lunes, 20 de junio de 2011

Cicloturista, no hay Camino...

... sólo si vas en mountain bike. Sí, después de 30 años y un Xacobeo he vuelto al Camino de Santiago. Con el escepticismo propio de la tierra de donde provengo y a bordo de una nave biplaza llamada Pino de la marca alemana Hase, todo un invento para ir acompañado de un menor con tantas ganas de descubrir mundo que cuando hablamos de cicloturismo le brillan los ojos y se apuntaría a un bombardeo con tal de ver cosas nuevas desde la bicicleta.

No he venido para constatar nada, sólo para pasar unos días en bici aprovechando un recorrido trillado y que cuenta con algunos servicios que comprenden las circunstancias del cicloturista, aunque sea a fuerza de ver pasar unos cuantos miles cada año.

En el Camino no hace falta explicar que llevas una bicicleta y no provoca ninguna sorpresa. Todos los alojamientos, más o menos, cuentan con lugares donde dejar la bici a buen recaudo. En el Camino puedes viajar ligero porque hay un servicio, el Jacotrans, que te puede ayudar a portear tu exceso de equipaje. Esto desvirtúa un poco el concepto de cicloturismo de alforjas pero, cuando ya no cuentas con el tiempo ni con la forma y vas con un chaval que cuando deja de pedalear pesa 25 kilos, es eso o un motor.

Ahora bien, si tu idea es ir por superficie pavimentada, el Camino no es la vía ideal. Hay rutas mejores. Circular por carreteras nacionales con tráfico no demasiado denso pero sí pesado y rápido no es un lugar idóneo para disfrutar de un viaje en bici. Tampoco lo es circular en paralelo por un pista no lo suficientemente ancha para ciclistas y pedestres y con conexiones e itinerarios muchas veces demasiado forzados.

Creo que ya va siendo hora de que se reflexione en profundidad al respecto, porque estamos descartando a un colectivo que representa una inmensa mayoría en el centro de Europa y una minoría muy numerosa en el resto del mundo, que representan un mercado potencial importantísimo. Despreciar al ciclista de ruta, al ciclista de carreteras tranquilas, responde a un atrevimiento propio de la ignorancia, de la falta de miras en el desarrollo de un turismo alternativo y supone también depreciar una ruta que, como ya comenté en su día, debería ser una referencia mundial.

Queda mucho Camino por recorrer. Queda mucho Camino por construir. Mucho.

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