domingo, 11 de diciembre de 2011

Dejar que los niños se acerquen

Es un ejercicio realmente interesante dejar a los niños que hablen y que opinen sobre temas que les afectan pero que parece que sólo estén reservados a los mayores. Un ejemplo: cómo ir a la escuela. Otro: cómo jugar en la calle. Muy poca gente les da la oportunidad de expresarse y se pierden un montón de pistas buenas, de problemas cotidianos y de soluciones fáciles.

Los niños no tienen prejuicios, ni miedos más allá de los que les han enseñado a reproducir en casa,  tampoco tienen una serie de condicionantes respecto a lo que se puede o no se puede hacer, ni siquiera consideran que las calles sean algo rígido e inamovible. Eso y que son frescos, alegres, valientes, descarados y descabellados, ayuda mucho a buscar muchas soluciones en las que ellos pueden ser verdaderos protagonistas.

Los mayores nos inventamos fórmulas como la tormenta de ideas, para intentar ser atrevidos u originales a la hora de salir de atolladeros o de crear nuevas oportunidades. Jugamos a ser niños. A ellos les sale natural.

Pero que no repitan las ideas de sus padres...

Trabajar con niños es sin duda intenso, emocionante y muchas veces agotador y hasta desquiciante, pero merece la pena cuando ellos también son los encausados. El problema es que muchas veces cuando lo hacemos tratamos de orientarles hacia lugares comunes o respuestas esperadas, porque no estamos dispuestos a jugar con determinadas cosas. Y así orientamos las dinámicas, dirigimos las preguntas, moderamos en exceso sus propuestas o descartamos alegremente sus ideas.

Los niños, como las personas ancianas, aportan una visión distinta de la realidad que resulta esencial a la hora de construirla.

Muchas iniciativas encaminadas a protegerlos no cuentan con su aprobación ni con su participación y luego nos sorprendemos de los resultados. Hacer que los niños lideren propuestas y se sientan protagonistas y corresponsables es vital para que éstas salgan adelante y os sorprenderá su nivel de implicación y de compromiso y lo que son capaces de arrastrar en el núcleo de sus familias.

... porque si no tendremos "niños loro"...

En los últimos días, se me han juntado varias noticias relacionadas con niños y bicicletas. Por un lado, el Ayuntamiento de Eivissa ha dado la oportunidad de expresarse a sus escolares respecto a sus propuestas para mejorar la movilidad en la capital balear haciendo un remedo de pleno infantil. El único problema quizá es que sólo se reprodujeron los lugares comunes del asunto (carril bici, bici pública, coches y autobuses eléctricos) y no se dió rienda suelta a la creatividad infantil.

... y necesitaremos "carriles niño" para que se desplacen

Una visión diferente llega desde el Ayuntamiento de Málaga, que no se sabe muy bien si por falta de profundización en la propuesta o por un empecinamiento en el tema carrilista estudia crear un carril exclusivo para que los niños vayan al colegio. Me gustaría saber si les preguntado a ellos o simplemente se los imaginan, pobrecillos, jugando al tren chuchú y el primero, angelito, haciendo pipiiiii chucuchucuchucu...

Para mi que eso del camino escolar no consistía en hacer vías segregadas para niños (ya es el colmo) sino en mejorar el entorno escolar y, sobre todo, en reforzar las habilidades de los menores a la hora de desplazarse en su itinerario al colegio y proveerles de herramientas y ayudas que les faciliten sus tránsitos, como ir en grupo, tener comercios asociados, voluntarios observadores y cosas así. Por lo visto estaba equivocado y esto no era suficientemente interesante para mejorar la autonomía de sus menores y les van a hacer carriles... otra vez.

Eso y el casco, ¡por supuesto! ¡Ningún niño sin casco, por favor! ¡Ni sin chaleco! Que no se olviden que estamos en guerra. No seamos irresponsables. Yo me acuerdo cómo hace unos años los niños caían como moscas de los golpes que se daban en la cabeza cuando andaban en bici o patinaban o cuando corrían demasiado...



¿Qué futuro les espera?

Hoy leo que los niños aprenden antes a manejar el PC que la bicicleta, así que esto no tiene visos de cambiar a corto plazo. Pero ¿qué se puede esperar del futuro? Por suerte, el futuro se construye día a día y todo apunta a que este modelo de economía y de asentamiento urbano no es sostenible y el que viene tratará de recuperar las ciudades para que sean más compactas, más habitables, más tranquilas, más amables, más seguras, más cercanas, en definitiva, más humanas. Ciudades en las que no se necesita tanto el coche porque las distancias se recorren andando o en bici. En esas ciudades, los niños y los mayores podrán recuperar la calle como espacio de encuentro, de compra y de socialización. Ese es el reto.

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