En estos días, en que nos están albardando tanto con la presencia del "santo padre", os quiero hablar de un cura: el cura de mi pueblo. Os confieso que yo no soy mucho de curas, pero el mi pueblo es un tipo especial. Para empezar porque lo conozco y lo considero mi amigo.
El párroco de mi pueblo es un tipo genuino. Os lo puedo asegurar. Un tipo de sotana y alzacuellos en los tiempos que corren ha de serlo y ha de tenerlos bien puestos para aparecer así en público con dignidad y orgullo.
A este tipo lo conocí en Oraintxe. De hecho fue uno de los socios fundadores del "Nuevo Oraintxe", aquel equipo de visionarios que, allá por 1.997, decidieron que la suerte les iba a acompañar y resucitaron una ciclomensajería que agonizaba casi sin remedio. Por aquel entonces, Jairo, el iluminado, (un tipo singular necesita un nombre singular) era un ciclomensajero ejemplar. Siempre impecable, pulcro, metódico, perfecto. Una persona cercana, entrañable, jocosa. Daba gusto trabajar con él.
Un buen día nos dijo que nos dejaba. Que no aguantaba más la llamada del Señor. Y con dos pelotas, abandonó un futuro prometedor a cambio de un futuro eterno y nos dejó plantados, con dos palmos de narices, maravillados por que algo así nos estuviera ocurriendo y tuvieramos el privilegio de presenciarlo.
No va a durar, pensamos, la carne es débil y a él le encantaba la carne y la farra. Pero ahí lo tenemos. Pasó el Seminario, tomó la alternativa y sigue toreando entre sus parroquianos con la misma ilusión y la misma afición que profesa a los coches deportivos y a la bicicleta como medio de transporte. Jairo, que sigue teniendo el morro fino, también tiene una Brompton. No podía ser de otra forma. Porque él sabe distinguir entre lo bueno y lo malo. Es su "curamóvil".
El otro día me etiquetó en esta foto y no he podido menos que dedicarle unas líneas. Son historias que no se pueden guardar para uno mismo. Hay que compartirlas. Gente como esta es la que hace el mundo diferente y le dan un encanto especial.
Muito bom Eneko!
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