jueves, 26 de mayo de 2011

Humo y movilidad

Hoy se me juntan varias informaciones que relacionan el humo y la movilidad.

Es conocida por reiterada la noticia de la aportación decisiva y creciente del transporte por carretera a las emisiones de gases de efecto invernadero, entre otras partículas nocivas para la salud y el medio ambiente. Leo en el "Manual para una economía sostenible" que acaba de publicar Roberto Bermejo, profesor de Economía Sostenible la UPV-EHU, que después de detectar un cambio de paradigma hacia una menor movilidad, más lenta y cercana, la solución que propone pasa por fomentar la reducción del uso del coche de baja ocupación y la potenciación del tren, el tranvía y el autobús. Resulta paradójico que otra vez la sostenibilidad no analice datos como que el transporte de personas resulta decisivo, sobre todo porque la mayoría de los viajes son urbanos y cubren distancias inferiores a 5 kilómetros, perfectamente asumibles andando o en bicicleta, y menosprecie la aportación que estos modos pueden hacer por mejorar el sistema. No es nada nuevo. De hecho, la bicicleta sólo se menciona de manera muy lateral y no se incluye en las estadísticas ni en los repartos modales.

El perverso juego de la movilidad

En este juego de la movilidad y el humo, justo un año después de la explosión volcánica islandesa que tuvo en jaque a toda la hipermovilidad aérea europea, otro volcán ha vuelto a amenazar el alocado espacio aéreo a su alrededor. Este video da una buena muestra de este efecto:



Justo el mismo país que ha provocado otro volcán, esta vez político, con una onda expansiva mucho más profunda, pero esta vez sin tanto humo.

Mientras todo el mundo se llena la boca de movilidad sostenible, de planes y de medidas presuntamente disuasorias, la necesidad de moverse para todo y cuanto más mejor no sólo no se ataja, sino que se sigue alimentando. Es terrible ver esas playas de aparcamientos abarrotados, esos accesos colapsados, esas autopistas y scalextrics urbanos congestionados tratando de ingerir todo ese tráfico inútilmente. Resulta tristemente cómico ver a esas muchedumbres confluir en los mismos puntos, a las mismas horas, un día tras otro, un viaje tras otro, autojustificándose y buscando culpables entre los demás. Es aterrador cómo todos esos impávidos viajeros a bordo de sus automóviles siguen siendo víctimas de unos intereses creados.


Todos manejan fórmulas prometedoras, novedosas, cuyos neologismos todos nos acostumbramos a pronunciar y repetir de manera mecánica. Profusión, tráfico inducido, aparcamientos disuasorios, intermodalidad, gestión de la demanda de movilidad, financiación cruzada, tasas de congestión, VAO (vehículos de alta ocupación), ZAR (zonas de acceso restringido), ZEL (zona de estacionamiento limitado), OTA (ordenación del tráfico y del aparcamiento)... parece un juego, un complicado juego, un juego perverso. Perverso porque no trata de atajar las causas del problema sino de combatir sus consecuencias, porque muchas veces trata más de tranquilizar el subconsciente colectivo, la conciencia común de que algo estamos haciendo, para que esto no sea irremediable, para mantener un peligroso equilibrio al borde del abismo, para sostenernos, para sostener este sistema, este paradigma.

Esto también es humo y también es contaminante y nocivo para la salud.

Más humo en la calle

Hoy he sabido que en una encuesta masiva realizada al respecto de la conveniencia de la Ley Anti-tabaco, más del 80% de las personas entrevistadas consideran que la medida ha resultado positiva y creen que es conveniente mantenerla. De hecho, en Nueva York han subido un peldaño en esta escalada anti-tabaquismo y, después de bares, restaurantes y espacios cerrados, ahora no van a permitir fumar tampoco en plazas, parques y playas y ya sólo se va a poder fumar en aceras y aparcamientos.


Curiosa coincidencia. Otra vez el humo relacionándose con la movilidad. Aunque resulta sorprendente que todavía nadie se haya percatado del peligro que entraña para la salud fumar mientras se conduce, y no sólo por la inhalación de gases.

Me temo que el juego consiste en desplegar cortinas de humo, una tras de otra, de manera que no podamos tener una perspectiva clara de la realidad.

Por suerte toda esta polución va a afectar menos a los ciclistas que a los conductores de automóviles, o por lo menos eso dice el estudio publicado en Environmental Health News la semana pasada. Lo que no es tan claro es que toda la contaminación informativa no les vaya a afectar como al resto de los mortales. Espero que, además del resto de virtudes conocidas, la bicicleta nos aporte algo de clarividencia.

A modo de demostración, esta "limpiada" de Biciacción con mensaje:

4 comentarios:

  1. Eneko, ¿podré copiar este post en mi blog? Citando la fuente. Gracias.

    ResponderEliminar
  2. Por supuesto Dionisio. La vocación de este blog es difundir sus contenidos. Un saludo.
    Eneko

    ResponderEliminar
  3. La promoción del transporte sostenible, ni el aumento de su uso, es un obstáculo para que se sigan construyendo infraestructuras que favorecen la presencia del automóvil. Las administraciones, al mismo tiempo que fomentan estas alternativas, realizan infraestructuras que facilitan, incentivan y potencian el uso del coche en la ciudad y el área metropolitana mediante la expansión urbanística, la zonificación de las actividades y las autovías y carreteras asociadas obedeciendo al sector de la especulación del suelo y la vivienda. Por lo tanto, hay que desengañarse: no se acaba con la movilidad motorizada mediante alternativas de transporte sostenible. Más bien lo que puede darse es que las limitaciones al uso del coche y las fórmulas que traten de reducir las distancias medias cotidianas tengan como consecuencia natural un aumento de ciclistas y/o peatones. Sin embargo, muchos colectivos ciclistas y sociales, con la buena intención de querer reducir el uso del coche, están inmersos en estrategias que no se enfrentan al origen del problema. Las alternativas que proponen no resultan ser una traba para que se sigan llevando a cabo las políticas que fomentan el uso del coche. Además, las administraciones también participan de esta estrategia obteniendo beneficios electorales y de imagen pública, a través de los medios de comunicación, otorgando a estas alternativas un carácter ecológico.

    Experiencias como las luchas vecinales contra los aparcamientos subterráneos, la construcción de autovías metropolitanas, la expansión urbanística y la gentrificación de los barrios históricos, así como, las experiencias en favor de la economía local de barrio y en detrimento de los grandes centros comerciales (tanto en el centro, asistidos por aparcamientos subterráneos; como en el extrarradio), si tienen éxito, acaban consiguiendo una contención real del aumento del uso del coche. Este es el camino, aunque se trate de crear conflictos contra los intereses del poder.

    El poder político y económico no cede en nada fundamental y si el sistema pierde una de sus características y necesidades inherentes se desploma. Las arterias principales del tráfico de personas y mercancías son intocables; es de ser muy ingenuo pensar que a través de la negociación o la participación ciudadana la restricción del uso del coche se vaya a practicar en estas arterias principales donde el problema se presenta de forma más aguda. Mientras no se cuestionen todas las características que generan mayor movilidad, no se podrá encontrar una solución definitiva y real.

    ResponderEliminar
  4. Eneko, estás haciendo un trabajo chévere!
    ji.

    ResponderEliminar