Regresamos absolutamente exhaustos de uno de los fines de semana más intensos y más emocionantes de los últimos años de prospección en temas relacionados con la bicicleta. Han sido muchos congresos, muchas jornadas y muchos encuentros, muchas ponencias, muchas reverencias protocolarias, muchas palabras grandilocuentes, muchos comunicadores impresionantes con mensajes inalcanzables, muchos cócteles y muchos canapés con sonrisas y conversaciones fatuas.
Bicity ha sido distinto y lo ha sido desde el principio. Porque Bicity, una iniciativa de la Red de Ciudades por la Bicicleta, no proponía una mera colección de charlas y un espacio de encuentro. Bicity era, sobre todo, un juego. Un juego pero con fuego real. Para empezar porque los participantes acudían con proyectos e ideas reales, paridos por ellos mismos y muchos de ellos ya en marcha que querían someter a escrutinio en un concurso de propuestas entre un público especializado: otros promotores igual que ellos. Un buen banco de pruebas para testar si los proyectos eran refrendados o no.
Pero era más que eso. Era un laboratorio de ideas, ya que, en tan sólo 48 horas, los proyectos que eran elegidos dentro de una primera preselección después de una presentación de apenas 2 minutos, tenían la oportunidad de ser trabajados, redimensionados o repensados por grupos de trabajo integrados por los líderes del proyecto con otros participantes que se interesaran por el mismo dentro de ese público en el que la mayoría eran también promotores. Esto le daba a la cosa un cariz mucho más intenso y mucho más exigente, pero también mucho más enriquecedor si se sabían capitalizar los valores, las inquietudes, las ganas y las potencialidades de los integrantes de los grupos.
Aquí es donde la cosa cobró un interés redoblado. Muchos de los que no habían pasado el primer corte, ahora tenían que trabajar por mejorar el proyecto de los que habían sido sus competidores. Esto que, en otro escenario, podría haber levantado suspicacias, en este contexto se tradujo en un cóctel explosivo por la ebullición de ideas y por la potencia que añadían las aportaciones laterales a los proyectos originales. Simplemente sobrecogedor. La tensión y los nervios de la responsabilidad asumida por los líderes en estas condiciones de implicación se podían masticar.
Al final, tan sólo cuatro iniciativas fueron premiadas, pero el reconocimiento de los que estuvimos allí son para todos y cada uno de los participantes, mentores, jurados y, por supuesto, para los organizadores del evento, Enviroo, que supieron conducir la nave de una manera magistral, cercana, motivadora y amena.
De los proyectos y embriones que allí se expusieron, un total de 43, la mayoría trataba de buscar soluciones a la seguridad de los ciclistas: muchos a través de aparcamientos seguros como el ganador Don Cicleto, Bikehive o Bikius, otros a través de elementos de iluminación y señalización para la bicicleta como Urs My Bike, LED My Bike, o mediante sistemas de identificación y localización de bicis, IdeaBike. Otros, más singulares, proponían sistemas de bicis públicas sostenibles como Sunbik, fabricación de bicis con materiales especiales como fibra de basalto (Racormance) o bambú, soportes para fijar el casco a la bicicleta, centros integrales de la bicicleta en Sevilla o en Madrid, electrificación de bicicletas (Velomoción), confección del alforjas y ropa para ciclistas de ciudad, bicis de carga, bicis de impulso múltiple, patinetes eléctricos, plataformas tecnológicas de lo más variadas, de las cuales la más destacable era sin duda la que ganó el segundo premio, Ciclogreen, que ofrece un entorno donde los participantes iban acumulando kilómetros recorridos para ir al trabajo a cambio de recompensas por parte de la empresa y muchas cosas más.
Había 2 proyectos que se salían del tiesto por su vocación más solidaria y ambos alcanzaron un reconocimiento especial. Por un lado, Bizzi, un proyecto dedicado a la elaboración de matrículas decorativas en el que el 75% de los beneficios son destinados a la adquisición de bicicletas para niños de entornos rurales con dificultades económicas, que logró una mención especial, y, por otro, una plataforma de empresas de reparto y logística a pedales que bajo el nombre de Cyclelogistics trata de aunar esfuerzos y crear sinergias en un sector que vuelve a emerger con fuerza en los últimos años: las bicimensajerías y las empresas de reparto de última milla en bicicletas y triciclos de carga, en la que estuvimos trabajando hasta la extenuación en un grupo de trabajo realmente efervescente que nos hizo acceder al tercer premio para nuestro orgullo.
Seguro que este fin de semana va a servir para muchísimo más que para recompensar a los más brillantes. Seguro que muchos, todos los que estuvimos participando nos hemos enriquecido de los intercambios y encuentros que allí se produjeron. Pero lo que es seguro es que un ambiente tan emocionante, tan implicador, tan efusivo y tan motivado no lo vamos a poder olvidar aunque queramos y nos va a dar ánimos renovados para afrontar nuestros próximos retos y buscar otros cuando los superemos.
Gracias a todos y que se vuelva a repetir.
Buenas ideas....
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