domingo, 1 de diciembre de 2013

¿En bicicleta a menos de 10 kms/h?

La cosa se ha puesto fea en lo que a circulación discrecional en bicicleta se refiere. Los ciclistas y sobre todo los ciclistoides han campado tanto a sus anchas y con tan poco tacto que al final han acabado con una de las virtudes principales de la bicicleta: su capacidad de aprovechar los atajos y relativizar las normas pensadas sólo para automóviles o para peatones. Y las consecuencias se empiezan a ver ahora: prohibiciones, nuevas ordenanzas, reglamentos y otras gaitas, que van a comenzar una campaña de persecución a los ciclistas, ya catalogados como transgresores de la ley de manera generalizada.

La penúltima fue la que propuso circular a menos de 10 kms/hora en zonas peatonales y parques. No me digáis dónde apareció tamaña ocurrencia, pero ya se ha visto en más de un sitio. ¿Alguien ha probado en serio a circular por debajo de esa velocidad en bici en algo que no sea una buena rampa? Pues, para el que no lo haya hecho, que sepa que es poco más que mantener el equilibrio. A 5 kms/hora es ya una prueba de habilidad.


Pero ¿por qué se ponen estas limitaciones absurdas?

Pues simplemente porque no hay coraje suficiente para prohibir expresamente la circulación de bicicletas por esos lugares. Calles peatonales, parques frecuentados, carriles bici nefastos y otros escenarios.

Proponer medidas como estas no sirve para nada, porque nadie las cumple y nadie las vigila. Basta sólo con imaginar el intento de medir las velocidades en una zona con alta densidad peatonal de un cicleatón que va haciendo zigzag entre peatones y discriminar si va a 8 o a 12 kms/hora. Demencial.

Ante semejante ridiculez, es preferible tirar por el camino de en medio y elegir entre consentir o castigar a los ciclistas que intenten circular en estas condiciones absolutamente poco recomendables.


El miedo del coche, por supuesto

Pero lo que subyace siempre detrás de estas medidas estúpidas no es más que la cobardía a la hora de afrontar la realidad de la bicicleta como medio de locomoción y, por encima de eso, la melindrería al tratar de ofrecer alternativas reales al uso del automóvil y a su dominio de la calle, de la ciudad y de sus conexiones con el exterior. Así los reductos de circulación en los que confinamos a los ciclistas inocentes se convierten en auténticas ratoneras donde se libran las batallas más cruentas entre los más débiles en esto de la depredación circulatoria y donde los peatones llevan siempre las de perder.


Así pues, basta ya de majaderías de este estilo y, o bien dejamos circular y castigamos sólo las actitudes incívicas o temerarias, o bien prohibimos la circulación, o bien duplicamos el viario y dedicamos una senda a los caminantes y otra a los ciclos, que sería lo deseable en todos los parques ciclables de las ciudades.

Todo lo demás será ralentizar al lento para acelerar al rápido y hacer que la bicicleta sea cada vez más incómoda y menos conveniente.

1 comentario:

  1. Se puede decir mas alto, pero no más claro.
    Estoy de acuerdo con todo el artículo, de principio a fin.
    Y como van a saber a qué velocidad vas? ponen radares?
    Las bicis no llevan velocímetro, por tanto como vamos a saber nosotros a cuanto vamos?
    Legislar asi suena a chiste, y a perdida de tiempo y dinero de los contribuyentes, es decir, todos nosotros.
    Pero tras todo esto, esta claro que las conductas cívicas y de respeto con los peatones en el uso de la bicicleta debe partir de nosotros mismos, ya que muchas veces con algunas actitudes recriminables por parte de unos pocos se hace un flaco favor al colectivo ciclista.

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