viernes, 11 de mayo de 2012

¿Se puede enseñar la confianza en bici?

Arduo tema el de instruir a la gente en los hábitos, prevenciones y buenas prácticas a la hora de montar en bicicleta en la ciudad. Arduo pero necesario. Sobre todo entre personas mayores, que son las que más prejuicios y miedos infundados tienen. Porque, si demandan formación es porque han perdido el hábito o nunca lo han tenido. Y son torpes, desconfiados, dubitativos.


La inseguridad que provoca el miedo es un monstruo muy difícil de controlar. Impone tanto que nos agarrota, nos impide actuar con soltura, condiciona nuestra capacidad de percepción, nos subyuga. Somos presas de nuestros propios miedos y muchos, la mayoría, son irracionales. Tratar de combatirlos en un par de sesiones (o cuatro) de práctica guiada es una pretensión que difícilmente tiene buenos resultados. Porque no es lo mismo ir en grupo, todos provistos de fabulosos chalecos reflectantes, al abrigo de un pelotón y siguiendo los consejos de un instructor que enfrentarse uno mismo, solo y sin ayuda, a esas mismas situaciones.


Repetir unas cuantas pautas es fácil, atreverse a lidiar con nuestra bestia interior es otro cantar. Por eso cuando alguien nos solicita que impartamos o participemos en un taller o jornada de seguridad vial para usuarios de bicicletas solemos preguntar antes de embarcarnos ¿a qué público irá dirigido? ¿qué objetivos se buscan? y ¿qué resultados se esperan?

Pareceremos muy mirados, pero las cuestiones tienen sentido. De hecho, en este mundo de la iniciativa voluntariosa, del esfuerzo testimonial y de las propuestas que se miden en votos, empezamos a estar cansados de vaguedades, de mensajes lanzados a un gran público apático y descreído y de sesiones de eco y autobombo entre allegados. Así que, si no es mínimamente ambiciosa la propuesta y no es capaz de definir y concretar destinatarios y objetivos (que no lo suelen ser) preferimos participar en mesas en las que se cuestione y se discuta el tema y luego, cada uno a su casa, normalmente en coche todos.

Porque la seguridad en la calle, en bicicleta, sólo se adquiere andando. Y eso más vale saberlo para empezar cuanto antes. Los grandes sustos sólo se pueden evitar con pequeños sustos. Las maniobras comprometidas, el posicionamiento, la señalización, la interrelación con el resto del tráfico, el respeto, la dignidad, la prevención, la anticipación, la visibilidad, la empatía... todas esas cosas se aprenden con el tiempo y con las incidencias. Tratar de poner en antecedentes a un grupo de alumnos es una tarea imposible. Para aprender a andar hace falta andar.


Ahora bien, se puede adelantar algo intentando ver la educación vial desde la perspectiva del manillar también y no sólo desde los intereses de los coches, como suele ser habitual. Sobre todo entre los niños y jóvenes que aún utilizan la bicicleta de manera más o menos frecuente y que todavía no están condicionados. Programas en escuelas e institutos. Para toda la población. Aunque sólo sean una jornada o dos, pero de manera universal y obligatoria.

Ahora bien, con esto seguiremos sin transmitir confianza, sólo explicaremos las posibilidades, las peculiaridades y las condiciones de la bici. La confianza, por destracia, no se enseña en un curso, ni en unas cuantas sesiones. Para eso la mejor escuela es la calle, los familiares, los amigos, las situaciones y el sentido común. Basta con vencer el miedo y experimentar.

2 comentarios:

  1. Totalmente de acuerdo Eneko. Años de educación de este tipo en el UK ha llegado a nada de nada: http://www.aviewfromthecyclepath.com/2011/11/how-bikeability-and-cycling-proficiency.html

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  2. Olly: ¿te parece poco conseguir que el conductor de la bici sea autónomo para poder gestionar los riesgos del tráfico, para saber gestionar su espacio y tener su seguridad en sus propias manos sin delegar en infraestructuras e, incluso, para poder juzgar si una infraestructura le puede multiplicar los riesgos?

    Si tu objetivo no es que la gente se autónoma y pierda los miedos, entonces te entiendo. Si tu objetivo es únicamente que haya más ciclistas..., aunque no te importe si su circulación es absolutamente dependiente de las infraestructuras (y de los técnicos, políticos y empresas que las promueven) y sean auténticos desconocedores de cómo mantenerse seguros por sí mismos, entonces te entiendo....

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