miércoles, 25 de septiembre de 2013

Los ciclistas caen como moscas

Con la Semana de la Movilidad recién vencida, llega la necesaria resaca que produce cualquier celebración. En estos días de exceso informativo y de propaganda descarada se han vertido muchas opiniones, la mayoría de ellas gratuítas, sobre lo que debería ser y no es la movilidad urbana. Un buen filón lo han constituído las desavenencias entre falsos ciclistas (o ciclistas de acera) y peatones. Otro, muy jugoso, el incremento exponencial de los accidentes ciclistas. Es a éste al que le vamos a prestar atención.

Mucho se ha escrito y se ha elucubrado sobre la accidentalidad de las bicicletas en las ciudades, pero hay pocos datos fiables al respecto, porque la mayoría responden a manipulaciones interesadas o a estimaciones que se autojustifican con el crecimiento más que proporcional de los usuarios de la bici.

Estos son los datos

Los únicos datos fiables por el momento son los que nos aporta el Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz, que es prácticamente el único que expone la realidad de una manera clara y objetiva, sea ésta favorable o desfavorable para sus intereses. La estadística de la capital alavesa arroja unos datos que desvelan hacia dónde está derivando la movilidad ciclista, incluso en ciudades que están planteando la cosa de la bicicleta con bastante tino. Los gráficos son esclarecedores.


Más de un 70% de los accidentes ciclistas registrados se han producido en circulación por espacios peatonales o por vías ciclistas. Por supuesto, esto se produce porque la mayoría de los ciclistas en esa ciudad circulan por esos lugares, pero es una constatación más de que los ciclistas en esos espacios considerados seguros (más allá de los encontronazos y de las molestias y fricciones que producen) siguen provocando y sufriendo accidentes.


Si atendemos a las causas de dichos accidentes, podremos concluir que las aceras, las vías ciclistas segregadas del tráfico y la percepción de seguridad que provocan hacen que la siniestralidad se dispare. Si no ¿cómo un ciclista puede resultar atropellado en una salida de garaje o en un paso de cebra? ¿O cómo la conducción desatenta y sin precaución puede representar una cuarta parte de los siniestros?

Si agregamos los datos, ignorando ese tercio de indeterminados entre los que seguro hay casos de ciclismo peatonal, obtenemos un escandaloso (o no tanto) 53%.

Respecto a la falta de observancia de los cedas el paso por parte de los automovilistas habría que precisar cuántos de estos incidentes se producen por invasión repentina e incluso temeraria de la calzada por parte de los ciclistas, aunque sea en situaciones de preferencia.

¿Por qué?

Con todos estos datos a la vista se podría concluir fácilmente en que el proceso de ciclabilidad que se ha producido o provocado en los últimos años en nuestras ciudades ha deparado en un pequeño desastre, con las aceras y zonas peatonales llenas de bicis, con ciclistas circulando peregrinamente a su ventura y riesgo, de manera desatenta, despreocupada y medianamente incívica, pero seguro que habrá alguien que se ponga a sacar músculo con que en su ciudad esto no sucede porque ellos han hecho las cosas bien (tipo Sevilla) o porque ellos no van a cometer los mismos errores que los demás (tipo Madrid).

Siempre nos quedará lo de mirar a otra parte por tratar de ver más gente montada en bici, pero desde aquí no nos cansaremos de dar el mismo aviso una y otra vez. Los coches son peligrosos, pero es mucho más peligroso un ciclista incauto circulando alegremente fuera del tráfico. Sobre todo para él mismo.

¿Y por qué las ciclistas no?

Hay sin embargo un dato que llama poderosamente la atención (o quizá no tanto) en la explotación de los datos que nos aporta el estudio vitoriano: las mujeres se accidentan en una proporción de 1 a 4 respecto a los caballeros a pedales.


¿Sorprendente? En absoluto. Las chicas, en general, son menos dadas a dársela. En bici igual que en automóvil se accidentan menos. Una consecuencia más de su prevención, su suavidad, su falta de violencia y, en general, su prudencia.

Merece la pena reflexionar al respecto un rato, aunque hay cosas genéticas por no llamarlas genéricas (de género) que son inevitables. También en la bici la testosterona tiene sus efectos negativos.

¿Qué conclusiones se extraen de todo esto?

