que presenta es que no es de uso compartido para permitir un giro correcto a la derecha del resto de vehículos (Av. Pulianas). Sin embargo, este problema podría ser resuelto.

    La mejor opción para el carril-bus es que éste tenga su propio espacio, como un tranvía. Y los ciclistas vayamos por el resto de carriles de la calzada.

    Saludos



    Saludos

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