Hace unos días estuve leyendo con atención un informe editado a todo lujo por Drive World, una publicación financiada por una poderosa industria del sector de la automoción alemana, en la que a modo de compendio se presentaba un panorama del estado de la cosa en la movilidad mundial y, por otro lado, se aportaban algunas de sus grandes soluciones al tema.
Ante ediciones de esta índole hay que tener unas ciertas defensas. Por lo pronto, un papel de semejante calidad, unas tapas tornasoladas, unas fotografías a página completa, una maquetación oxigenada... huele a mucho envoltorio para poco regalo. Al leer sus artículos, sorprende la profundidad del análisis que se hace respecto a la movilidad, a la sostenibilidad, al colapso de las grandes urbes y a los retos que hay que afrontar.
Por las coincidencias del cibermundo estos días me he encontrado este documento de otra megacompañía de automóviles que bajo el título Driving Life recoge sus apuestas para los retos que se nos presentan en la movilidad futura.
El problema viene cuando se atreven a proponer su gran solución: el automóvil, o, más concretamente, la electromovilidad. Eso y seguir implementando nuevas vías o viales que lleguen a todos los extremos del mundo mundial, incluidos desiertos, y que accedan a todos los rincones de nuestras ciudades, y, donde no quepan más, entonces se soterran o se sobreelevan. Todo ello acompañado, por supuesto, de toda una demostración de tecnología punta con la que van a equiparlo de manera segura, eficiente, interactiva y confortable. Perfecto.
Algo similar ocurre con la guía que editó el IDAE bajo el nombre PROBICI en la que, después de hacer un análisis brillante del panorama de la bicicleta en España, de las motivaciones que inducen o desincentivan a la utilización de la bicicleta, de las distintas opciones y medidas que se pueden utilizar y que se utilizan para impulsar su uso, acaban concluyendo que las bicicletas públicas son la herramienta perfecta para organizar el fomento de la bicicleta. Y luego dedican el resto de la guía a desarrollar toda una metodología para su implementación y optimización. Casi nada.
¿Clientelismo o miopía?
Está claro que es fácil hacer diagnósticos sobre los hechos y las realidades que nos rodean una vez se han producido, pero a la hora de hacer pronósticos, proyecciones o propuestas la cosa se vuelve más peliaguda, arriesgada, más comprometida y, al final, todos acaban en el más de lo mismo.
¿Solucionamos los problemas de la movilidad?
Las cuentas les salen. Son muchos los que esperan que el coche eléctrico nos va a venir a solucionar los problemas de movilidad. Sólo porque es eléctrico y porque no emite gases. Como si el principal problema en nuestras ciudades se redujera a la contaminación. Obviando el problema de la disposición (mejor diríamos apropiación o usurpación) de espacio público que demanda el coche de baja ocupación. Obviando la congestión. Obviando el problema de la peligrosidad, la inseguridad y la violencia vial que genera. Obviando la dependencia energética. Obviando la ordenación urbanística que obliga a depender de vehículos motorizados para acceder a determinados espacios. Obviando, sobre todo, que son los mismos que han causado estos problemas los que pretendemos que ahora nos los solucionen.
Es lo que tiene el reduccionismo, que es capaz de resolver los problemas simplificándolos y sólo atendiéndolos de manera parcial y esperando que la adición de los distintos sumandos dé el mismo resultado. Lo mismo ocurre con los que piensan que el mero hecho de que haya más bicicletas en la calle va a resolver el problema de la movilidad, de la seguridad o de la sostenibilidad de nuestras ciudades.
El problema es precisamente ese: que la sostenibilidad depende más de restas que de intentar sumar más en un ecosistema que no admite ni lo que ya tiene agregado. Así que, si sólo estamos intentando incorporar elementos, por esencialmente inocuos que parezcan a simple vista, no ofrecerán ningún tipo de solución hasta que no se demuestre que restan usos y vehículos nocivos de nuestras ciudades, y eso, señoras y señores, está por demostrarse. Mucho más en el asunto del coche eléctrico, pero también en el tema de la "bici porque sí".
Abandonemos el discurso del bueno o malo y empecemos a argumentar sobre lo que mejora la situación y lo que no la mejora.
Por suerte y pese a todos los intentos de introducirlos por parte de ministerios, gobiernos regionales y ayuntamientos, el coche eléctrico no ha cuajado y sus ventas no son ni siquiera testimoniales.
Excelente artículo, refleja también un par de puntos que la mayor parte de la gente se cree a pies juntillas y ni siquiera se plantea si son correctos o no :
ResponderEliminar1) que el único problema del coche es la contaminación, cuando en mi opinión es solo uno de sus problemas, quita éste y aún quedan todos los demás, que son igual de importantes*.
2) Que los problemas de movilidad se resuelven construyendo mas y mas vías para los coches. No comment, se ha demostrado a lo largo de los años que construir mas vias no resuelve nada, y por otro lado, es que no queda más espacio ni dinero para seguir construyendo, como tu dices, en vez de sumar ya hay que ir pensando en restar.
(*) nota: además lo de que los coches eléctricos eliminan la contaminación es un tanto falaz: un coche eléctrico por si mismo ya no generará contaminación pero esa electricidad hay que generarla en alguna parte, y eso si que puede generar contaminación si el origen de esa electricidad es una central termo eléctrica o una central nuclear, por no hablar del proceso de fabricación del coche en si y sobretodo de las baterías. En realidad es posible que con los coches eléctricos no se elimine la contaminación, sino que se traslada a otro sitio más difícil de ver.
Actualmente la única medida de eficiencia energética que financia el IDAE es la adquisición de coches eléctricos. Afortunadamente en 2011 se vendieron menos de 400. Y digo afortunadamente porque el coche eléctrico es la repuesta de la industria del automóvil para seguir recibiendo.
ResponderEliminarLa única ventaja del coche eléctrico es que no emite gases tóxicos, en la ciudad, porque las centrales que producen la electricidad que consume sí. La producción eléctrica a base de carbón ha crecido un 20% en los últimos años.
El coche eléctrico es igual de pernicioso para la ciudad en término de consumo de espacio, que es el principal problema del coche en la ciudad -a mi juicio-.
Además, imaginaos la necesidad de infraestructuras que serían necesarias construir para abastecer de electricidad a los coches, si por ejemplo, el 20% de parque fuera eléctrico. Menos mal que la crisis nos impide siquiera pensar en esa inversión.
Mientras sigamos utilizando vehículos que ocupan 10 m2 y pesan 1,5 Tm para transportar 70Kg de peso no habrá sostenibilidad posible.
estoy de acuerdo pablo, tambien opino que mania en este pais de comprar coches grandes para una vez al año que vamos de vacaciones, y encima la media de kms uso particular son menos de 10.000 kms.y los hibridos consumen 4/5 lts de gasolina igual que un coche pequeño pero con baterias( prius) y cuestan mas el doble
ResponderEliminar