domingo, 14 de marzo de 2010

La otra noche tuve un sueño...

Un sueño que no me dejó dormir. Soñé que las bicicletas circulaban por las aceras. Todas. Con naturalidad, con descaro, con suficiencia, sin complejos. Esta visión me dejó al principio perplejo. No entendía lo que estaba pasando. Me acuerdo que me resultaba chocante, pero no me atrevía a pensar que era nada anormal. Al contrario. Ciclistas felices, con gesto de satisfacción, transitando por aceras anchas y estrechas, arrinconando a peatones... todo era absolutamente normal.

Sin embargo, después de unos minutos, la mente se me quedó en blanco. Y un débil recuerdo, casi imperceptiblemente, empezó a hacerse presente. Al principio no quise hacerle caso, pero poco a poco fue cobrando forma. Y una ansiedad creciente se fue apoderando de mi, hasta que el desasosiego se hizo insoportable. Quise gritar, pero una afonía cargada de impotencia me lo impidió. El corazón me cabalgaba, pero no sabía qué hacer. Paré a un ciclista. Yo estaba nervioso. Las palabras no me salían de la boca. Quería hacerle muchas preguntas, quería explicarle muchas cosas, que la renuncia a la calzada iba en contra de la eficiencia de la bicicleta, que perjudicaba a los ciclistas y a los peatones, que les despojaba de sus derechos elementales... pero tras muchos esfuerzos y casi tartamudeando sólo pude articular un tímido ¿por qué?

El feliz ciclista se quedó observándome tan sólo un instante, sonrió y se marchó.

Entonces me desperté...

3 comentarios:

  1. es una pesadilla que tengo a menudo eneko, gracias por darle forma y palabras, quizás contandola puedo empezar a curarme... gi_ro(inbici)

    ResponderEliminar
  2. Lo siento GiRo pero creo que me he vuelto a quedar dormido

    ResponderEliminar
  3. Otra cosica son los mensajeros, esos si que no incordian a nadie, ni cuando van fumaos.

    ResponderEliminar