jueves, 21 de marzo de 2013

El día que los ciclistas renunciaron a la calzada

No es una fecha concreta sino un proceso que ha ido sucediendo en los últimos años en muchos lugares del tercer mundo de la movilidad urbana en el que vivimos. Ayudados sin duda por las maniobras de unos cuantos ayuntamientos que, bajo la sospechosa excusa de tratar de defender a los ciclistas noveles, empezaron a hacer actuaciones de lo más variopintas en las aceras. Todo tipo de gamberradas estaban contempladas, hasta hacer pintadas, con tal de dar a entender a la ciudadanía en general que se estaba haciendo algo por la bicicleta y a las nuevas incorporaciones ciclistas que su espacio seguro estaba lejos de la calzada.

... los peatones sufrieron las consecuencias...

Fue así como tuvo lugar la profanación sistemática de las aceras y de muchos espacios peatonales. Y fue así como se condicionaron muchos espacios públicos que habían sido concebidos como espacios de encuentro, sin más, y se convirtieron en espacios de circulación vehicular, aunque los vehículos fueran ligeros y sin motor, aunque no mataran, se había conseguido cambiar la esencia de estos espacios.

Ya no se podía pasear distraidamente, ya los niños con la inconsciencia propia de su edad no podían jugar alegremente, ya los mayores con su percepción aumentada del peligro no iban a estar tranquilos e iban a sentirse amenazados, muchas veces con razón. Ya todo había cambiado. Pero nadie se quejó de esto, todos lo tomamos como algo sobrevenido y de siguiendo la actitud dominante en esos tiempos nos dedicamos a salvar nuestro culo y mirar a otra parte como si no estuviera pasando nada grave, cuando no expresando satisfacción por las conquistas ciclistas.

... y los ciclistas perdieron su lugar en la calle,,,

Pero esa deriva, ese cambio de plataforma, hizo que los ciclistas fueran perdiendo presencia en el tráfico y los automovilistas interpretaran todos estos movimientos como un reconocimiento de sus derechos preferentes en la calzada y, muchos de ellos, consideraran que, consecuencia de todo ello, los ciclistas debían ser excluidos del asfalto y debían de ser relegados a las aceras, tuvieran o no permiso para ello.

... y ahí empezó el ring-ring y acabó la masa crítica.

Por supuesto, todo esto está exagerado, porque muchos ciclistas siguieron circulando por la calzada, contraviniedo estas tendencias, ignorando las ocurrencias de unos y otros, e interpretando, como decía la ley y el sentido común, que el sitio de la bici y, más que eso, su funcionalidad sólo se conseguía circulando a su libre albedrío, con total discreción, como un vehículo más en la calzada y como un invitado en las zonas peatonales, pero nunca por las aceras, o al menos no de una manera que no fuera excepcional, justificada y exquisitamente respetuosa con los que andaban, disculpas incluidas.

Lo que no acabamos de ver por estas latitudes es gente capaz de bajarse de la bici y caminar un trecho porque las condiciones peatonales del mismo así lo exigen. Será que no estamos preparados para ello. Será que necesitamos una ley que nos obligue a ello y una policía que nos lo haga valer. Así nos va.

2 comentarios:

  1. Será simplemente la falta de urbanidad de los españoles?

    Compartido en Upnews.es : El día que los ciclistas renunciaron a la calzada, donde podéis votarla para que tenga una mayor difusión.

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  2. Creo que las cosas no son tan simples y parte de lo que dice el artículo es una exageración.
    Lo que es verdad es que en este país se esta dando ahora mismo una combinación explosiva favorable a una huida de una gran parte de las bicis (no todas) hacia las aceras. En muchas ciudades españolas se juntan diariamente y ante una ausencia notable de planificación previa varios HECHOS: una elevada densidad de tráfico (en comparación con otras ciudades europeas), conductores de coches poco concienciados y nada acostumbrados anteriormente a compartir el espacio urbano, con una percepción de que el coche es el rey ( en una pequeña reproducción de la jungla), la aparición súbita y en poco tiempo de nuevas hornadas de ciclistas noveles, algunos usuarios de bicis públicas de alquiler que vienen a ser pequeños armatostes con escasa maniobrabilidad, ausencia total de carriles reservados para bicicletas en la propia calzada y sobre todo, la madre del cordero, una visión cortoplacista, reducida y distorsionada de las políticas de movilidad más avanzadas que se hacen por ahí arriba (junto, claro esta, a una falta de coraje político debido a perdida de votos y a esa manía de hacer las cosas tan lentamente y de manera tan fragmentada que al final sirven para lo contrario de lo que se habían propuesto y crean problemas donde no los habían).

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