Es tiempo de promesas y de propósitos, hay que confiar en que los tiempos que vienen tienen que ser prometedores a pesar de que el panorama siguen insistiendo en pintárnoslo negro mate. Las últimas intervenciones sobre las democracias no auguran nada bueno, pero vamos a ser optimistas pese a que nos puedan tachar de ilusos o de ingenuos.
Hoy Juan Carlos I compartía este vídeo en una red social, como añorando lo que pudo haber sido y no fue o el tiempo que nunca volverá.
Oxford Ciudad Ciclista en 1950 from Ciudad Ciclista on Vimeo.
Este es un ejercicio que hemos hecho muchos y realmente no sirve para nada que no sean lamentaciones, justificaciones o argumentaciones más o menos aventuradas. Creo que es interesante tener perspectiva para no perder el norte aunque, como también cabe recordar, igual en el norte no esté el modelo y haya que configurar un modelo más adecuado a la idiosincrasia, a la forma de vida y al estilo de asentamientos urbanos que tenemos por estas latitudes, con una distribución modal mucho más sostenible, más social, más relacional, más suave y más tranquila que la de esos paises norteños.
Vivimos en ciudades privilegiadas, con mucha gente andando por nuestras calles, que todavía conservan los núcleos urbanos compactos, densos y diversos en un estado aceptable. Muchas de ellas además haciendo esfuerzos ímprobos para mejorarlos, revitalizándolos, con buenos resultados, habilitando y rehabilitando espacios para las personas, para el encuentro, para la convivencia, para la socialización. Peatonalizaciones, reurbanizaciones, reconfiguración de la circulación, reinvención de la distribución y de los usos de los espacios públicos... y bicicletas.
¿Qué pintan las bicicletas en la ciudad del futuro?
Aquí está el quiz de la cuestión y aquí es donde es difícil de mantener un equilibrio, sobre todo entre las filas pro-bici. La bicicleta es un vehículo idóneo para los desplazamientos urbanos en nuestras ciudades pero ¿es ese argumento suficiente para querer aspirar a su crecimiento y masificación así sin más? Parece contradictorio que los que tratamos de fomentar su uso nos lo tengamos que cuestionar, pero resulta imprescindible.
Commuter-bike by Brooklyn Cruiser |
Desde luego, la bicicleta puede desempeñar un papel interesante en la composición de esa ciudad deseada, pero esto no es óbice para que se haga de una manera equilibrada y razonable. Nunca en detrimento de los peatones. Nunca deteriorando los espacios recreacionales, cada vez más frecuentes pero todavía insuficientes, que por definición y para mantener su cualidad, deben de permanecer libres de tráfico, incluso ciclista. Tampoco el trasvase de usuarios desde el transporte público, aunque sea inevitable, debe ser un objetivo, porque podría condenarlo a una inviabilidad económica peligrosa. El objetivo debe ser restar usuarios del vehículo privado, ya sean conductores como pasajeros.
Partiendo de esta base, que en muchos lugares, en la mayoría, se ha obviado, podremos empezar a imaginar esa ciudad deseada y deseable. Pero ¿cómo se invita a los automovilistas a abandonar sus coches para montar en una bici? Algunas medidas ya han empezado a apuntarse y se han trabajado en distintas ciudades con resultados dispares y, muchas veces por indecisión, otras por falta de tenacidad, han generado más problemas que soluciones.
Facilidades ciclistas
Me refiero por supuesto a las areas de convivencia (de prioridad peatonal y de circulación por debajo de 20 kms/hora), de las zonas 30, de las ciclovías o señalización central en la calzada informando de su uso compartido, de las zonas peatonales de tránsito restringido, de las reurbanizaciones y de otras cosas menores. No me refiero en absoluto de las deficientes y peligrosísimas aceras bici bidireccionales, de las pintadas en las zonas peatonales o de los carriles bici temerarios. A esos ya les hemos dedicado demasiado tiempo, demasiado dinero y han provocado demasiadas incomodidades y demasiados accidentes.
