Ya está. El Gobierno, el Congreso y el Senado han conseguido aprobar el nuevo Reglamento de Circulación después de un desesperante proceso de gestación en el que ha dado tiempo para tergiversarlo todo y hacer un ejercicio espectacular de demagogia, seguidismo y desinformación por parte de una Dirección General de Tráfico más preocupada en desandar el prometedor camino iniciado por el anterior equipo de gobierno que en cualquier otra cosa.
Una ley, un aborto
En ese proceso, la sociedad civil de una manera más o menos organizada, denunció la obligatoriedad del uso del casco en entorno urbano como una medida que tiene unas consecuencias mucho más efectivas a la hora de disuadir del uso de la bicicleta y hacerla incómoda e inconveniente, que en lo que a la seguridad respecta. La denuncia la presentó en sus respectivos Ayuntamientos, consiguiendo un respaldo municipal realmente inusitado y totalmente representativo de aquellas ciudades en las que se había apostado de una manera decidida por la bicicleta, aunque sea como elemento propagandístico.
Esta declaración exclusivamente "anti obligatoriedad del casco" no recogía sin embargo otros puntos más cruciales que repercutían en la inseguridad ciclista a los que hacía referencia el borrador de lo que ahora es Ley, sobre todo lo tocante a la forma de circular de los ciclistas en la calzada, por no hacer mención de los que no se recogían pero que eran y son igual de transcendentales como son las normas y criterios de construcción de vías ciclistas y la obligatoriedad de su uso.
Sea como fuere, después de mucho alboroto y una declaración firmada por un buen montón de ayuntamientos en contra de lo que se estaba proponiendo, después de abortar un grupo de trabajo exclusivo para el asunto ciclista y de desoir los consejos de la Mesa de la Bicicleta, de la European Cyclists Federation y de la madre que la fundó, ahora parece que sólo nos quedan las lamentaciones.
Es muy ibérico esto de criticar, ponerse en contra, hacer teatro y luego, cuando no nos hacen ni caso o nos mandan directamente a la mierda, quejarnos y quedarnos tan panchos con nuestras lamentaciones. Somos funestos y nos gusta serlo. Nos reconfortamos más con la miseria y con la envidia que con la dignidad. Nos gusta el mal de muchos.
¡Insubición!
Pues no. Ahora lo que toca no es lamentarse. Porque ahora es demasiado tarde y los hechos, una vez más, ya están consumados. Ahora toca hacer una llamada a la insumisión. A la insumisión civil por supuesto, pero también a la insumisión municipal. Ahora hay que recordar a todos y cada uno de los Ayuntamientos que firmaron aquella declaración que asuman las consecuencias de lo que aprobaron en pleno. Ahora hay que demostrar responsabilidad política y ejercicio democrático consecuente. Empezando por Madrid, Barcelona, Sevilla, Valencia, Zaragoza o Vitoria y acabando por Ontinyent, Tafalla o Aranjuez. Ahora es la hora de la insumisión, ahora es la hora de la insurrección por el sentido común y en defensa de unas ciudades más amables y con más futuro, precisamente para esos menores de 16 años a los que estamos condenando como único país de Europa a andar en bici con casco.
Si no se hace ahora, no habrá valido de nada todo esa orquestación de fuerzas y todo ese barullo mediático.
Estoy muy interesado en una guía sobre cómo ser insumiso. Es decir, necesito información sobre cómo proceder en el supuesto de que quieran multarme a mí en carretera o a un menor a mi cargo por ciudad llegado el caso.
ResponderEliminarAquí una primera reflexión acerca de la insumisión civil respecto al casco:
ResponderEliminarhttp://www.enbicipormadrid.es/2013/09/por-que-no-usare-casco-cuando-vaya-en.html