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domingo, 11 de marzo de 2012

Perder el Norte para ganar el Sur

A veces hablamos y escribimos tanto sobre un tema que acabamos mareados y podemos llegar a perder el rumbo obsesionados con pequeñas cosas que nos impiden ver el panorama general o que nos hacen olvidarnos de dónde somos, de dónde venimos y a dónde vamos. En este devaneo nos podemos obcecar con visiones distorsionadas e ilusiones que son más espejismos que utopías, porque sólo queremos ver nuestra parte de la realidad, ignorando las de los demás.

El otro día estaba enfrascado en una de esas conversaciones eternas, que son más ensayos que diatribas, cuando uno de mis interlocutores me dijo que podía estar perdiendo el Norte. El Norte, la verdad, el camino, qué terrible visión de la realidad de la vida. La incertidumbre, como la razonable desorientación que provoca son condiciones imprescindibles para entender que las cosas pueden cambiarse.


Aprovechando la expresión quiero, otra vez más, reivindicar el Sur frente a ese Norte tan deseado como inalcanzable y cuestionable. Vivimos al Sur de una forma de entender la vida y la movilidad, vivimos al Sur de una manera de construir las ciudades y las casas, vivimos al Sur de un estilo de vivir la calle y la ciudad. Vivimos al Sur y tenemos que estar orgullosos y saber entender qué significa eso.

Vivir al Sur

Vivir al Sur supone vivir en asentamientos más compactos, en edificaciones más verticales, en ciudades más densas donde las distancias son más cortas y con calles muchas veces estrechas. Vivir al Sur además, en muchos casos, supone tener ciudades intrincadas, con orografías complicadas que hacen que el urbanismo haya hecho auténticos malabares para habilitar espacios y hacerlos más o menos habitables. Pero, por encima de todas esas cosas, vivir al Sur supone vivir mucho más en la calle, por climatologia y por estilo de vida, estar en la calle, encontrarse en la calle, relacionarse en la calle. Y todo eso se hace andando. Por lo tanto vivir en el Sur cuenta necesariamente con una gran masa de peatones desplazándose por las calles, Muchos más que coches, muchos más que bicis.

Esto es algo que no nos podemos permitir el lujo de perder y que, más que eso, tendríamos que preservar, mejorar y promocionar allende nuestras fronteras, de la misma manera que otros venden su forma de haber conseguido una movilidad en bici acorde a sus necesidades.

Renunciar al Norte

Así pues, hay que tener claro dónde estamos para saber a dónde queremos llegar, sin perder lo que hemos conservado hasta ahora y ganando espacios, oportunidades, para mejorar lo que ya tenemos y es realmente valioso. Es por eso que podemos renunciar a ese Norte sin problemas y tratar de ganar más el Sur, que es lo nuestro, que es lo que entendemos y que es lo que merecemos, que nuestros esfuerzos nos ha costado conseguir.

Lo que pasa es que somos de naturaleza envidiosa, que estamos demasiado acostumbrados a despreciar lo nuestro y desear lo ajeno. Y no nos damos cuenta de que nosotros vivimos mejor y que somos envidiados por las gentes del Norte por ello, por nuestra manera de habitar, de relacionarnos, de comer, de estar en la calle, de festejarlo, de rozarnos, de expresarnos... de vivir.

No podemos renunciar al Sur.

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1 comentario:

  1. Casualidad, acabo de recibir un enlace a una herramienta que compara el reparto modal de transporte en ciudades europeas: http://epomm.eu/tems/

    Lo primero que hace uno es mirar el porcentaje del modo bicicleta, y sentir un poco de envidia por lo que ve en Holanda. Es verdad, el Norte es el Norte. Pero luego vas a comparar el modo peatón (ver en el apartado "Compare cities"), y eso es otra cosa, amigo. Seleccionando "Walk over 40", es decir, ¿qué ciudades usan el modo peatonal en más de 40%? Los resultados cantan.

    También hay que decir que el punto débil que tienen estas comparativas de datos simples es precisamente que no tienen en cuenta ninguno de los condicionantes que se mencionan en este post.

    Lo cierto es que es que todavía tenemos en el debe, en ciudades tan compactas y tan buen clima (comparado con el Norte de Europa) como Vitoria o Pamplona, pero a la vez tan desarrollistas que el coche es todavía lo que marca a la gente como rica o pobre, el aumento del uso de la bicicleta para quitar coches, no para quitar gente andando y charlando por la calle.

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