lunes, 12 de noviembre de 2012

El cuento del pastorcillo feroz

Erase una vez un pastorcillo irresponsable que se dedicaba a tratar de domesticar a los coches feroces amenazándoles con la presencia de ovejitas que luego efectivamente no había. El truco era fácil y efectivo: les colocaba unas señales de que entraban en las proximidades de un redil y les amenazaba con el castigo si se comportaban de manera amenazante, aunque luego el redil no estaba ahí. El caso es que el pastorcillo sagaz engañaba a los lobos que, amedrentados por la amenaza del castigo ejemplar, se comportaban como si hubiese ovejitas donde no las había.

Esta es la estrategia que algunos responsables municipales de tráfico utilizan para apaciguar el tráfico en determinadas zonas, tratando de mejorarlas, pero engañando sobre las condiciones reales de las mismas.

Señal de zona escolar sin colegio en las inmediaciones

El problema en el cuento del pastorcillo es que los lobos feroces fueron aprendiendo, con la experiencia y con el paso reiterado por las zonas marcadas, que no había tales ovejitas y que, mejor aún, no había control sobre su actitud cuando pasaban por aquellas zonas, así que, conforme pasó el tiempo, como vieron que no ocurría nada, volvieron a imponer su ley: la del más fuerte, la del más feroz. Y entonces ocurrió que, cuando el pastorcillo decidió cambiar las cosas porque efectivamente quiso habilitar una zona segura donde las ovejitas pastaran alegres y despreocupadas, nadie lo entendió, porque las alarmas que el pastorcillo avieso había malutilizado y sobreexpuesto ya no eran efectivas ni cumplían con su misión.

Es lo que pasa con la saturación de señalización restrictiva si no responde a una necesidad real, constatada y demostrable. Jugar a señalizar porque sí donde no se cumplen estas condiciones puede volverse contra lo que se trataba de regular.

Lo peor de este cuento es que las propias ovejitas, que confiaban en su pastorcillo como el encargado de velar por su seguridad, también se dieron cuenta de que aquel juego del engaño no las protegía y empezaron a sentirse desvalidas, desprotegidas, defraudadas y vieron que su propia integridad dependía exclusivamente de ellas y acabaron desconfiando de su guardián y buscándose la vida por su cuenta, pensando que si ese pastorcillo hubiera sido más valiente, más determinado y más realista se podría haber cambiado el escenario, con lo que toda la estrategia de la falsedad se volvió contra el propio pastorcillo que se quedó solo y sin misión, con lo que todo volvió a quedar a merced de los lobos, como antes.

Entonces el pastorcillo se volvió loco y empezó a señalizar las zonas donde antes recogía a las ovejitas  permitiendo y recomendando que otros depredadores menores, no precisamente coches feroces, circularan libremente por en medio de los rediles.

Señal de vía ciclista exclusiva y obligatoria donde no hay sino una acera con permiso para circular en bici
Y colorín colorado este cuento se ha consumado.

1 comentario:

  1. Pretenden tomar el pelo al ciudadano, aunque por desgracia siempre hay gente que se lo deja tomar...

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