Ha saltado la noticia de la inauguración del primer aparcamiento municipal para bicicletas en Pamplona y se ha generado una increíble expectativa alrededor de esta iniciativa. Se trata en realidad de un aparcamiento para residentes, que es una demanda social desatendida desde la iniciativa pública y que ahora se propone desde el Ayuntamiento. Bien. Aunque las plazas que propone este primer parking no vayan a solucionar el problema ni siquiera del barrio en el que se ha planteado, es bienvenida la propuesta y la inversión que va a hacer el consistorio para entregársela a unos vecinos de manera privativa a cambio de un alquiler mensual.
No estoy muy convencido de que un ayuntamiento tenga que encargarse de los problemas de la propiedad privada de la gente, por más que éstos estén relacionados con un elemento tan interesante para hacer más ecológica la movilidad como es la bicicleta. ¿Por qué no facilita también trasteros a los vecinos del Casco Viejo cuyos inmuebles, en su mayoría, carecen de esta facilidad? Pero no por ello voy a dejar de aplaudir la iniciativa.
El aparcamiento cómodo y seguro es uno de los factores clave para el uso de la bicicleta como medio de locomoción, pero el aparcamiento doméstico debería resolverse de manera doméstica, aunque el ayuntamiento pudiera ejercer la labor de facilitador. Donde un ayuntamiento tiene que tomar cartas es en la oferta de aparcamiento de rotación de calidad para bicicletas. Ahí si hay una responsabilidad pública. Y ahí sí se puede justificar la inversión, mucho mejor que en hacer dotaciones de uso privativo.
Hacen falta aparcamientos de rotación para bicicletas seguros, cómodos, vigilados y a cubierto en la ciudad. Y me atrevería a decir que, para promocionarlos y promocionar el uso digno de la bicicleta, deberían ser gratuitos al principio.
¿Dónde? Donde haya bicicletas en rotación. En los centros neurálgicos. En los centros educativos. En los centros de trabajo. En las zonas comerciales.
¿Cómo? La fórmula más sencilla y más barata es en los propios aparcamientos de coches, condenando y cerrando algunas plazas. Claro que esto requiere de una negociación previa con las empresas concesionarias, que suelen poner pegas al acceso y circulación de bicicletas por sus instalaciones y que dudan mucho de la rentabilidad de dichos servicios.
¿Cuándo? Cuanto antes, mejor. No hay que esperar a nada para ofrecer este tipo de servicios.
¿Por qué? Porque hay que dignificar el uso de la bicicleta y este tipo de servicios lo hace sin hacer desembolsos extraordinarios y ofreciendo soluciones de calidad a aquellas personas que ya están devolviendo con el uso de la bicicleta un beneficio a la ciudad.
Mientras no planteemos todo lo relacionado a la promoción de la bicicleta en estos términos de calidad y dignidad, seguiremos haciendo caridad con la bicicleta y perpetuaremos su marginalidad. Y mientras sigamos acometiendo los problemas propios de la propiedad privada con soluciones públicas, seguiremos difiriendo la solución de los mismos. Las bicicletas públicas como sustitutivo de las bicicletas privadas o como competencia desleal a los servicios de alquiler de bicicletas es un buen ejemplo de ello.
No hay comentarios:
Publicar un comentario