Hoy he participado en un programa de radio en el que se trataba, cómo no, el tan traído y llevado tema de las bicicletas en la ciudad y, en el transcurso del mismo, me he dado cuenta de que el asunto de la peatonalización de las bicicletas es mucho más grave de lo que a simple vista puede parecer y entraña toda una serie de consecuencias que van más allá del simple cambio de plataforma de la calzada a la acera.
Para empezar, si analizamos la normativa, las bicicletas están obligadas a ir equipadas con frenos, luz delantera, reflectante trasero y timbre. Nada nuevo. Sin embargo ¿por qué exigen este equipamiento y no por ejemplo luz de freno, faros delanteros con un mínimo de potencia, luces traseras y una bocina que puedan oirla los conductores que van encerrados en sus carrocerías? Pues es simplemente por lo mismo por lo que se está debatiendo enconadamente cómo debe cruzar una bicicleta un paso de peatones.
Este tipo de normas, como que los carriles bici sean obligatorios y por ellos no se pueda circular a más de 20 kms/hora son las cosas que están sacando de quicio el asunto de la ciclabilidad. Se están dando pasos decididos hacia un modelo de circulación ciclista que no moleste más que a los ciclistas y, por supuesto, a los peatones.
Con luz delantera y timbre una bicicleta anuncia su paso en una zona peatonal, pero no evita el golpe por alcance cuando un automovilista no le ve de noche. Con la polémica sobre los pasos peatonales estamos olvidando que las bicicletas cuando acceden a un paso de peatones lo hacen desde una plataforma peatonal lo cual es irregular por definición. Pero a la vez hemos dado por sentado que para jóvenes y mayores el lugar más seguro a falta de carriles bici de diseños reprobables son las aceras.
Y ahí estamos, tratando de ganarnos la simpatía de los peatones con nuestro timbre insolente porque estamos empezando a constatar que lo de quitarle algo al coche va a ser imposible, sobre todo porque los que están al mando del asunto no quieren hacerlo.
Esto es lo más grave, esta renuncia tiene unas consecuencias históricas importantes. Importantísimas. Renunciar a la calzada en vez de exigir la seguridad en la misma conlleva la automática discriminación de las bicicletas y por ende la consecuente segregación peatonal. Y renunciar a la convivencia en la carretera y demandarla en las aceras es poco menos que inhabilitar al peatón en su libre discurrir por su espacio natural gracias a una desnaturalización forzada e interesada de la bicicleta.
El argumento del miedo y de la consecuente seguridad exigible, que es lo que justifica este orden de cosas, está alimentado por los intereses estabilistas del automóvil y tratar de obviarlo es tan grave como reconocerlo y no hacer nada.
Así pues, a todos esos del "ring ring" yo les diría que la revolución ciclista no va a ocurrir transitando musicalmente por una acera y que empiecen a pensar que pueden ser los grandes impulsores de la despeatonalización de las ciudades.
Yo creo que avisan a los insolentes / heroicos peatones que se atreven a ir por la acera. Y quizás haya aún que agradecer el que no le pasen a uno desde atrás... ¡ziuuu!
ResponderEliminarHay que acabar con esa gentuza de ciclistoides-cicleatones
ResponderEliminarSobre la obligatoriedad de los frenos:
ResponderEliminar¿Alguien sabe como quedan las fixies en todo esto? Me comentaron que las fixies tienen el "freno de cadena" y realmente es cierto pero a ver como le explicas eso a un guardia que te quiera multar.
A este paso, y con lo que planteas, incluso las sillas de rudas y los carritos de bebé tendrán que circular por la calzada.
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