La primera y más importante es que este modelo de ciclabilidad, como ya hemos anunciado hasta la saciedad, no resuelve el problema principal de las personas que optan por la bicicleta porque no reduce la peligrosidad real a pesar de que mitigue el miedo que el mismo sistema se dedica cada día a sembrar alrededor de la bicicleta. Circulando por los márgenes, apareciendo sorpresivamente por las esquinas, multiplicando los riesgos en las intersecciones y acosando voluntaria o involuntariamente a los peatones no vamos a conseguir la misión central de la ciclabilidad que no debería ser otra que hacer las ciudades más amables para el libre concurso de la bicicleta en la circulación.

Otras medidas menores que se podrían derivar de este análisis, tales como la educación en la empatía de los automovilistas, la educación vial de los ciclistas, la reforma de la normativa de circulación o la persecución implacable de los infractores, no sirven más que para consolidar la desquiciada situación circulatoria en la que hemos metido a los que quieren optar libremente por la bicicleta y para dar por buenas las actuaciones realizadas hasta ahora.


Enlace al informe

6 comentarios:

  1. El mismo estudio que citas indica que por vías ciclistas hay muchos menos accidentes que por la calzada. ¿Son más seguras entonces las vías ciclistas de esta ciudad? Pues puede que sí o puede que no, ya que, como bien dices, hay que tener el número de kms totales por cada tipo, es decir, falta el cociente de la división, y comparar sólo numeradores es perder el tiempo.

    mimbat.

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    1. El cociente se puede obtener de la encuesta que hicieron aquí:
      http://transbici.transyt-projects.com/
      La acera resulta más peligrosa que la calzada y la calzada más peligrosa que el carril-bici.
      Quedaría por saber cuántos de esos accidentes fueron por negligencia ciclista.

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  2. Ya, pero, cuáles son los totales?

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  3. A ver Eneko, que parece que a veces te nublas con datos y haces una interpretación un tanto partidista. Pese a estar de acuerdo con tus reflexiones en la mayoría de casos, esta vez creo que falta algo de rigor al análisis:
    - Si la Tendencia de la siniestralidad para el lugar del siniestro, sólo incorpora datos de siniestros (como el título indica), no podemos deducir que hay menos accidentes en calzada que en acera, pero no la causa. La causa podría ser la que tú dices, que es más seguro circular por calzada. Pero la estadística es clara. 2 accidentes por acera, por 1 accidente en calzada. Si tal y como tú dices, la acera está superpoblada y la gente no usa la calzada, la interpretación más lógica sería pensar que respecto a los transportes por cada vía, el porcentaje de accidentes es más alto en calzada. Es decir, que la acera es más segura. Yo no veo en Barcelona 1 ciclista por la calzada por cada 2 ciclistas en la acera. Más bien veo 1 por calzada y 10 por acera. Eso significaría si tuviéramos esos datos de siniestros, que hay 2,5 veces más de posibilidades de accidente circulando por calzada, que haciéndolo por acera (perdón por el rollo).
    - Mujeres y hombres. Igual que antes. Cuantas mujeres circulan por cada hombre? Yo no veo paridad en Barcelona, lo siento. Quizás no veo 4 a 1, pero igual sí un 3 a 1 o quizás incluso ese 4.
    Los datos, según como se quieran interpretar, abordan un resultado u otro. Y sino, esperemos a las elecciones y veamos como todos los partidos ganan.

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    1. Hola Julito,

      Gracias por tu interpretación pero creo que adolece de la misma tendenciosidad que la mía. Es lo que tienen las estadísticas.

      Sobre lo de la accidentalidad en calzada o en acera, no sé de dónde te sacas el dato. Si sumas a los accidentes en acera y los de los pasos de peatones duplicas los de la calzada. Eso sin discriminar los que en calzada se producen por invasiones desde la acera o por conducción imprudente.

      Lo único que se trata de expresar en este análisis es que el estilo de ciclabilidad que se ha impuesto en nuestras ciudades ha deparada mayor inseguridad en general para los peatones y mayor peligrosidad para los ciclistas.

      Sobre lo de las mujeres, estás muy equivocado. En Vitoria, como en muchas ciudades de estas tierras, hay paridad en el uso de la bicicleta.

      Un saludo.

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    2. Otra cuestión que debería tenerse en cuenta en los datos es la causa del accidente en la calzada. Como bien sabemos, la gran mayoría de estos accidentes se producen por circular por la calzada como si hubiera un carril bici imaginario, es decir, por circular pegado a la derecha de la calzada.

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