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miércoles, 15 de febrero de 2012

¿Para quién debe ser la línea recta?

Anteayer Copenhagenize nos dejaba esta imagen que recogía su idea de lo que debe ser el modelo planeamiento del tráfico de los distintos modos de transporte para conseguir unas ciudades más habitables, según su criterio danés, centroeuropeo y con una masa crítica y un urbanismo de sobra conocidos y renombrados.


La imagen habla por sí sola y recoge esa mentalidad pro-ciclista tan acusada en esas ciudades. Sin embargo, este esquema que nos puede resultar tan sugerente no es fácil de extrapolar a nuestra cultura y a nuestra circunstancia.

De A...

Para empezar, nuestra situación actual, sobre todo después de la década del carril bici vendría a ser más o menos esta:


Las bicicletas haciendo recorridos casi imposibles, retorcidos, inconexos, sin planificar y, además, con secciones y soluciones inverosímiles. Los peatones con tránsitos algo menos increíbles, pero con barreras infranqueables y haciendo algunos recorridos más sinuosos de la cuenta en muchos trayectos.

... a B

Partiendo de semejante panorama, habría que replantear de alguna manera la estrategia para poder conseguir una situación ideal, que en el caso de las ciudades de estas latitudes con mayoritaria presencia peatonal vendría a ser algo así como:


Donde los peatones deberían ser los únicos privilegiados que fueran acreedores de la línea recta, porque son los más deseables en esas ciudades humanas, cercanas y relacionales, y porque su eficiencia está muy condicionada por la distancia. Después de ellos, los ciclistas que, aunque tuvieran itinerarios que no fueran exactamente directos por no perjudicar a los peatones, deberían ser suficientemente eficientes. El mismo tratamiento para los autobuses (con la salvedad de las zonas desmotorizadas).

Por un camino de espinas

Este es un esquema que muy pocos responsables municipales de gestión de la movilidad es capaz no ya de aplicar, sino tan siquiera de interpretar. Tal es la preeminencia del coche entre los gestores del tráfico que, sólo de mencionar la posibilidad de plantear circuitos disuasorios o ponerle más dificultades, les tiembla el pulso de una manera tal que se les nubla el entendimiento. Igual que cuando se plantea que los ciclistas o los peatones necesiten la línea más recta posible, aunque sea condicionando el tránsito de los vehículos motorizados o que esos "recorridos protegidos" que han sido capaces de ingeniar haciendo las mejores virgerías y que la asunción de ese esquema significaría tener que desmantelar la mayoría de los carriles bici implementados.

Mientras tanto, seguiremos deliberando si los "caminitos bici" y las "aceras invadidas" hay que preservarlas como conquistas históricas o si los peatones se merecen aceras de más de 3 metros en exclusiva o eso va a ser demasiado en una avenida que puede tener hasta 50 metros de anchura para el tráfico motorizado.

3 comentarios:

  1. Es un tema muy complicado en muchas ciudades españolas, porque no hay la más mínima voluntad política de hacer nada. En mi ciudad, Valencia, se ha hecho mucha acera-bici innecesaria que debería directamente desaparecer y que jamás reivindicaré como conquista. Pero bueno, me quedaré con que poco a poco vamos avanzando y aunque se hacen mil cosas mal, también se hace alguna bien.

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  2. Sigo pensando que una de las razones porque Valencia está muy abierta al coche y mucho menos abierto al peatón o ciclista es porque los concejales tienen coches oficiales. Si fueran obligados a desplazarse en transporte público o andando, tendremos una ciudad más sostenible en pocos años.

    Por cierto, calculo que la flota de coches disponible para los señoritos del ayuntamiento de Valencia (pob. 809.000) es más grande que toda la flota del gabinete de gobierno británico (pob. 62.000.000) en Londres.

    La situación en Valencia con coches oficiales para todo el mundo es bastante habitual en España, pero políticamente tanto malgasto puede convertirse en un punto de gran debilidad para los ayuntamientos en tiempos de austeridad

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  3. En Quito - Ecuador las cosas parecen mejorar un poco, pero siempre un ciclista encuentra puntos muertos en su trayecto: intersecciones imposibles en las que se tienen a camiones en contra. Y tampoco faltan los conductores imbéciles que disfrutan de una buena jornada de reggaetón fuerte en su auto y casi atropellando peatones. Pero ya los estamos enfrentando cara a cara, hasta que se avergüencen en público, y ha funcionado. Andrés Cevallos.

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