O hacia el limbo, que para lo que nos ocupa daría lo mismo. Hoy he vuelto a hacer una incursión en el monte en bicicleta y me he sentido extraño. Es cierto que he perdido la costumbre, ya no me manejo como antes por pistas, caminos y senderos. Pero no ha sido eso.
Hoy me he sentido extraño porque me he visto solo circulando por estos parajes, intimidando a la naturaleza con el chillido de los frenos, invadiendo espacios reservados para medios no mecanizados a bordo de mi máquina. Pero tampoco ha sido eso.
Lo que hoy me ha sobrecogido especialmente y me ha dejado un poco tocado ha sido el descubrimiento de una nueva pista, una nueva autopista, porque, desde luego, no ha sido concebida para algo que no sean automóviles, con todas las comodidades: pasos de agua, plataforma compactada, curvas peraltadas, cunetas limpias... en medio de un monte donde no hay nada especial y para unir dos puntos no habitados y raramente transitados.
Para hacerla ha hecho falta movilizar toda la maquinaria pesada de las construcciones viarias (excavadoras y apisonadoras) y ha sido necesario dinamitar algunas rocas y talar un buen montón de árboles para aviar un paso diáfano lo suficientemente ancho para que pase un trailer.
No me imagino para qué se ha realizado semejante obra, no quiero saber cuánto ha costado ni de dónde han salido los fondos, lo único que sé es que hoy me he sentido otra vez en el Frentón del Diablo (aquel paso imposible por alguna parte de la Sierra Madre Mexicana) a bordo de una bici, incómodo, por estar usurpando un espacio reservado a la naturaleza y por estar utilizando y con ello justificando de alguna manera una infraestructura faraónica totalmente desproporcionada y sin una finalidad justificable que no sea algo más que cinegética.
Mi malestar se ha agudizado cuando me he dado cuenta que, junto al comienzo de este despropósito, circulaba lo que podía haber sido una de los ejes principales del Plan Director de la Bicicleta de Navarra, de cuyo equipo redactor me honro en haber formado parte y que quedó en el sueño de los justos por carecer de financiación para su ejecución (ni una ínfima parte de lo que ha costado esta obra). Seguimos dando palos de ciego con una fuerza que da miedo.
Sin justificar esa obra, supongo que sea para sacar madera, o de acceso para los equipos de extinción de incendios (entre otras cosas), que pueden ser los vehículos más grandes que entrarán en el monte. "Normalmente" de cada aprovechamiento económico del monte se reserva un porcentaje para mejorar las infraestructuras de este.
ResponderEliminarUna manera de evitar pistas extremadamente anchas es hacer apartaderos cada "x" metros por si se cruzan 2 camiones. Reduce impacto y costes.
El que un monte tenga buenos accesos hace que su madera se pague mejor por los maderistas, pero creo que hay unos límites. No todo es dinero.
Un saludo.