domingo, 24 de noviembre de 2013

Peatones ¿una especie a proteger?

Sí. Eso es lo que afirmaba el otro día el titular del periódico regional de mayor tirada de esta parte de la tierra en su portada, haciendo referencia a una serie de medidas que el Gobierno de Navarra va a tomar para mejorar la seguridad de los viandantes frente a los coches sobre todo en los pasos peatonales. Nada nuevo.

Lo que sí es nuevo es la forma de presentar a un colectivo que, como tal, no existe porque representa a la mayoría de la ciudadanía y la mayoría no necesita representantes porque es diversa, no es consciente de su pertenencia a un colectivo y por tanto no tiene sentido grupal. Todo eso está reservado para las minorías. Ahora bien ¿qué nos ha llevado a tener que declarar especie protegida a la mayoría de la gente anónima que camina por las calles?

La transposición prodigiosa

Presentar a una parte de la fauna como especie protegida es, entre otras cosas, reconocer su indefensión, su fragilidad y su exposición a sus depredadores y a los peligros que acechan su extinción. Y es esto lo que sorprende: que la mayoría de nuestros congéneres se encuentren en peligro de extinción porque unos cuantos hayan decidido utilizar tanques para desplazarse habitualmente, incluso cuando no les hacen falta, y puedan aplastar a los demás, al parecer, inexorablemente.

Dar por sentado este estado de cosas nos lleva a tratar de remediar las consecuencias en vez de trabajar sobre las causas. Y así nos gusta buscar soluciones tales como calmar el tráfico, defender los pasos peatonales, semaforizar, hacer reductos peatonales a modo de reservas o, en último extremo, culpabilizar a las propias víctimas de sus despistes o de sus actitudes negligentes. Todo por no cuestionar el uso que se hace de los coches. Somos tremendos.

¿Defender a la mayoría de una minoría?

Hemos sido capaces de llevar las cosas hasta tal extremo en nuestra ofuscación por tratar de justificar la motorización que ahora nos encontramos preocupados por defender a la mayoría de unos cuantos. Y nos parece normal, nos parece correcto e incluso bueno. Somos terribles.

Sería justificable si habláramos de una minoría, como son los ciclistas, y estudiáramos su excepcionalidad y su supuesta exposición a sus depredadores, como lo han hecho los británicos ante la última oleada de ciclistas muertos en Londres, pero incluso puestos en esta tesitura serían discutibles medidas tales como atrincherarse en las aceras, tomando a los peatones como rehenes. Pero hacerlo poniendo a la mayoría como víctimas es demencial, aunque no menos real.


La única situación en la que se trata de proteger a la sociedad civil en su mayoría de unos cuantos asesinos es la guerra o el terrorismo. ¿Son semejantes? Pues quizá mucho más de lo que estamos dispuestos a reconocer, quizá porque es una realidad que hemos hecho demasiado cotidiana y convivimos con ella con naturalidad impasible. De hecho, terrorismo, guerra y motorización tienen en común que unos cuantos con muchos medios tratan de amedrentar a los demás imponiendo su idiosincrasia violentamente, para arrebatarles su espacio y dominarlo.

¿Condición humana?

¿Homo homini lupus? ¿El hombre es un lobo para el hombre? Pues parece que sí. ¿Si no cómo se entiende la actitud de unos cuantos ciclistas invadiendo alegremente y no sin cierta insolencia los espacios de la mayoría peatonal? Somos lo peor.

4 comentarios:

  1. La acera es de todos los ciudadanos. La prioridad peatonal no significa exclusividad. Abogad por el respeto y la convivencia. no por el derecho excluyente. Os estáis equivocando.

    ResponderEliminar
  2. Y lo de mezclar terrorismo con filosofía de Hobbes y movilidad urbana, para mí es un poco "ida de pinza".

    ResponderEliminar
  3. No Tintxo, lo que es de todos los ciudadanos no es la acera: es LA CALLE. Y lo de prioridad peatonal se puede aplicar a zonas peatonalizadas, nunca a aceras. Donde hay aceras es preferible, por defecto, excluir a cualquier modo de transporte mecanizado que no sean sillas de ruedas o silletas, porque, si no, estaremos sentado un precedente.

    El respeto y la convivencia hay que reclamarlos en la calle y, entre vehículos, en la calzada.

    Y lo del terrorismo no es una "ida de pinza". La tiranía que le hemos concedido al coche en las calles, con las víctimas directas y colaterales, es una forma de terrorismo como otra cualquiera.

    El terrorismo es el uso sistemático del terror, para coaccionar a sociedades o gobiernos, utilizado por una amplia gama de organizaciones políticas en la promoción de sus objetivos.

    Tú me dirás si la campaña que se está orquestando alrededor de la obligatoriedad del uso del casco no es una forma de utilizar el terror con objetivos políticos, sociales y económicos a favor del coche.

    ResponderEliminar
  4. ¿Leíste luego el artículo del Diario de Navarra? Como Indra, que instala semáforos, estaba en la conferencia o lo que demonios fuera esa reunión, las soluciones que propone el Gobierno Foral pasan por poner más y más semáforos y chismes. Bastante escandaloso. Gracias por la reflexión.

    ResponderEliminar