martes, 8 de noviembre de 2011

Acción mutante

A veces, la mayoría de las veces, cuando tratamos de explicar las cosas generalizamos, categorizamos, segmentamos la realidad, exagerando, para tratar de explicarlas de una manera simplificada de forma que resulte más claro y contundente nuestro argumento y nuestra propuesta. Pero la realidad es compleja, mucho más compleja de lo que nos gustaría.

Nos gustaría, porque así lo explicamos, que la gente que eligiera una vez una cosa lo hiciera así de manera permanente. Eso simplificaría mucho las cosas para posicionarse y tomar las medidas oportunas para trabajar sobre estas decisiones tanto para fomentarlas, si ayudan a conseguir los objetivos que perseguimos, como para desincentivarlas, en los casos en los que no sean tan convenientes.

Sin embargo, las personas somos volubles. Nuestras decisiones cambian y dependen de muchos factores, muchos de ellos irrenunciables, otros absolutamente triviales. La comodidad es un elemento clave en todo ello. La experiencia es otro. Las circunstancias son determinantes.

En esto de la movilidad urbana hablamos de peatones, ciclistas, automovilistas, usuarios del transporte público como si fueran grupos aislados, independientes y, más que eso, opuestos o excluyentes. Nada más lejos de la realidad.


Cualquier persona que se mueve a diario en su ciudad utiliza inevitablemente varios modos diferentes de transporte dependiendo de las características del desplazamiento que se proponga. 

La distancia, el tiempo, la climatología, la orografía, la tranquilidad, la seguridad, la compañía, la carga, la capacidad son sólo algunos de los elementos que todos valoramos a la hora de elegir el modo en el que nos vamos a desplazar.

Así cualquiera, todos, dependiendo del desplazamiento que nos propongamos vamos a pie, en coche, en transporte público o en bici, o combinando varios de ellos. Esto, más allá de suponer un problema, lo que representa es una oportunidad. ¿Por qué? Pues simplemente porque muchas personas, la mayoría, conocen la realidad de los demás cuando utilizan los distintos medios de transporte a su disposición mucho mejor de lo que muchos están dispuestos a reconocer.

Esto es, que todos los conductores de automóviles, caminan, muchos, además, utilizan el transporte público, algunos, cada vez más, andan en bici por la ciudad y algunos son discapacitados o lo están temporalmente. Es por ello que no se puedan valorar de manera categórica las elecciones de cada uno, sino tan sólo los papeles que juegan en sus distintas actuaciones cuando utilizan uno u otro modo.

Así los peatones no deben ser considerados como peatones sino como personas que caminan, los automovilistas no son automovilistas sino personas que conducen automóviles, y tampoco los ciclistas, ciclistas, sino personas que conducen bicicletas. Lo son además en el preciso momento en que realizan estos ejercicios nada más. Y las mismas personas en el transcurso de una jornada pueden hacer las tres cosas, incluso más.

Por eso no tiene sentido tratar las opciones como categorías y mucho menos como compartimentos estancos o como castas que rivalizan por el mismo espacio y que demandan las garantías exclusivas para desenvolverse de acuerdo con su elección. 

No podemos ser deterministas aunque resulte tentador (y muchas veces necesario), porque, cuando hablamos de movilidad, las personas somos seres mutantes y nuestras acciones e interacciones también lo son. Y eso la estadística no lo trata y las encuestas tampoco, como tampoco lo hacen los juicios de valor.

Así pues, de la misma manera que muchas veces tratamos de simplificar, generalizando, hoy el ejercicio propuesto es tratar de comprender la complejidad, la alternancia, la volubilidad, la variabilidad y la casuistica de las opciones de movilidad de las personas de una ciudad, para tratar de comprender que, muchas veces, casi todas, donde vemos un enemigo o un rival, nos podemos encontrar a nosotros mismos en otro momento de nuestra jornada, de nuestra semana, de nuestra temporada o de nuestra vida. O a un familiar, o a un amigo, o a un conocido, o a un desconocido.

3 comentarios:

  1. este post esta muy acertado, y para mi es el mejor que has escrito

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  2. Totalmente de acuerdo con tu post... Tienes toda la razón cuando dices que podemos ser de cada grupo, dependiendo del momento del día en el que nos encontremos.
    Saludos desde Sevilla.

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  3. Muy buena reflexión, a veces nos encerramos en nuestra momentánea realidad , nos sentimos agredidos por el resto, cuando muchas ocasiones nos desplazamos en esos medios de transporte . Es el ejercicio constante de ponernos en el lugar del otro, si lo hiciéramos más a menudo no lo veríamos como una agresion

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