Sin embargo, después de unos minutos, la mente se me quedó en blanco. Y un débil recuerdo, casi imperceptiblemente, empezó a hacerse presente. Al principio no quise hacerle caso, pero poco a poco fue cobrando forma. Y una ansiedad creciente se fue apoderando de mi, hasta que el desasosiego se hizo insoportable. Quise gritar, pero una afonía cargada de impotencia me lo impidió. El corazón me cabalgaba, pero no sabía qué hacer. Paré a un ciclista. Yo estaba nervioso. Las palabras no me salían de la boca. Quería hacerle muchas preguntas, quería explicarle muchas cosas, que la renuncia a la calzada iba en contra de la eficiencia de la bicicleta, que perjudicaba a los ciclistas y a los peatones, que les despojaba de sus derechos elementales... pero tras muchos esfuerzos y casi tartamudeando sólo pude articular un tímido ¿por qué?
El feliz ciclista se quedó observándome tan sólo un instante, sonrió y se marchó.
Entonces me desperté...
es una pesadilla que tengo a menudo eneko, gracias por darle forma y palabras, quizás contandola puedo empezar a curarme... gi_ro(inbici)
ResponderEliminarLo siento GiRo pero creo que me he vuelto a quedar dormido
ResponderEliminarOtra cosica son los mensajeros, esos si que no incordian a nadie, ni cuando van fumaos.
ResponderEliminar