Presenciamos incrédulos lo que está pasando en nuestras calles, fruto de la futilidad de las medidas de impulso de los modos de transporte sostenible y de una rancia educación civil. Coches pitando e intimidando a bicis y motos, bicis tocando el timbre a peatones en las aceras y soportando el que los coches intenten amedrentarlas, motos colándose en el tráfico y sobreviviendo al mismo a base de malabares y peatones sufriendo las consecuencias. La circulación en nuestras ciudades hemos querido que se convierta en un mero ejercicio de subsistencia, fundamentado en que cada uno se busque la vida de la mejor manera posible y que, en caso de concurrencia, siempre el más fuerte puede.
Lo hemos visto durante todas estas décadas en las que hemos permitido y promovido el uso y el abuso del coche en nuestras ciudades. El coche ha acabado dominando el espacio público y las relaciones viales de tal manera que cuando ha resurgido la bicicleta por una pura cuestión de necesidad evolutiva, se ha decidido que era mejor inhabilitarla de las calzadas y discriminarla a las aceras o a ridículos carriles bici con tal de no tocar en nada el orden y el espacio cedido a los automóviles. Aunque ello supusiera la conminación de los peatones en las aceras.
Ahora andamos dirimiendo si una acera de 3 metros es demasiado ancha para los peatones y que, con esas dimensiones, las bicis caben perfectamente. Andamos también discutiendo si un chaval o chavala de 14, 13 ó 12 años está hecho para morir en la calzada o para amedrentar peatones por las aceras, ahora, eso sí, respetando la distancia de seguridad de 1 metro a los edificios, porque a esos, como a los coches, no hay quien los mueva de su sitio. ¿Alguien ha pensado cuánto espacio le queda a los peatones en una acera de 3 metros si a esos ciclistas les hacemos circular a un metro de las fachadas en dos direcciones y necesitan un espacio de al menos 1,50 metros para cruzarse? Aunque fuera de 4 ó 5 metros y no tuviera árboles, farolas, papeleras, bancos o marquesinas sería difícil. Eso sin valorar las diferencias de velocidad de circulación entre unos y otros
Está claro que la estrategia de tomar como rehenes a los peatones para conseguir las futuras conquistas ciclistoides ha dado sus frutos, aunque parece que es un arma de doble filo mucho más peligrosa de lo que lo que muchos alucinados de la "promoción de la bici caiga quien caiga" habían calculado. Es un paso intermedio argüirán los más clarividentes hasta conseguir el espacio y el reconocimiento que merecemos que los peatones deberán comprender y apoyar por el bien de la movilidad sostenible. Pero, ¿alguien les ha consultado? Y lo que es mejor aún ¿alguien sabe hasta cuándo?
Es una pena, por no decir una vergüenza, que la circulación en nuestras calles muchos ciclistas sólo sean capaces de proponerla en estos términos, es decir, aduciendo miedo o amenazando, o haciendo las dos cosas simultáneamente. Todo para que les habiliten unos pasilllitos exclusivos en los que sentirse protegidos.
Aunque lo consiguiéramos ¿alguien ha pensado qué pasará en los carriles bici entre los ciclistas lentos e inseguros y los ciclistas rápidos y prepotentes? ¿Y entre los que usan bicis normales y los que usan bicis potenciadas con electricidad? ¿Nadie ha prestado atención a lo que ocurre en esos países donde hay carriles bici por todos los lados y donde se permite por ellos circular a los ciclomotores? Pues mirad.
El respeto no es algo que se consigue acochinando al más débil, sino teniendo un mínimo de dignidad para hacer valer los derechos que se tienen en el espacio común y estando dispuestos a reconocer los derechos de los demás de la misma manera.
¿Con tu permiso?
ResponderEliminarCopiaré íntegro, citando la procedencia, tu artículo en mi blog —a ver si consigo incluir también el dibujo y el vídeo—. Más que nada por si sirve de algo —lo que dudo muchísimo— para evitar el criminal despropósito que se nos viene encima a los peatones de que legalicen la circulación de bicis por las aceras. ¿Con tu permiso?
Saludos.
Y los ciclomotoristas sin casco..
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