jueves, 8 de septiembre de 2011

¿Ciclistas atacando desde las aceras?

Tan sólo unas horas después de arriar la bandera blanca de la tregua estival, ayer me encontré en la prensa local otra carta de una lectora indignada con la actitud de muchas personas que, aprovechando la permisividad de que gozan las bicicletas, la ponían en peligro lanzándose como kamikazes desde las aceras a los pasos peatonales, ella a bordo de su coche blindado.

No merece la pena entrar a desgranar las diferentes situaciones y los distintos casos para analizar si este tipo de maniobras es legal de acuerdo con la normativa vigente en esta ciudad (que curiosamente recoge la posibilidad de que los ciclistas, después de poner un pie en tierra puedan proseguir su marcha por el paso peatonal subidos en sus monturas) y su contradicción con el Código de Circulación.

Lo que creo que empieza a ser conveniente es tratar de atajar amable, adecuada, pero tajantemente la circulación de las bicicletas por las aceras, que es el origen de estos desgraciados sustos que, en contra de lo que les gusta decir a conductores y pasajeros de los automóviles, para los que resultan peligrosos no son para ellos, cuya integridad está garantizada por la carrocería de sus coches, sino desgraciadamente para los propios infractores.


¿Por qué se empeñan los ciclistas en jugarse la vida?

Es una pregunta que merece la pena hacerse antes de entrar a condenar sus conductas. ¿Qué les hace a esos desdichados ponerse en peligro y jugarse el tipo de esa manera? Me atrevo a apuntar algunos motivos:
  1. La inexperiencia.- Mucha gente se ha incorporado a esto de la bicicleta en los últimos años. Gente mayor en muchos casos, que no dominan la bicicleta con soltura, que "no saben mirar atrás sin perder el equilibrio". Esa gente, por su propia inseguridad a bordo de una bicicleta, sobredimensiona el riesgo de conducir por la calzada.
  2. El miedo.- Consecuencia lógica de esa inseguridad y de esa magnificación del riesgo, es el miedo, muchas veces ilógico e irracional de convivir en la calzada con el resto de vehículos, que les hace "refugiarse" en espacios libres de tráfico, aunque sea a costa de intimidar a los peatones y de reproducir el mismo sistema agresivo, esta vez en las aceras, paseos y parques.
  3. Las condiciones del tráfico.- Pero no es menos cierto que gran parte de ese miedo es justificable, porque la circulación se ha ido ordenando atendiendo casi única y exclusivamente los intereses de los automóviles particulares, que se han ido haciendo con las prioridades y los espacios más valiosos en la ciudad y han ido empujando por acelerar el tránsito como único medio para evitar la tan temida congestión. Así se les han facilitado las cosas mediante grandes avenidas, rondas, rotondas, aparcamientos de rotación, zonas azules y también mediante la periferización de las actividades.
  4. La actitud de muchos automovilistas.- Todo eso les ha hecho creerse a muchos automovilistas que son los dueños y señores del viario urbano en exclusiva y los mayores acreedores del espacio público para su disposición privativa, y que el resto de usuarios de las calles les deben una especie de pleitesía porque no son los "motores de la sociedad y de la economía". Esto les hace muchas veces comportarse de forma insolente, agresiva, cuando no temeraria o casi homicida. 
  5. La implementación de muchas facilidades ciclistas en espacios peatonales.- En medio de este escenario y de acuerdo a toda esa lógica imperante, cuando los responsables de nuestras administraciones se han decidido a habilitar espacios para pretendidamente mejorar la seguridad de los desplazamientos ciclistas, lo han hecho mayoritariamente en plataformas peatonales, cuando no en zonas exclusivas intersticiales entre la calzada y la acera. Esto ha producido una "invisibilización" del tránsito ciclista, excluyéndolo de la carretera e incorporándolo a una suerte de carriles, normalmente demasiado estrechos e intrincados, y casi siempre en competencia con los peatones, que han multiplicado la peligrosidad de los trayectos ciclistas sobre todo en las intersecciones e incorporaciones y han provocado que muchos ciclistas noveles de acera ("cicleatones"), a falta de carriles exclusivos, den continuidad a sus desplazamientos por zonas peatonales, aunque no les asista el Código de Circulación ni las normativas locales.
No creo que las razones anteriormente expuestas sean suficientes para justificar las maniobras imprudentes de muchos ciclistas y mucho menos la circulación normal de las bicicletas por las aceras, pero creo que hay que tenerlas en cuenta para no hacer juicios gratuitos, ni apresurarse a culpabilizar a unos cuantos incautos bienaventurados.

2 comentarios:

  1. Tematu zara ideia batekin. Ez nago ados zurekin errepideetan ibiltzean dauden arriskuak gutxiesten dituzunean. Gidarien jarrerak ez dira, gaur egun, bat ere zibilizatuak eta bide gorri/espaloi txar hauek aukeratzen dituztenak oso ongi ulertzen ditut.

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  2. Adonde vas manzanas traigo. Seguro que este es de los que derrapan por las aceras, pues no se percata de que hay sitios adecuados para hablar en el idioma del que requiere respuesta. Como siempre, Eneko, acertado.

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