Y nos tiene acogotados. Toda esta estrategia que no acaba de parir una norma para regular la circulación ciclista que lleva la Dirección General de Tráfico española manteniendo durante ya van para 3 años simplemente apesta. Apesta porque está sirviendo de táctica dilatoria para desviar la atención sobre las cuestiones principales que afectan a las personas que quieren moverse libremente por las ciudades eligiendo la mejor opción para sus desplazamientos y nos está paralizando con sus amenazas infantiloides desaprovechando los mejores momentos que hemos vivido en muchos años para proponer cambios.
Y huele porque han ventilado demasiado la mierda
Una táctica de derechas sin duda en su formato más genuino y recalcitrante: sembrar miedo para mantener las cosas como están y utilizar todo el aparato mediático para amplificar el mensaje de manera que no se oiga nada más.
Crónicas de accidentes en los que los ocupantes de las bicicletas no llevaban casco, informes sobre estudios reveladores de la conveniencia de utilizar casco por la protección que aporta, ruedas de prensa, declaraciones y puestas en escena que alimenten el monstruo... todo al servicio de mantener la calma y seguir conduciendo un coche y demostrar no sólo que la bicicleta es incómoda y lenta, sino que es peligrosa y, por tanto, inconveniente. Peligrosa para sus usuarios por supuesto, pero peligrosa también para los intereses de los peatones y cómo no de sus protegidos automovilistas.
Sólo pensar que mucha gente está volviendo la vista sobre las pobres bicis y está abandonando sus coches les provoca una tremenda desazón. Por eso están tan obsesionados en demostrar que la bicicleta no es un juguete sino que es poco menos que un arma en manos de incautos. Por eso nos quieren vestir como payasos y nos quieren coronar con un casco obligatorio. Para que se nos vea.
Ignoremos sus intenciones y dediquémonos a lo nuestro
Lo malo no es eso. A eso se puede objetar, como objetamos en su día al servicio militar obligatorio. De hecho, todos los ayuntamientos más o menos cabales e involucrados en la promoción de la bicicleta, aunque sea de forma testimonial, ya han declarado su intención de no someterse a esta norma y no aplicarla en sus dominios (ya veremos qué pasa si se cumplen las amenazas).
Lo malo es que no estamos haciendo el resto de los deberes porque nos tienen amedrentados con sus amenazas. Los deberes que no son otros que implantar e inculcar la bicicleta desde la infancia, en los colegios, en los institutos, en la calle, solucionar los problemas que tiene la mayoría para aparcar sus bicicletas de manera segura, enseñar a la gente a ser más autónomos con sus bicicletas, etcétera.
Pero lo peor es que nadie se está dando cuenta que estos años que estamos pasando en el hoyo son los mejores para proponer alternativas al coche, simplemente porque, al haber menos actividad y menos vorágine consumista, hay menos tráfico. La reducción de tráfico ha sido más que proporcional a la recesión y nos ha puesto en un escenario excelente para deconstruir las ciudades y sus conurbaciones y hacerlas más amables para otros modos de desplazamiento que no sean motorizados. El tráfico ha descendido hasta un 20% en muchas ciudades y eso representa una oportunidad inmejorable. Pero la estamos perdiendo entretenidos en responder a su juego, que ya ha conseguido colarnos a las bicis en las aceras y que nos sigue amenazando con cascos, luces y reflectantes.
Si no lo hacemos, somos estúpidos.
Si un organismo internacional independiente, como por ejemplo la OSCE, analizará el retórico actuar de esta DGT, no podría por menos que pensar en los evidentes paralelismos que tiene el discurso de María Seguí con los 11 PRINCIPIOS DE LA PROPAGANDA de Joseph Göebbles. Salta a la vista.
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