Cualquier movimiento masificado se autojustifica y se autoimpulsa. Cualquier bola de nieve gana inercia cada vez que se hace más grande. Sucede así, no tiene remedio. Basta con comenzar algo, por absurdo que nos parezca, que si se hace con algo de eco será imparable. Mucho más en esta Sociedad 2.0 en la que vivimos, viral y compulsiva, donde a fuerza de simples clicks se hacen auténticas ondas expansivas. Lo único que hace falta es un buen detonante.
No quiero profundizar en los movimientos civiles y sus momentos inerciales porque ya lo he hecho en otras entradas anteriores. El motivo que me mueve hoy a escribir es el de reflexionar sobre unos cartelitos que me he ido encontrando en mis últimas visitas al mundo desarrollado de la bicicleta y que no dejan de sorprenderme. Son unos cartelitos que pasan casi desapercibidos pero que cada vez están más presentes en las ciudades donde las bicicletas se utilizan de una manera más o menos masiva o más o menos incipiente. Son cosas como estas:
Sorprende verlos en lugares donde las bicicletas tienen una presencia, una visibilidad y un prestigio ganado. Cualquiera diría que es contradictorio estar acostumbrado a convivir con ellas y a la vez enviar estos mensajes amenazantes a sus usuarios.
La invasión de las bicicletas
No. El problema es que cualquier masificación es por definición invasiva. Y lo que empieza siendo bonito, emocionante, acaba trayendo sus consecuencias y sus problemas. Con las bicis pasa lo mismo. No sólo en Amsterdam o en Copenhage, en sitios donde el uso de la bicicleta es dominante, también en ciudades como Barcelona, Valencia, San Sebastian o Vitoria existe el mismo problema.
Las bicicletas han invadido algunos espacios públicos y han ido ocupando plazas preferentes en lugares de calidad. Y lo han ido convirtiendo todo en una chatarrería más o menos desordenada. Y eso no sólo puede resultar desagradable desde un punto de vista estético, sino que se puede convertir en un inconveniente para poder disfrutar de facilidades peatonales o para que un escaparate o la entrada de un negocio no se vea comprometida.
Porque, aunque muchos ayuntamientos vayan proveyendo las calles de aparcabicis, las personas que usan las bicicletas son caprichosas y les gusta aparcar en la puerta de su destino, sea su trabajo, su casa, su tienda, su cafetería o cualquier otro lugar. Y además hay mucha gente que ha decidido asimilar la lógica del coche a la bicicleta y deja sus bicicletas en la calle de manera permanente, muchas veces abandonadas.
Un cartel mejor que una ordenanza
Visto así, un cartel es una vía mucho más adecuada y educada de avisar que una ordenanza como se hace aquí. Ahora bien, ante la falta de aparcamientos en la zona de destino siempre puedes optar por enviar tu mensaje de respuesta en tu propia bicicleta.
Quizás haya una cierta idealización de los conductores de bicis, en el sentido de que sólo por ello son mejores personas, educados, cívicos, etc.
ResponderEliminarPor cierto: ¡«proviendo» no, por Dios!: «Proveyendo».
Saludos.
Gracias Dionisio por la corrección. Ahora bien, no sé de dónde sacas la conclusión de esa idealización de los conductores de bicis. Yo al menos no creo que sean nada más que personas, con todo el espectro de actitudes y perfiles que tiene el resto. Buenos, malos, regulares, mejores y peores. De hecho no hay ciclistas, automovilistas o peatones, sino personas que se desplazan de uno u otro modo. Un saludo.
ResponderEliminar¿De dónde saco la conclusión? Desde luego no de tus escritos: de ninguna manera, ya que la primera vez que —casualmente— entré en tu interesante blog quedé sorprendido por lo que me pareció un ciclista sui generis, un ciclista que no sólo no reclama —como suele ser habitual entre ciclistas, como si fuera poco menos que un derecho fundamental—, ni mucho menos exige, poder circular con su bici por las aceras, ni siquiera bajo el engaño del carril-bici o acera-bici, sino que reclama el que se puedan dar las condiciones necesarias para hacerlo por la calzada como un vehículo más —condiciones como la del "calmado del tráfico", concepto que creo que lo he leído en otro blog, o la provisión de aparcamientos—. Este, pues, me parece que es, si no he entendido mal, el sentido general de tu blog: el de reivindicar la circulación de la bicicleta por la calzada como un vehículo más.
ResponderEliminarMi conclusión, por tanto, no se deduce de tus posts. Es más bien una apreciación, digamos intuitiva, general, que yo creo que me debe de venir del conformismo, incluso mansedumbre, con el que se acepta la circulación de bicis por las aceras: prácticamente sin rechistar, aunque puede que parte de ese conformismo se derive a su vez del temor a las críticas que le pueden llover a quien se atreva a oponerse a la circulación por las aceras.
Cordiales saludos.
P. S. A propósito del calmado del tráfico he oído que quieren limitar la velocidad de los coches en calles de un solo carril a 30 km. Sin embargo, no sé si como compensación (¿?) o poco menos que pidiendo perdón a los automovilistas, pretenden también autorizar la circulación de bicicletas en aceras de más de 3 m de ancho. De hecho esto ya ocurre, en esas aceras y en las de cualquier ancho, aunque, afortunadamente, en la pequeña proporción en que se usa la bicicleta, al menos en Alcorcón. Pero es lo que faltaba: que sea legal la circulación de bicis por las aceras.