viernes, 10 de junio de 2011

Mensajes de marquesina

Hablamos sobre un cambio que pueda movilizarnos desde hábitos adquiridos hacia nuevos estilos de vida, hablamos sobre un cambio de estrategia que redireccione las inversiones públicas y las reconduzca hacia nuevos modelos de urbanismo, de ordenación del territorio, de movilidad... y nos llenamos la boca. Como si fuera tan fácil.

Salimos a la calle a reclamar nuevos espacios, nuevas lógicas... y no nos damos cuenta de que no sólo nada ha cambiado y por lo que parece nada tiene signos de cambiar a corto plazo, sino que nos contestan de una manera determinada y determinante. Desde sus medios, los que conocen, los que dominan. Y ya no utilizan aquellas técnicas mediáticas sublimes y subliminales, no. Ahora van directos, a la cara, francamente, sin tapujos, sin caretas.

Esta semana he encontrado dos mensajes en la calle, dos auténticas bombas de destrucción masiva, que me han impactado. Por un lado éste:


Contundente. Hace falta tu aportación para desenrrollar la autopista, hace falta tu empujón para que la alfombra negra no pare de franquear el paso al automóvil dictador, a la movilidad como objetivo, a la construcción masiva de megalíticas obras públicas como garantía de bienestar, desarrollo, progreso. Si no lo haces, estarás defraudando a tus semejantes, serás un impostor... ¿O se trata acaso de una llamada a la objeción fiscal?

El otro, que aún me ha conmocionado más, ha sido este:


Me lo he encontrado en un MUPI, uno de esos puntos concebidos para ofrecer información pública, que se han convertido en una herramienta realmente poderosa para lanzar dardos propagandísticos como éste. Letal. Si no es al primer impacto, por pura repetición. Se ve desde el coche, desde la bici, desde el bus, te lo encuentras andando. Sí, amigo mío, tú también puedes acabar siendo una persona enfermiza, drogadicta, presa e idiotizada por utilizar ese artilugio del demonio que es internet y ese pecado capital que son las redes sociales.

Desconfía de las marquesinas, ellas también pertenecen a la aristocracia, si no de qué ese titulo nobiliario.

En mi ciudad hay algo más perverso y fatalmente relacionado con la bicicleta. Estas campañas, estos soportes, con estos mensajes son los que permiten hacer que las bicicletas públicas salgan "gratuitas", o casi. Curiosamente, desde su implantación, en mi ciudad hay una auténtica invasión de estos soportes en rotondas, cruces, aceras y medianas. Iluminados, estratégicamente ubicados. Si esto no es contaminación... que venga el demonio y lo vea.

Por suerte, aún hay algunas instituciones que utilizan estos soportes para enviar mensajes positivos, razonables, responsables, valientes y modernos.


Eso sí, esta información sólo la pueden leer aquellos que se acerquen a la marquesina desde su interior y presten atención a los laterales, algo reservado casi exclusivamente para las personas que utilizan el transporte público. Desde los coches no se ve, desde la bicicleta tampoco y para la mayoría de los peatones pasa totalmente desapercibido. Una pena.

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