lunes, 18 de abril de 2011

Perdone, ¿este carril bici a dónde me lleva?

Tiempo al tiempo. Si hacemos que andar en bicicleta se canalice sólo a través de carriles bici acabaremos pensando en la bicicleta como en cualquier sistema de transporte público. Con las mismas limitaciones, con los mismos condicionantes.

¿Y dónde puedo hacer un transbordo?

Con una política temerosa y terriblemente amanerada de promocionar la bicicleta sólo a través de reordenar la circulación y de confinar a los que quieren utilizarla a circuitos improbables, deficientes, lentos y peligrosos, queremos convertir a la bicicleta en un tranvía que sólo nos permita ir a los lugares donde haya vías habilitadas, perdiendo así dos de las principales características que le dan a la bicicleta una ventaja como vehículo en la ciudad: la libertad, la rapidez y el viaje puerta a puerta. Lento pero seguro. O al menos eso es lo que se ha vendido.

Así de fácil. Así de difícil. Un plano con unas líneas dibujadas y ¡a navegar! Sin riesgos, sin incertidumbres... sin libertad.Y si no llegan a donde yo quería ir, pues a esperar a que lo hagan.

¿Y que tal si no para en las estaciones?

Ahora bien, si en lo que viajamos es en bicicleta pública por carril bici, lo que podemos conseguir es un tranvía que no pare en la parada bien porque vaya completo o bien porque esté vacío. ¿Inaudito? La realidad siempre superará cualquier listón que le marque la imaginación.

1 comentario:

  1. La solución la estamos viendo cada día más. El ciclista, al acabar el carril-bici, continúa su trayecto por la acera. Esto es una de las consecuencias directas de llevar a cabo una promoción de la bici basada en carriles-bici. Y seguirá siendo así mientras no se lleve a cabo una formación ciclista que les dote de autonomía para poder circular por cualquier tipo de calle

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