Es el reto. Integrar la bicicleta en todos los aspectos: integrarla en la circulación, integrarla en la educación, integrarla en la vida doméstica, integrarla en el trabajo, integrarla en la sociedad, integrarla en la cultura, integrarla en la política, integrarla. Para ello hay que tener en cuenta varios aspectos que debe recoger una política de fomento del uso de la bicicleta.
Integral
Así debe ser la visión. No parcial como viene siendo hasta el momento. Con una visión segmentada de la bicicleta como elemento de promoción no vamos a conseguir incorporarla de una manera sostenible en nuestro entorno. Bicicleta no es carril bici. Bicicleta no es bici pública. Bicicleta no es Día de la Bicicleta. Bicicleta no es Masa Crítica. Esos son instrumentos que pueden estar al servicio de una política de fomento del uso de la bicicleta. O que se pueden quedar en mero escaparate, en pura escenificación. La visión debe ser holística, multidisciplinar, transversal, dinámica y constructiva.
Integradora
Como orientación, en lugar de propuestas más segregacionistas que hacen ver la bicicleta como una forma de desplazamiento intrínsecamente arriesgada y peligrosa, hace falta recordar que andar en bici en sencillo, natural, entretenido, divertido, saludable. Que las vías específicas, que apartan a la bicicleta de las calles y les proponen circuitos protegidos, deben ser excepciones y deben representar soluciones a puntos excepcionalmente difíciles. Una verdadera política de fomento del uso de la bicicleta debe presentarla como un vehículo idóneo para el espacio urbano, sin artilugios, sin demasiadas infraestructuras, sin más. Fácil. Y hay que normalizar esa perspectiva.
Reintegradora
Cuando una persona, un ciudadano, decide utilizar la bicicleta como medio de locomoción habitual está haciendo un favor a sus vecinos. Está apostando por una ciudad amable, limpia, habitable. Y eso hay que reconocerlo, y retribuirlo. De la misma manera que hay que hacer pagar a aquellos que quieran utilizar los automóviles de una manera irracional, compulsiva, injustificada ya que, además de provocar muchos inconvenientes al resto de ciudadanos, disponen de un espacio que no es de su propiedad, que es escaso, que es valioso. Y eso hay que pagarlo. Caro. Y con ese dinero hay que sufragar los reintegros para aquellos que apuesten por formas de desplazarse más limpias, más seguras y que exijan menos espacio.
No integrista
Hay que saber mantener el equilibrio. Es esencial cuando se habla de la bicicleta. Hay que evitar maximalismos y maniqueismos. Ni la bicicleta es la salvación de la humanidad urbanita, ni hay que exterminar el coche por concepto, ni el carril bici es la solución, ni la concurrencia de la bicicleta en el tráfico puede llevarse hasta sus últimas consecuencias. Hay que saber analizar cada propuesta, cada solución, cada medida, cada actuación, para cada caso, cada lugar, cada problema, cada carencia. Sin imponer esquemas, formatos o paradigmas. Hay que saber escuchar, implicar, reconocer y convencer. Participar, en definitiva.
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