Ciclovía en Reus gracias a Haritz Ferrando (BACC) |
La concurrencia de la bicicleta en la circulación debe lograrse sin perder sus virtudes como vehículo y ganando algunos privilegios por su aportación a la construcción de ciudades limpias, seguras, amables y tranquilas. Y eso debe lograrse, de una manera progresiva pero natural, nunca acelerada, forzada y traumática. Y debe conseguirse a costa de espacios y prebendas de los coches.
Para ello hará falta también habilitar corredores seguros en las arterias principales de la ciudad, en sus pendientes y en sus nudos viarios, pero en la inmensa mayoría de las calles, con un sólo carril en cada dirección, bastará con reducir la velocidad y recomendar a los ciclistas ocupar todo el carril.
Desde luego eso requerirá una reeducación vial de toda la población, empezando por todos los conductores, pasando por los propios ciclistas y no perdiendo de vista a nuestros menores. Campañas, programas, talleres serán necesarios, imprescindibles. Aprender a andar en bici por la ciudad es en nuestro país una asignatura pendiente. Para esa revalorización y reinstitucionalización de la bicicleta serán muy útiles algunos centros sociales especializados en el tema, que aporten una visión informal, de carácter relacional, que dispongan información, que articulen sus propias propuestas y que sean espacios de encuentro y lugares de referencia.
Pero no hay que olvidarse nunca de la seguridad y la comodidad en el aparcamiento. Sin él esa ciudad apta para ciclistas no será nada. Y no basta con habilitar aparcabicis en los centros que polarizan la atracción de viajes en la ciudad, también habrá que pensar en soluciones a cubierto, cerradas, vigiladas y, por qué no, de pago. Nos sorprenderíamos de la gente que está dispuesta a pagar por tener su bicicleta de calidad a buen recaudo tanto en sus destinos habituales como en su domicilio.
Hay más cosas, pero estas recogen la esencia de una visión espacial que debería convertirse en una misión. Sin prisa pero sin pausa, sin vehemencia pero con determinación, sin atropellos pero con paso firme.
Bicycle City by tripowski |
El dilema de sustituir el coche particular por la bicicleta solo se puede resolver diezmando las plazas de parking: a nadie se le ocurre ir en coche hasta un sitio donde sabe que no tendrá sitio para aparcar.
ResponderEliminarLa idea sería sutituir las plazas de aparcamiento al lado de la acera, en la calzada, por aparcamientos para bicis (aunque sean las U invertidas): 1 de cada 10 plazas publicas para coches convertidas en aparcabicis. El efecto de esta medida sería contundente y doble: no hay sitio para tu coche así que ven en bici, y la bici en la calzada.
Muy buena reflexión sobre lo que es, lo que puede ser y lo que debería ser una ciudad. Nos gusta tanto que, con tu permiso, nos lo llevamos a nuestro twitter y nuestro facebook. Saludos!
ResponderEliminarInteresante, sobre todo el aspecto relacionado con el del aparcamiento de la bicicleta, ya que se tiende a olvidar las preocupaciones del ciclista. Éste, no debe preocuparse solamente de no estamparse contra un coche, sino que también de que no le roben la bicicleta en cuanto la aparca.
ResponderEliminarHola Eneko. No he podido resistirme a compartir este post, no sobre el futuro, sino sobre el pasado de la bici en Copenhage:
ResponderEliminarhttp://www.vanguardia.com.mx/copenhagueantesydespuesdelcarrilbici-1142797.html
Dedicado a todos los carrilbicistas del mundo.
A lo expuesto, poco más que decir. La bicicleta es un vehículo más y como tal debe considerarse a la hora de hacer políticas de movilidad (su espacio natural es la calzada). El calmado del tráfico en las ciudades debe ser una de las medidas que más puede ayudar a la movilidad ciclista. El aparcamiento se antoja fundamental; muchas personas no tienen bici, porque no disponen de un lugar donde dejarla. Si la opción es una red ciclista segregada, debe atender los desplazamientos cotidianos (gestiones, compras, trabajo). Salu2
ResponderEliminar¡Ohhh una Pilen! ¡Qué bonita! :-D
ResponderEliminarSaludos