domingo, 12 de diciembre de 2010

La ciudad imaginada

Efectivamente, ciencia ficción. A veces es conveniente hacer este tipo de ejercicios. Si no, la realidad resulta demasiado anodina, triste, estática.

¿Nunca has imaginado como sería tu calle, tu barrio, tu pueblo, tu ciudad ideal? O dicho de otra manera, qué cambiarías en tu entorno para conseguir que se parezca más a ese lugar soñado. ¿No lo has hecho nunca? Pues deberías hacerlo.

Es realmente interesante imaginar lugares conocidos y cambiarles el aspecto, el ambiente o la funcionalidad que desempeñan en la actualidad. Es verdad que no somos planificadores, nadie lo es. De hecho esto está así después de muchos años de planificación. La propuesta es un ejercicio mucho más infantil: jugar a las ciudades. Pero con tu propia ciudad.


Imagina que está en tu mano decidir si en una calle se pueden poner árboles, si se puede cambiar la iluminación, si se pueden colocar bancos o columpios, si se puede reducir el tráfico en otra, o quitar plazas de aparcamiento, si una plaza se puede peatonalizar, si en un edificio abandonado se puede hacer un centro cívico, si se puede hacer un parque quitando la vía del tren, qué pasaría si la avenida principal en el centro de la ciudad se redujera a la mitad de su capacidad... ¿de verdad que no has jugado nunca a esto? Pues es realmente interesante. Y es más interesante ver las consecuencias que cada una de esas decisiones tendría.

Yo lo hago a menudo. Casi cada vez que camino por mi ciudad, que es la que conozco, la que vivo, la que me importa. ¿Por qué? Porque miro, porque observo y porque no me gustan muchas cosas que veo. Veo demasiados coches ocupando demasiado espacio y corriendo demasiado por el centro de la ciudad, veo peatones haciendo itinerarios imposibles, veo demasiados niños de la mano de sus padres, veo gente mayor caminando con dificultad en medio de la prisa de los demás, veo gente andando en bicicleta de malas maneras, veo autobuses atrapados en medio del tráfico, veo demasiados semáforos y demasiadas rotondas. Y no me gusta.


Y entonces me pongo a imaginar. ¿Qué pasaría en esta calle si quitáramos un carril en cada sentido? ¿Y si con ese espacio ampliáramos las aceras? ¿Qué pasaría en esta plaza si pusiéramos columpios y unos cuantos árboles y bancos, algunos cubiertos? ¿Que pasaría si por esta avenida sólo pudieran circular autobuses? ¿Y si en esta cuesta habilitáramos un arcén para que los ciclistas subieran tranquilos? Es realmente emocionante. Y es ilusionante. Todo se puede mejorar. Todo. Ese es el truco.

Ahora imaginemos por un momento que tu vida depende de ti y que tú eres capaz de decidir cómo configurar el espacio donde te desarrollas. ¿Demasiado? Vale. Pongamos entonces que eres capaz de tomar parte en procesos, en foros que se convocaran para decidir qué se podría cambiar en tu entorno para mejorarlo. ¿También es mucho? Recuerda que estamos hablando ciencia ficción.

¿Qué propondrías?

Fotos: Made by Joel

3 comentarios:

  1. Está muy bién lo que planteas Eneko. El problema es que de lo que tú hablas es democracia participativa y, en esta nuestra ciudad la democracia es meramente impositiva. Los foros de participación ciudadana son una muy interesante iniciativa (p.ej. el del Parque de Ezkaba/San Cristobal) cuya eficacia está por comprobarse. Espero que no sean meras operaciones de maquillaje político... Mientras tanto sigamos soñando y luchando.

    ResponderEliminar
  2. También ocurre que muchos hemos crecido en esa ciudad soñada, una ciudad con infinidad de carencias y que sin embargo estaba llena de rincones donde los críos éramos libres, en mi caso mucho mas. Cuando nos mudamos a mi barrio madrileño actual este era un pueblo, dependíamos administrativamente de Madrid pero estábamos al margen de todo, esos tres km de campo que nos separaban de Madrid eran una frontera, solo contábamos a la hora de recaudar. Esa frontera de barbechos y canteras abandonadas era un espacio donde crecíamos asilvestrados y entre los bloques el espacio estaba virgen con lo cual había muchísimo espacio para jugar.

    Actualmente es un barrio genial, es una ciudad en si misma que ha quintuplicado sus vecinos, incluso tiene el tráfico pacificado en la mayoría de sus calles pero tiene una pega muy grande, a pesar de sus amplios parques (una exigencia vecinal para evitar que todo fuesen bloques de pisos) se han cargado los micro espacios vecinales donde se hacía barrio, o los han transformado en aparcamientos o son plazas cerradas al tráfico con arbolitos y bancos, lugares fríos sin espacio para correr y saltar y que no incitan al juego ni a las relaciones entre vecinos, salvo el centro del barrio que es el casco antiguo del pueblo transformado en zona comercial. Curiosamente de todos los años que llevo viviendo aquí es ahora cuando su trafico es considerablemente menor y mas tranquilo **, menos ciclistas hay por sus calles y las pocas bicicletas que se ven son cicleatones, salvo el domingo en el anillo ciclista que hace frontera durante varios km. Tantos años diciendo que algo no se puede se ha convertido en la escuda perfecta para no hacerlo o hacerlo mal.


    **(a pesar del gran número de universitarios que acuden al campus en su coche no alcanza a todo el trafico que cruzaba el barrio y que se desvío por la M-40 y M-45)

    ResponderEliminar