A las 6:05 lo he decidido... y entonces ha ocurrido. Se han ido encadenando una serie de útiles y servicios que me han puesto a las 8:15 en VG. Después de salir de casa en mi Brompton a las 6:40 acceder a la Estación de Autobuses en tiempo record valiéndome del ascensor que escala por el interior de la muralla que protege y aisla Pamplona del exterior. Después de introducir la bici en el bus sin pagar por ello y aparecer una hora y cuarto más tarde en la Capital Verde habiendo recuperado la hora de sueño que me había quitado el madrugón.
Por 7,87 € y con mi bici... despierto en otra ciudad. Una especie de teletransportación a precio de cine. Y lo mejor. Me he tomado un cafe y un bollo con mi bici (ella no consume) después de ser sorprendido fotografiando una fabulosa bici urbana por su dueño: el presidente de Bizikleteroak.
He pasado media hora comprobando cómo VG ha crecido, ha madurado y ha multiplicado sus ciclistas, y he llegado a la Plaza del Machete al Palacio de Villasuso, que es donde tenía lugar la cita. Puntual, despierto, fresco.
Al finalizar la jornada y después de comer he vuelto a coger el bus al que he llegado, como es de esperar, en el penúltimo minuto y allí ha tenido lugar la segunda anécdota del día. El conductor del autobús me ha visto llegar y se me ha plantado delante de la puerta. Seguro, determinado, autoritario.
- La bici no pasa.
- Esta no -le he dicho.
- Venga, venga eso hay que facturarlo.
- Déjame 20 segundos y te lo demuestro.
... Flak... tak... clak... sss... click!
- Ya.
- Así sí -confiesa sorprendido.
- No, espera, que tengo una funda.
- No, no hace falta.
- Tranquilo, lo hago por la bici.
...
- Impresionante -comenta estupefacto con una pasajera- si todos vinieran así...
Es lo que tiene la Brompton ¿Un lujo?
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