Estos días la Dirección General de Tráfico, la DGT, ha confesado que su forma de contar las víctimas de accidentes no es real, de hecho es un tanto optimista por no decir que es sesgada. Un sistema que cuenta sólo los fallecidos en las 24 horas siguientes al siniestro parece que es una forma demasiado halagüeña de hacer estadísticas favorables fácilmente. ¿Cuántas víctimas mueren realmente en ese corto espacio de tiempo? ¿Qué pasa con el resto? Pues simplemente no computan y mejoran la cuenta y el ejercicio de los responsables.
Varias veces anteriormente hemos dudado de los números y de las estadísticas, pero esto tiene un agravante, en este caso estamos hablando de muertes y con eso no se juega. Claro que los datos se presentan con valor puramente comparativo para demostrar una tendencia favorable en la reducción de las muertes por accidente y eso es interesante, pero hay que tratar con datos ciertos, porque si no nos va a parecer que estamos erradicando una de las mayores causas de mortandad directa y violenta de nuestra sociedad.
La diferencia fundamental para hacer una comparativa con el resto del mundo desarrollado, en nuestro caso la Unión Europea (UE), ellos cuentan los fallecimientos que se producen en los 30 días siguientes a los accidentes, mientras que aquí se aplica un "coeficiente corrector" para ponderar el dato de las 24 horas y así cumplir con el expediente europeo. ¿Cuánto supone esta corrección? Pues algo así como un incremento de ¡más del 40%! según datos de 2010, o lo que es lo mismo, pasar de 1.730 personas fallecidas a 2.478 estimadas. Terrible.
Luego está la manera de presentarlo a los medios y las interpretaciones que hacen estos, el sensacionalismo que buscan en sus titulares y las conclusiones apresuradas que saca el público, muchas veces incapaz de leer más allá de esos titulares.
El ejemplo tendencioso relacionado con la bici lo encontramos en este caso en el Reino Unido (UK) y más concretamente en Londres, donde la cifra proporcional de accidentes ciclistas ha crecido en los últimos años y, así sin más, eso sirve al medio en cuestión para valorar que la peligrosidad de andar en bici en esa ciudad se ha incrementado. Y punto. Sin comparar con el incremento del uso de la bici, sin pensar en los causantes de las víctimas, sin analizar otros datos, sin nada. Claro que allí se está librando otra batalla (el de la conveniencia o inconveniencia de la eclosión ciclista) y esto puede ser sólo leña para el fuego. Es lo que tienen los datos, que permiten este tipo de juegos obscenos.
El colmo lo encontramos en esta noticia publicada hoy mismo en El Mercurio chileno. Una desfachatez.
¿Qué pasará el día que se hagan públicos los datos de las muertes directas e indirectas que provocan los coches y se agreguen datos como las enfermedades respiratorias, las coronarias, la obesidad, etcétera? Mejor no pensarlo. No interesa.
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