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martes, 27 de marzo de 2012

Comprender el tráfico para combatir sus vicios

Hay cosas que, a fuerza de ver cómo se repiten, acabamos considerándolas inevitables. Muchas veces simplemente porque nadie se ha preocupado en explicarnos cómo se producen. Y somos capaces de correr con todas las consecuencias de ello como si fuera imposible actuar. Un ejemplo: el atasco y su relación directa con la velocidad de circulación. Aquí tenemos la explicación en tan sólo 40 segundos.



Algo tan sencillo, tan lógico, tan de cajón y sin embargo tan difícil de explicar a nuestra población y casi imposible de entender por nuestros responsables de la gestión del tráfico. La reducción de la velocidad y el respeto de las distancias de seguridad permite no sólo pacificar el tráfico y evitar los atascos, sino que pasen más coches por el mismo circuito en el mismo tiempo. Terrorífico. Visto esto quizá es mejor que nuestros gestores no aprendan la fórmula porque harán, simultáneamente, inducir más tráfico hacia dichos circuitos.

No obstante, resulta increíble que algo tan rotundo no caiga por su propio peso. Algo que beneficia a todos en cuanto a seguridad, agilidad, concurrencia potencial e incluso capacidad, se ignora o se evita. Debe ser que para mucha gente circular a 30 kms/hora en coche respentando las distancias de seguridad es hacer un ridículo espantoso, ir en contra de nuestra idiosincrasia abusiva e invasiva o algo así. ¡Como para hablar de reducir las oportunidades de circulación!

Y así andamos tragando carros y carretas y corriendo con las consecuencias de nuestra ignorancia atrevida y de nuestra insolencia temeraria. Sólo cuando seamos capaces de darnos cuenta de este tipo de problemas simples, seremos capaces de combatir sus consecuencias. Dicen que no hay más ciego que el que no quiere ver y que el mejor tratamiento para muchas enfermedades es el reconocimiento del paciente del problema que aqueja.

Parece que aún no estamos dispuestos a quitarnos las orejeras. Seguiremos insistiendo.

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