jueves, 1 de noviembre de 2012

¿Qué está haciendo la policía por las bicicletas?

Nadie en su sano juicio espera gran cosa de los cuerpos de seguridad en lo que respecta a la promoción del uso de la bicicleta y, sin embargo, juegan o deberían jugar un papel importante, decisivo en dicha promoción, porque son los encargados de velar por que la calle funcione de acuerdo con las reglas del juego marcadas y bajo los principios de la seguridad, la convivencia y el respeto mutuo.

En el caso de la bicicleta, hay algunos aspectos que son centrales para garantizar su funcionalidad: por un lado está la seguridad ante el robo, por otro el respeto del código de circulación, sobre todo en lo tocante a vigilancia de los límites de velocidad y de las preferencias de paso. Aquí la policía puede y debe cobrar un protagonismo decisivo en el mantenimiento del orden y la persecución de aquellos que lo contravengan.


Sin embargo, la realidad es otra, al menos en esta parte del mundo. La policía, orientada por la autoridad competente, se ha dedicado a mirar a otra parte en todo lo relacionado con la bicicleta, y esta inacción, que se las prometía muy felices, se ha vuelto decididamente contra la bicicleta como concepto y contra sus usuarios.

Robos

La experiencia nos ha enseñado que, de unos años a esta parte, los robos de bicicletas se han multiplicado en nuestros pueblos y ciudades, para desesperación de sus dueños, representando una de las claves decisivas para que la gente abandone la bicicleta como medio de locomoción. Ante este incremento de robos ¿que está haciendo la policía? Poco o nada.

Es verdad que, de vez en cuando, vemos una noticia simpática en la que un cuerpo de policía se ha incautado de una partida de bicicletas robadas y que ha detenido a algún malhechor, pero ¿que pása después?

Entendemos que los cuerpos de seguridad de todos los rangos y jurisdicciones estén más ocupados en perseguir el crimen a otros niveles y en velar por el orden en otras esferas, pero ¿por qué los ayuntamientos y los gobiernos asumen como inevitable una incidencia del robo contra vehículos privados tan alta y creciente a la vez que tratan de promocionar su uso por otras líneas presupuestarias?

Velocidades, distancias de seguridad y prioridades de paso

Otra cosa, mucho más sangrante y que se está cobrando víctimas físicas entre los conductores de bicicletas, son las relativas al uso abusivo e imprudente del coche, sobre todo en lo que respecta al respeto a las velocidades, a las distancias de seguridad y al respeto de las prioridades de paso. Muchos automovilistas, demasiados, no cumplen estas normas de manera reincidente, poniendo en juego la seguridad del resto de usuarios de las calles y carreteras, y muchos, demasiados, siguen quedando impunes.

Esto ha ido desvariando hasta tal extremo que muchos automovilistas se sienten inmunes y se dedican a amedrentar a los que obstaculizan su circulación. Los ciclistas son, sin duda, los que más entorpecen su marcha ágil y agresiva.

Aceras, timbres y asedio peatonal

Pero este mal no es exclusivo de los automovilistas. También hay muchos ciclistas que han decidido tomarse la ley por su cuenta y, aprovechando la connivencia policial, dedicarse por norma a transgredir el reglamento de circulación y a invadir espacios peatonales, valiéndose del timbre o no, y reproducir la prepotencia y la falta de empatía de esos automovilista insolentes en los espacios que comparten, legal e ilegalmente, con los demás, lo que ha acabado con la tranquilidad de prácticamente todas las aceras y gran parte de las zonas peatonalizadas, y con la estereotipación de los ciclistas como  subversivos insurgentes.

¿Por qué ocurre todo esto? 

¿Por qué las policías municipales, autonómicas, nacional y la guardia civil no hacen nada por evitarlo? ¿Es que no les importa nada lo que ocurra con los ciclistas? ¿Es que las bicicletas no merecen su atención?

Parece que el problema no es tan sencillo y que el calado del asunto es mucho más hondo. Se podría resumir en que estamos sufriendo las consecuencias de que todavía hay demasiada pleitesía al automóvil en esta parte del mundo y parte de esa pleitesía consiste en mantener una cierta permisividad respecto a todo aquello que siga favoreciéndolo. Los ciclistas en las aceras son buena prueba de ello, los peatones denigrados son sólo una de sus repercusiones.

Merece la pena, llegados a este extremo, recordar que los policías son meros funcionarios que no hacen sino lo que les ordenan desde instancias políticas, que son las que deciden qué se hace, qué no y cómo se hace. Así pues, habrá que achacar la responsabilidad de todo este entuerto a quienes de verdad son acreedores de la misma, que no son sino los políticos gobernantes encargados del asunto y sus cuerpos técnicos adjuntos, que son los que están marcando el rumbo de esta deriva.

Ni siquiera lo más sensibles al tema de la bicicleta, los que se agrupan en la Red de Ciudades por la Bicicleta, están acertando con las estrategias comunes. Continúan dándo pábulo y fondos a toda una colección de cantamañanas y prestidigitadores que les venden pócimas mágicas para todo esto sin necesidad de mojarse nada más que el bolsillo.

Así hemos visto reproducirse las fórmulas de bicicletas públicas como la solución al problema del guarderío y seguridad de la bici, los sistemas de registro de bicicletas como herramientas disuasorias del robo y otras gamberradas como la de habilitar zonas 30 y zonas de convivencia a 20 ksm/hora y luego no vigilar el cumplimiento escrupuloso de estas condiciones. Los más atrevidos equipan alguna brigada de policías montados en bicicleta, para así dar a entender que están por la labor y que pueden cazar a los ciclistas infractores en las zonas peatonales. La mayoría de estas médidas son meramente estéticas, puro "bikewashing".

La paravigilancia de la bici

Ante semejante inoperancia, hay gente que ha empezado a promover iniaciativas de distinta índole para tratar de denunciar esta problemática y compensarla, aunque sea testimonialmente. Así empiezan a surgir propuestas ingeniosas como los bicibuscadores, los cazavelocidades y otros piratas que se dedican a recoger a los infractores en vídeo y colgarlos... en internet. Son los "bicilantes" de la calle. Algo quijotesco, por genuína y disparatadamente ibérico.

Es la ciudad sin ley para la bicicleta y aquí cada uno se las ingenia como puede... ¿por cuánto tiempo?

2 comentarios:

  1. Muchas gracias por la mención, Eneko! :)
    Y muy buen post!
    Óscar

    ResponderEliminar
  2. a mi no me parece que las unidades en bici sean bikewasing


    me parece que son una importante cuña para abrir camino en muchas mentes
    y normalizar el uso de la bici


    Me parece escatologico ver cuerpos de seguridad patrullando en coche por zonas peatonales, y unas cuantas multando ciclistas.

    ResponderEliminar